Varios ciudadanos por una calle de Jerusalém. Efe

Israel opta por un confinamiento flexible

Críticas lideradas por el propio ministro de Salud dudan sobre la eficacia de unas medidas mermadas por las numerosas excepciones

Mikel Ayestaran

Jerusalén

Jueves, 17 de septiembre 2020, 18:01

Israel entra en un nuevo confinamiento general de al menos tres semanas que afectará de lleno a importantes festividades judías como el año nuevo (Ros Hashana), el Yom Kippur o la fiesta de los tabernáculos (Sukot). El Gobierno vuelve a encerrar a la población tras ... perder el control de la pandemia en los últimos meses y romper marcas negativas hasta superar los 5.000 infectados diarios.

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El documento de veintisiete páginas aprobado por el Gabinete de Benyamin Netanyahu tiene novedades respecto al primer confinamiento y esta vez se prohíben las visitas a casas privadas, se exigirá un permiso especial para aquellos que quieran viajar desde el aeropuerto de Tel Aviv y a quien se aleje más de 500 metros de su casa por algún motivo no autorizado se le sancionara con 500 séqueles (unos 125 euros al cambio).

Las voces críticas lamentan la flexibilidad de las medidas que se adoptan. Quien primero alertó de las lagunas del texto fue el propio ministro de Salud, Yudi Edelstein, quien señaló que lo había comentado «con distintos expertos en la materia» y no eran «optimistas sobre la capacidad que tendrán estas normas para reducir las infecciones».

Sobre el papel, los ciudadanos no podrán alejarse de su casa más de 500 metros, pero la lista de condiciones que permitirán hacerlo es amplia y contempla motivos como hacer deporte en solitario o en familia, ir al trabajo, tener cita con el psicólogo, donar sangre, acudir a la oración, ir al juzgado o al Parlamento o participar en manifestaciones.

Las escuelas y guarderías, así como todos los comercios no esenciales, permanecerán cerradas, los restaurantes y bares solo podrán ofrecer servicio a domicilio y las reuniones en lugares cerrados se limitan a diez personas, que podrán ser veinte en caso de que sea al aire libre. También hay una serie de medidas especiales para regular la oración en los días sagrados.

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Ante las críticas de la población, que acusan al Gobierno de una mala gestión de la pandemia, el ministro de Exteriores, Gabi Ashkenazi, admitió en la Radio del Ejército que se habían «cometido errores y algunas de las quejas son justificadas». Mensaje de autocrítica que contrasta con la actitud de un Netanyahu más ocupado por su agenda exterior que por los problemas domésticos.

El mismo día en el que anunció que Israel volvía al confinamiento, el primer ministro voló a Washington para la firma de los acuerdos de normalización de relaciones diplomáticas con Emiratos Árabes Unidos y Baréin.

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Con estas medidas las autoridades volverán a reunirse en un plazo de dos semanas para analizar las cifras de contagios y decidir los próximos pasos a dar. El objetivo inicial que se marcan los expertos es reducir a 1.000 el número de infectados diarios antes de suavizar las restricciones.

El confinamiento llega después de que Israel fuera un modelo de gestión en la primera oleada, pero una rápida desescalada, según los expertos, echó por la borda los esfuerzos de marzo y abril. Aunque la cifra de infectados es muy alta y supera los 170.000, hasta el momento solo 1.165 personas han muerto a causa de la Covid-19 en el país y las restricciones se imponen después de que los directores de los principales hospitales dieran la voz de alarma.

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