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Mikel Ayestaran
Jerusalén
Domingo, 15 de marzo 2020, 12:36
El juicio al que se enfrenta Benjamín Netanyahu por tres delitos de corrupción se aplaza hasta el 24 de mayo. El proceso debía arrancar el martes, pero el ministro Interino de Justicia designado por el propio Netanyahu, Amir Ohana, ordenó la aplicación de medidas de ... emergencia en los tribunales del país para frenar la expansión COVID19 y el Tribunal Supremo se vio obligado a retrasar la vista.
La semana pasada uno de los abogados de Netanyahu pidió el aplazamiento de 45 días porque aseguró no haber recibido todo el material necesario para preparar el proceso a tiempo, pero la petición fue desestimada. El primer ministro se juega su futuro y tras ser incapaz de imponerse con la mayoría suficiente en las últimas tres elecciones celebradas en menos de un año, pidió a su gran adversario, Benny Gantz, la formación de un «gobierno de unidad nacional» para hacer frente a la emergencia sanitaria. El ex ministro de defensa, Avigdor Lieberman, acusó a Netanyahu de intentar sacar beneficio político de la situación generada por el coronavirus y de buscar ganar tiempo a toda costa para aprobar una ley que le garantice la inmunidad.
Hasta el momento se han registrado 200 casos positivos en Israel y 38 en Cisjordania y el Gobierno ha ido endureciendo las medidas día para evitar su expansión. El anuncio de Ohana llegó en plena noche, cuatro horas después de que Netanyahu diera un nuevo discurso a la nación con un nuevo paquete de medidas anti coronavirus. El primer ministro anunció esta vez «la aplicación de medidas antiterroristas para identificar y rastrear a posibles pacientes con coronavirus», que permiten, entre otras cosas, que los servicios de seguridad rastreen los teléfonos de los sospechosos de estar infectados. Tras el cierre de escuelas, universidades, museos y centros culturales, Netanyahu prohibió a partir de ahora las reuniones de más de diez personas en lugares cerrados.
Los mensajes televisados a la nación para anunciar medidas de choque contra el virus han reforzado la imagen de liderazgo de Netanyahu y eclipsado la sombra de la corrupción que le acompaña desde noviembre cuando, después de tres años de investigaciones, el fiscal general, Avichai Mandelblit, anunció de manera oficial su imputación por los delitos de cohecho, fraude y abuso de confianza. En total se enfrenta a penas de más de diez años de prisión.
Los casos contra el primer ministro en funciones son los conocidos como «Caso 1000», en el que será imputado por fraude y violación de confianza por recibir regalos como puros, joyas y viajes por un valor de unos 180.000 euros de empresarios millonarios de Hollywood, a cambio de favores. El 'Caso 2000', en el que le imputan también por fraude y violación de confianza debido a la conspiración con el dueño del diario 'Yedioth Ahronoth' , Arnon Mozes, también acusado, a cambio de obtener una cobertura favorable.
El último caso en explotar, y el más grave, es el «Caso 4000», en el que hará frente a cargos por sobornos, fraude y violación de confianza tras presionar para garantizarse una cobertura informativa favorable para él y su mujer a Walla, portal de noticias propiedad de Shaul Elovitch, principal accionista de Bezeq, el gigante de las telecomunicaciones en el país. «Caza de brujas», esta es la expresión más repetida por un Netanyahu acorralado por la justicia y que desde el primer día ha rechazado de forma sistemáticas estas acusaciones.
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