Joaquín aldeguerm

Nnamdi Kanu, la memoria de Biafra

El líder de los igbos reclama la independencia de aquel territorio de Nigeria donde, hace medio siglo, estalló una guerra de extrema brutalidad que sacudió al mundo

gerardo elorriaga

Domingo, 26 de diciembre 2021, 00:15

El país en el que nació Nnamdi Kanu ya no existe. Biafra tan sólo dispuso de una frágil entidad entre los años 1967 y 1970 y, sin embargo, esa breve historia provocó más de dos millones de muertos, la mayoría niños que perecieron víctimas de ... la desnutrición en medio de una contienda devastadora. Este líder político ha retomado aquel proyecto para dotar de una patria a la etnia igbo y, ahora, se enfrenta a un juicio que puede depararle una larga condena. Pero igualmente ese proceso judicial puede alentar el deseo de independencia del sudeste de Nigeria.

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La de hace 50 años no fue una guerra más. A pesar de su fugacidad, la memoria de aquella iniciativa fallida en el entorno del delta del río Níger ha quedado en el imaginario colectivo de Occidente. El conflicto divulgó la imagen de los pequeños de vientre hinchado, cuestionada seña de identidad del África más depauperada, y tuvo tal impacto en todo el mundo que dio origen a una organización humanitaria como Médicos Sin Fronteras.

Con el tiempo, la humanidad se repuso de aquel horror que competía en televisión con el drama de Vietnam. Pero no así los que resultaron afectados por aquel breve conflicto, que sufrieron un largo bloqueo naval, bombardeos aéreos y la represión de posguerra. La comunidad tribal que intentaba desgajarse, los igbos, se sentía perseguida por el gobierno central y tras la derrota, sufrió la confiscación de propiedades y una política depredadora a cargo de las fuerzas militares de ocupación. Tres millones se vieron forzados a abandonar sus hogares.

El entorno el tuvo que crecer Nnamdi Kanu estuvo marcado por ese odio, el saqueo de los ricos yacimientos petrolíferos, la destrucción del medio ambiente y la coacción, circunstancias que perduran hasta hoy, medio siglo después. Antes de finalizar sus estudios universitarios, Kanu marchó a Inglaterra. Allí vehiculó su ideario reivindicativo a través de Radio Biafra, emisora que ha asumido pasados los años el legado de los guerrilleros separatistas.

La fama de aquel orador creció tanto que fue invitado al Congreso Mundial Igbo, celebrado en 2015 en la metrópoli norteamericana de Los Ángeles. Este colectivo, con más de 30 millones de miembros, en su mayoría agricultores y cristianos, se siente discriminado por otros grupos, de fe musulmana, como los pastores fulani y los hausa, habituales detentadores del poder civil y militar en la potencia africana. Su alocución en aquel cónclave fue directa. El periodista había ya creado la organización Pueblo Indígena de Biafra (IPOB), un movimiento autodefinido como democrático y que apelaba a la desobediencia civil para logar un referéndum que decidiera el destino de la región. Pero, cuando llegó al estrado, pidió armas y balas.

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El gobierno nigeriano reaccionó rápidamente y el 18 de octubre de 2015 fue detenido por la policía secreta en la ciudad de Lagos. La noticia sirvió para visibilizar un conflicto que permanecía oculto para el mundo, mucho más preocupado por la insurgencia yihadista. Los Estados surorientales respondieron con protestas generalizadas. Su liberación bajo fianza intentó aplacar los exaltados ánimos en el continente.

Pero la espiral de violencia ya no se detuvo en esta zona del entorno del delta del río Níger. Dos años después, el ejército allanó la casa del dirigente en un asalto en el que perecieron 28 militantes del IPOB. Kanu desapareció. En diciembre de 2020, el hombre que se declaraba seguidor de Mahatma Gandhi y Martin Luther King anunciaba la formación de la Red de Seguridad del Este, organización paramilitar destinada a proteger a los campesinos igbos de las incursiones de los ganaderos fulani. En enero de este año ya se producían enfrentamientos entre los cuerpos de seguridad y esta milicia. La IPOB era declarada fuera de la ley.

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El fugitivo apareció en un vídeo frente al Muro de las Lamentaciones ya que profesa la religión judía y, el pasado 21 de junio, fue finalmente apresado en Kenia y extraditado. Su captura ha iniciado el procesamiento por «terrorismo, traición, participación en un movimiento separatista prohibido, incitación a la violencia pública a través de programas de radio y difamación de las autoridades nigerianas».

Banderín de enganche

El juicio, aplazado hasta el próximo mes de enero, convierte al reo en banderín de enganche para una población frustrada. El antiguo territorio de Biafra, con 14 millones de habitantes, sufre todas las lacras posibles, desde la piratería marítima a las luchas intertribales y una criminalidad fuera de control. La guerra contra Boko Haram ha ocultado el resurgimiento de las tendencias separatistas y las labores de contrainsurgencia que lleva a cabo el gobierno central. Amnistía Internacional asegura haber indicios de ejecuciones extrajudiciales masivas.

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La clave radica en Nnamdi Kanu y su capacidad para soliviantar a las masas. Su condena desencadenaría una ola de violencia sin precedentes en un Estado plagado de costurones, sumido en una crisis económica de grandes dimensiones y con índices muy elevados de corrupción pública. Es el escenario oportuno para que el nuevo mesías igbo aliente a sus seguidores desgajarse de Nigeria, un país al que ha tachado de 'zoológico' . También ha considerado 'babuinos' a las etnias que lo dominan. El Delta, una vez más, puede explotar.

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