Frozan Azizi, futbolista internacional sub'19.

Mujeres contra el Emirato talibán

Encerradas Tres mujeres afganas atrapadas en el país tras el inesperado triunfo de los talibanes nos relatan sus penurias y su frustración por la pérdida de libertad que sufren

mikel ayestaran

ENVIADO ESPECIAL A KABUL

Domingo, 19 de septiembre 2021, 00:13

Nos están matando poco a poco, ¿no lo ves? Dicen una cosa, pero hacen otra. No les queremos, les odiamos, les odiamos…». La madre agarra del brazo a la joven y suben a un autobús en marcha con dirección al centro de Kabul. El viejo ... vehículo se evapora en el caos de tráfico, pero uno de los talibanes del puesto de control de Karte Char, que ha notado cómo la joven se acercaba a hablar con el periodista extranjero, no pierde de vista el vehículo. Los ojos de miedo de ella, frente a los amenazantes de él. Un mes después de la victoria del Emirato la incertidumbre que rodea al futuro político y económico del país se torna en certidumbre cuando se habla con las mujeres sobre lo que esperan del nuevo régimen islamista: no hay esperanza.

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«Salimos de 20 años de guerra, la gente no tiene nada que llevarse a la boca, no queda dinero en los bancos, pero su prioridad es que las mujeres no hagamos deporte y no estudiemos con chicos en las aulas… la única explicación que se me ocurre es que nos tienen miedo, tienen mucho miedo a la mujer afgana porque saben que pensamos a largo plazo y por eso tratan de tenernos en casa por la fuerza», dice Mariam Sadat. Tiene 23 años y está al frente de la asociación Peace Afghanistan, una red que cuenta con cientos de mujeres asociadas en las 34 provincias del país. Desde la llegada de los talibanes vive en la clandestinidad, cambia de techo cada poco tiempo y no se acerca por su antigua oficina, ahora ocupada por unos islamistas que le amenazaron de muerte poco antes de llegar al poder por una exhibición que hizo en Kabul sobre religiones del mundo.

«La mayor parte de mis compañeras de equipo han salido ya del país o están intentándolo; me he quedado sola»

Frozan Azizi | Futbolista internacional sub'19

Mariam participó en tres protestas antitalibanes. «Sentía miedo porque son unos animales, pero había que hacerlo. Salimos en distintas partes de la ciudad para pillarles desprevenidos y volvimos a demostrar la valentía de la mujer afgana», recuerda con el teléfono en mano, donde repasa algunos vídeos de esas jornadas que obligaron a los talibanes a mover ficha. Las nuevas fuerzas de seguridad contuvieron las protestas a golpes y disparando al aire, también detuvieron y golpearon a varios periodistas. Pero la decisión clave fue la de ilegalizar este tipo de movilizaciones, la primera medida adoptada por el nuevo ministerio de Interior del Emirato liderado por Sirajuddin Haqqani, por quien Estados Unidos ofrece 10 millones de dólares de recompensa. «Queremos salir a protestar, pero es muy peligroso, por eso hemos pasado la acción a las redes sociales y seguimos recopilando material sobre los abusos que sufrimos las mujeres en todo el país!, apunta esta activista incansable a quien el WhatsApp no para de sonar.

Mariam Sadat cambia de techo cada poco tiempo y no se acerca por su antigua oficina, ocupada ahora por unos islamistas

«Una cosa es lo que vemos en Kabul y la imagen que los talibanes quieren dar a los medios, otra es lo que pasa en realidad, sobre todo en las zonas rurales. Esta vez tratan de cuidar las formas, pero en provincias como Wardak, de donde yo vengo, se ha prohibido a la mujer salir de casa hasta para hacer la colada. Si lo hace, reciben castigo ella y el marido», apunta Mariam, con un gesto de tristeza infinita. «Occidente nos ha traicionado, nos vendieron sus valores y su democracia durante dos décadas para luego dejarnos tiradas a manos de los talibanes», lamenta con los ojos llorosos.

Aria Mohamadi y Mariam Sadat

«Jefa de la casa»

Los talibanes no paran de hablar de los derechos y el respeto a la mujer en el Emirato, pero en el nuevo gobierno interino no hay mujeres y son solo hombres los que hablan en nombre de ellas. El único acto femenino permitido hasta el momento fue una conferencia en la universidad de la capital en la que 300 mujeres cubiertas con hyjabs negros de la cabeza a los pies desfilaron ante los medios como un acto de propaganda de apoyo al nuevo régimen.

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«Su prioridad es que las mujeres no hagamos deporte y no estudiemos con chicos … La única explicación es que nos tienen miedo»

Mariam Sadat | Presidenta de Peace Afghanistan

«Somos víctimas de la propaganda occidental, los medios nos pintan como monstruos, pero no es cierto. La mujer en el Emirato es como una flor a la que hay que cuidar y mimar para ponerla en tu cabeza u olerla. Es la jefa de la casa, la que protege el hogar y a los hijos, esa su verdadera función según la Sharia», responde el mulá Abdul Hanan Haqqani cuando se le pregunta por el rol femenino en el Emirato del siglo XXI.

El religioso, ex reclutador talibán en Paktika reconvertido en uno de los máximos responsables municipales de Kabul, defiende que «no se han establecido códigos de vestimenta obligatorios y las funcionarias están volviendo a los ministerios, lo que ocurre es que éste es un país muy tradicional y por eso en las provincias muchas mujeres no salen de casa sin estar acompañadas de un hombre de la familia, por el peso de la tradición».

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Las palabras de los mulás, que ahora son omnipresentes en las calles y en los medios, no pueden superar las paredes del centro deportivo Hamidi, en el barrio de Poli Chark. Allí acudía tres veces por semana Frozan Azizi a entrenar con sus compañeras del equipo Atlas. Centrocampista ofensiva e internacional sub 19 con Afganistán, regresa por primera vez desde el triunfo del Emirato a este complejo deportivo acompañada de su hermano y muy asustada. «El primer anuncio público y oficial que hicieron los talibanes fue prohibir a la mujer practicar deporte. La mayor parte de mis compañeras de equipo han salido del país o están intentándolo, me he quedado sola», susurra Azizi mientras da toques a un balón amarillo que había en uno de los dos campos de fútbol. Poco a poco se anima y realiza algunos golpeos, dispara a puerta, pasa el balón a su hermano… «algo tan simple como esto que estamos haciendo es un delito en el Emirato para la mujer, nos da miedo jugar al fútbol hasta a escondidas».

«No podemos salir de casa sin la compañía de un hombre de la familia; es lo mismo que vivieron nuestras madres hace veinte años»

Aria Mohamadi | Ciberactivista

En el Hamidi hay dos campos cubiertos. En el primero un grupo de diez chicos disputa un partido de gran intensidad. Una foto enorme de Cristiano Ronaldo y Messi, cuando defendían los colores del Real Madrid y el Barcelona, presiden el duelo. Azizi les mira con impotencia desde la segunda pista, pero también con rabia. «No hay una mínima muestra de solidaridad por parte de ellos, cero. Los hombres tienen miedo, estamos solas en esta lucha por nuestros derechos, pero si quiero seguir con mi carrera como futbolista tendré que irme del país, como mi hermana, que jugaba en la selección absoluta y ahora lo hace en un club europeo. Aquí no hay futuro para la mujer y menos si aspiras a ser deportista».

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Frozan Azizi se queja de la falta de solidaridad de los hombres y se resigna a jugar en un club europeo, como ya hace su hermana

Sus ojos transmiten fuerza, ganas de comerse el mundo y el campo. Admira el carácter de Ronaldo y sigue los éxitos de Alex Morgan, la estrella de la selección femenina de Estados Unidos. No tiene futuro como deportista en el Emirato, pero tampoco cree que vaya a tenerlo como periodista, la carrera que empezó en la Universidad de Kabul y que desarrolla con éxito en su canal de YouTube. «En cuanto pueda me iré de aquí, no hay futuro», lamenta esta joven que admira mucho a las mujeres que se han echado a las calles para protestar, pero que aun no se ha atrevido a dar ese paso.

Una pesadilla

Aria Mohamadi no practica deporte, no tiene tiempo porque es una mujer pegada al teléfono móvil. Sigue acudiendo a la consulta de un dentista en la que trabaja de forma parcial, pero no sabe hasta cuándo podrá hacerlo. «En un mes hemos perdido el terreno ganado en veinte años, es dramático», apunta esta ciberactivista veinteañera que se dedica a difundir en redes sociales todo el material que recopila sobre abusos talibanes contra mujeres. Mohamadi, como muchas mujeres de este país, se siente ahora «protagonista de una pesadilla, no me creo que esto sea verdad, que estemos viviendo esta situación, que no podamos salir de casa sin la compañía de un hombre de la familia, que estemos viviendo lo que vivieron nuestras madres hace veinte años, no me lo creo, no me lo creo, no me lo creo…», repite con mucha rabia.

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El mulá Abdul Hanan Haqqani dice que las mujeres no salen de casa sin un hombre «por el peso de la tradición»

Esa incredulidad se torna realidad al salir a la calle y ver a los talibanes como nuevas fuerzas de seguridad. Ocupan los antiguos edificios de Policía y Ejército, levantan puestos de control, patrullan las calles y vigilan muy de cerca los movimientos de las mujeres. El uso del burka no es obligatorio de manera oficial, pero su precio y sus ventas se han duplicado en los mercados de Kabul. Ocurre lo mismo con el derecho al trabajo o a la educación, hay normas que no son oficiales de momento, pero que todas conocen porque el Emirato no es nuevo, las afganas lo sufrieron entre 1996 y 2001 y ahora vuelve con más fuerza que nunca.

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