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Mikel Ayestaran
Jerusalén
Jueves, 17 de junio 2021, 18:27
Irán acude a las urnas para elegir nuevo presidente en unos comicios marcados por la selección de candidatos del ala conservadora del régimen, el veto a los reformistas y el temor a una abstención sin precedentes. Ebrahim Raisi, actual cabeza del poder judicial y ... clérigo ultraconservador muy cercano al Líder Supremo, Alí Jamenéi, es el gran favorito para suceder a Hasán Rohaní en unas elecciones en las que, según los últimos sondeos, la participación no superará el 47%, muy lejos del 73% de 2017.
La falta de variedad entre los candidatos, el descontento por las promesas incumplidas, la pérdida de confianza en el sistema y el repunte de la pandemia son algunos de los factores que explicarían la falta de motivación en una cita que la comunidad internacional sigue de cerca porque será el nuevo Gobierno de Teherán quien apruebe o no la vuelta al acuerdo nuclear.
Los 59,3 millones de iraníes con derecho a voto sólo pueden elegir entre aquellos candidatos que reciben la aprobación previa del Consejo de Guardianes, que esta vez no ha querido abrir la puerta a sorpresas y no ha dado opción a los reformistas, lo que deja a los electores ante la única opción de optar por la corriente conservadora. En esta ocasión 592 personas presentaron su candidatura, pero sólo siete superaron el filtro. Entre los descartados figuran las dos figuras que se presentaban como los grandes rivales a batir por Raisi: el vicepresidente del país, Eshaq Jahangiri, baza principal de los reformistas; y Alí Larijani, expresidente del Parlamento, considerado como uno de los dirigentes con más apoyo dentro del ala moderada. Ambos fueron vetados, como lo fue el expresidente Mahmoud Ahmadineyad, dirigente ultraconservador que estuvo al frente del Gobierno entre 2005 y 2013.
La campaña por la presidencia arrancó con los siete seleccionados, pero ha terminado con cinco porque dos de ellos han decidido retirar sus candidaturas a falta de 48 horas. Ante la falta de los pesos pesados del reformismo, Abdolhossein Hemmati se ha convertido en el único candidato que se puede acercar al ala moderada y ofrece una mínima variedad a los votantes. La entrada en la política de este tecnócrata, exdirector del Banco Central, ha sido una sorpresa y se presenta como una solución para gestionar la complicada situación financiera del país.
La poca expectación ante las elecciones llevó al Líder Supremo a urgir a la población a votar y, como es tradicional, acusó a los enemigos extranjeros de conspirar para que la participación sea muy baja. «Los medios estadounidenses y británicos, y los mercenarios que trabajan bajo sus banderas, se están matando para cuestionar las elecciones y debilitar la participación de la gente», denunció Jamenéi, para quien «no ir a la mesa de votación y romper con las urnas no resolverá los problemas».
Rohaní basó sus dos victorias en los beneficios económicos que traería a Irán la firma del acuerdo nuclear. El clérigo moderado, sin embargo, no contaba con que Donald Trump fuera a romperlo y reimponer unas sanciones que han hundido la economía porque impiden la venta de petróleo, la principal fuente de ingresos. La llegada de Joe Biden, que considera eliminar algunos de los castigos de su predecesor, ha reabierto la puerta a reactivar el pacto de 2015 y las conversaciones están abiertas en Viena, aunque será el nuevo Gobierno iraní quien deba concluirlas.
Con Rohaní se ha repetido la situación vivida durante los mandatos del reformista Mohamed Jatamí. Cada vez que los iraníes votan un Gobierno moderado, Estados Unidos les castiga. En la época de Jatamí el entonces presidente, George Bush, les incluyó en la lista de países del 'Eje del mal' y con Rohaní, Trump les sancionó pese a que ellos cumplían todo lo acordado en el acuerdo nuclear.
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