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Mikel Ayestaran
Jerusalén
Sábado, 14 de noviembre 2020, 07:28
Fuentes de los servicios secretos consultadas por 'The New York Times' aseguraron que Abu Muhammad al-Masri, 'número dos' de Al-Qaida (AQ) y responsable de los ataques contra embajadas de Estados Unidos en África en 1998, fue asesinado a tiros por agentes de Israel ... en Teherán en agosto. Ni el grupo terrorista, ni EE UU, ni Israel confirman la operación, pero Irán la niega y considera la filtración al diario como «parte de la guerra económica, de inteligencia y psicológica en toda regla contra el pueblo iraní, y los medios no deberían difundir las intencionadas mentiras de la Casa Blanca», según el portavoz de Exteriores, Said Jatibazdeh.
La operación descrita por los servicios de Inteligencia al periódico neoyorquino sigue los patrones de anteriores asesinatos de científicos nucleares iraníes atribuidos a Israel. Al-Masri, de 58 años y por quien el FBI ofrecía 10 millones de dólares, conducía su coche por Teherán cuando dos asesinos en una motocicleta se acercaron y dispararon cinco veces al vehículo usando armas con silenciadores. Abatieron al número dos de Al-Qaida y a su hija, Miriam, viuda de Hamza bin Laden, hijo de Osama bin Laden, el fundador de la organización.
Los medios iraníes recogieron la noticia del asesinato, pero aseguraron que las víctimas fueron el profesor de Historia libanés Habib Daoud y su hija, Maryam. Este era el alias y la tapadera que, según los servicios de Inteligencia consultados por 'The New York Times', usaba Al-Masri en Irán, donde se encontraba desde 2003 bajo custodia de las autoridades locales.
El Ministerio de Exteriores iraní reaccionó de inmediato a la noticia y denunció que «para eludir la responsabilidad por las actividades criminales de Al-Qaida y otros grupos, Washington y Tel Aviv intentan de vez en cuando establecer un vínculo con Irán mediante la falsificación y la filtración de información inventada a los medios». Dar cobijo al número dos de AQ supondría que Teherán tiene lazos directos con un grupo al que, sobre el papel, combate por ser abanderado del extremismo suní. El régimen siempre ha negado las acusaciones de EE UU sobre el refugio a líderes de la organización de Bin Laden.
De confirmarse su muerte, la pérdida de Al-Masri supondría un nuevo golpe a la cúpula de Al-Qaida, que perdería a uno de sus fundadores, colaborador estrecho de Bin Laden y miembro de su consejo consultivo. Nacido en el norte de Egipto, viajó por primera vez a Afganistán tras la invasión soviética para participar en la guerra santa, allí conoció a Bin Laden y participó en el establecimiento del grupo radical. Estados Unidos le acusa de ser el organizador de los ataques contra la Embajadas de Tanzania y Kenia en los que murieron 224 personas. Su asesinato, el 7 de agosto, coincidió con el aniversario de este doble atentado. Los servicios antiterroristas estadounidenses le consideraban «el operativo más experimentado y peligroso fuera de nuestra custodia o de la de nuestros aliados».
El golpe para la organización podría ser doble ya que, según adelantó el analista sirio Hassan Hassan, el número uno de Al-Qaida y sucesor de Bin Laden, Ayman al-Zawahiri falleció hace un mes en su domicilio «por causas naturales». Otro fallecimiento del que no se ha hecho eco el grupo en sus canales habituales.
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