Guerra total entre Hamás e Israel
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Guerra total entre Hamás e Israel
Hacinados en patios, sin mantas y casi sin comida: la situación de los refugiados en el sur de GazaLa evacuación de la ciudad de Gaza está dando lugar a imágenes difíciles de olvidar. Más de un millón de personas ha tenido que abandonar sus hogares a la carrera, entre ruinas y con el miedo en el cuerpo después del ultimátum de Israel ante ... la inminente ofensiva por tierra mar y aire sobre la capital. Su destino era el sur, por dos corredores propuestos por el Ejército hebreo y supuestamente seguros.
Coches con los portones abiertos para que la gente respirase, familias que amontonaban sus enseres en carros, grupos de personas caminando por los márgenes de la carretera... Escenas que parecen las de una apocalipsis de ciencia ficción se extienden por la Franja. A ello, hay que sumarle los problemas para evacuar los hospitales, atestados de heridos. Los últimos informes del Ministerio de Sanidad palestino los cifran en más de 9.000.
El principal hospital del país está precisamente en el norte, es el Al-Shifa, y recibió con escepticismo la orden de evacuación. Llevan días repitiendo que es imposible llevarla a cabo sin poner en riesgo a sus pacientes. Muchos médicos se han quedado para atender a los más graves, cuya vida pende de las máquinas que se alimentan con generadores un gasoil cada vez más escaso.
La situación en el sur, el oasis de paz prometido por Israel, no es mucho mejor, según los medios palestinos. Los refugiados llegan y se hacinan en cualquier rincón. En el hospital Nasser, de la ciudad de Khan Yunis, miles de familias ocupan su patio. Han montado tiendas de campaña improvisadas con sábanas y pañuelos, mientras los vecinos les llevan comida y agua, bienes muy preciados en una Franja que sufre un bloqueo draconiano.
Muhammad Qadeeh es uno de los desplazados. «Salimos corriendo de nuestra casa tras el ataque de docenas de misiles», ha dicho al diario 'Feleesten'. Junto con cinco familiares más llegó al campamento de refugiados de Naciones Unidas en la ciudad pero ya no había sitio para ellos. Así que encontraron en los alrededores del hospital un lugar donde dormir. «No teníamos ni mantas ni ropa de cama. Dormimos en el suelo», asegura.
Allí, bajo los árboles del jardín, también está Abu Zar con su mujer y sus hijos. «Los vecinos nos han dado de todo». Junto a centenas de familias conforman un campamento improvisado siempre pendiente. «Tenemos miedo de que nos echen o de que caigan bombas», se sinceran.
Por su parte, la organización para los refugiados de las Naciones Unidas admite que la situación es dramática. No dan abasto a atender a la gente que ha llegado al sur. 175.000 de ellos duermen en las escuelas que administra, pero no son suficientes. También han pedido al Ejército israelí que se comprometa a no atacar estas instalaciones.
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