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Mikel Ayestaran
Jerusalén
Miércoles, 22 de julio 2020, 22:05
«Mataron a mi padre y a mi madre delante de nosotros y yo cogí el arma de mi padre y empecé a disparar. Maté a los dos hombres que asesinaron a mis padres y un tercero resultó herido. Seguí peleando junto a mi ... hermano hasta que llegaron algunos familiares y los talibanes huyeron». Este es el relato que hizo en el canal de televisión Tolo Qamar Gul, de tan solo 15 años, del horror que vivió hace una semana en Taywarah, distrito de la provincia afgana de Ghor, en el centro del país.
Los talibanes acudieron a su aldea y llamaron a su puerta. La madre abrió, pero no les dejó entrar a llevarse al cabeza de familia, a quien acusaban de colaborar con el Gobierno de Kabul. Le dispararon a bocajarro, como hicieron después con el padre. Qamar Gul y su hermano, de 12 años, asistieron a esta doble ejecución y la joven reaccionó tomando el AK47 de la casa «para vengar» a los suyos, según declaró. «Estoy orgullosa de lo que hice y combatiré contra ellos hasta mi última gota de sangre», añadió la menor.
Los dos niños fueron trasladados de manera inmediata a la capital de la provincia, Firozkoh, donde permanecen bajo protección oficial. Desde el gobernador, Noor Mohammad Kohnaward, hasta el presidente del país, Ashraf Ghani, aplaudieron la reacción de esta «heroína de Afganistán» y en las redes sociales su fotografía, arma en mano, se ha hecho viral.
El problema al que se enfrentan ahora las autoridades es cómo garantizar su seguridad en un país donde los talibanes ganan presencia día a día y los medios locales señalaron que Kabul puede ser su próximo destino. La diputada Fawzia Koofi envió un mensaje a la presidencia a través de su cuenta de Twitter para pedir «protección» y un «lugar seguro» para los hermanos.
Los talibanes asesinan regularmente a los ciudadanos de las zonas rurales de los que sospechan que son informante del Gobierno o de las fuerzas de seguridad. Taywarah es uno de los considerados «distritos flotantes» que los talibanes pierden y recuperan de forma constante, por lo que vive inmerso en la violencia.
Pese al acuerdo de paz firmado el 29 de mayo con Estados Unidos en Qatar, la insurgencia mantiene su guerra abierta con las fuerzas oficiales afganas. Los combates se desarrollan al tiempo que se produce un lento intercambio de presos entre talibanes y Gobierno de Kabul, una estrategia que busca afianzar la confianza de cara a un futuro diálogo entre afganos.
El portavoz presidencial, Sediq Sediqqi, ha hecho el enésimo llamamiento para «reducir la violencia» y permitir el «inicio de las negociaciones» que permitan poner fin a la guerra. Hasta el momento, Kabul ha liberado a 4.400 presos insurgentes, mientras que el grupo islamista ha hecho lo propio con 800 detenidos, 500 de ellos miembros de las fuerzas de seguridad.
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