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Mikel Ayestaran
Jerusalén
Domingo, 13 de septiembre 2020, 23:34
Israel regresa al pasado y, tras ser incapaz de hacer frente a la segunda oleada de coronavirus, volverá al confinamiento total a partir del próximo viernes, coincidiendo con el inicio de varias festividades judías. El Gobierno aceptó este domingo la opinión de los expertos y, ... tras superar los 4.000 infectados diarios, anunció una primera fase de tres semanas de encierro prorrogables, que implicará la clausura de escuelas, restaurantes, bares, centros comerciales y todos los negocios que no sean de primera necesidad.
Solo farmacias y supermercados seguirán operativos. Los ciudadanos no podrán alejarse más de quinientos metros de sus casas y las reuniones se limitarán a diez personas, en lugares cerrados, y veinte en abiertos. El Estado judío se convierte en el primer país del mundo que se ve obligado a confinar de nuevo a toda su población.
«Si no tenemos cuidado y no respetamos estos pasos básicos el virus no dejará de expandirse. Quien no respete las normas está dañando al resto de la gente», señaló Benjamin Netanyahu en el discurso que dirigió a la nación para anunciar que Israel, que fue un modelo a seguir en la primera oleada, volverá al confinamiento tras no poder controlar la curva de contagios. El dirigente conservador, que no hizo autocrítica en ningún momento y defendió su gestión de la pandemia, pidió al Ministerio de Economía que prepare un nuevo paquete de ayudas para los negocios que se verán afectados por el cierre.
«No tenemos alternativa», afirmó el ministro de Salud, Yuli Edelstein, quien intervino desde su casa ya que se encuentra en cuarentena. Edelstein habló tras un primer ministro que salió con prisa de Jerusalén, ya que debía coger el avión con rumbo a Washington para la firma del acuerdo con Emiratos Árabes Unidos que tendrá lugar mañana en la Casa Blanca en presencia del presidente Donald Trump y el máximo dirigente de Baréin, último país árabe en reanudar lazos diplomáticos con Israel.
La salida de Netanyahu no fue sosegada. Un grupo importante de manifestantes se concentró en el acceso principal del aeropuerto de Ben Gurion para intentar cortarle el paso y mostrarle el enfado popular por sus casos de corrupción y la manera en que el Ejecutivo ha encarado la crisis del coronavirus. Las protestas cada vez más numerosas que desde hace doce semanas se celebran semanalmente frente a la residencia del primer ministro deberán ahora esperar a que se levante el confinamiento.
El Consejo de Ministros estuvo cargado de tensión y el responsable de Vivienda, el ultraortodoxo Yacov Litzman, presentó su dimisión como señal de rechazo al nuevo confinamiento. El ministro de Energía, Yuval Steinitz, también fue crítico, pero en su caso arremetió contra los responsables de salud porque «es bonito izar la bandera roja ahora, cuando los hospitales están llenos, pero lo deberíais haber hecho hace un mes o dos».
Los expertos ven en la rápida desescalada el motivo principal de la situación en un país que no para de superar marcas negativas. En la última semana se convirtió en el lugar con mayor número de infectados diarios por cada millón de habitantes, con más de 200, superó la cifra de los 150.000 infectados y 1.000 muertos y tiene a 513 pacientes en situación grave, de los que 139 están conectados a respiradores. «No me gusta usar la palabra colapso, pero estas cifras exigen un confinamiento inmediato», declaró al diario Maariv el doctor Michale Halberthal, responsable del Centro Médico Rambam.
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