Tablas entre quienes pronostican deflación o inflación

Olivier Blanchard, exjefe economista del Fondo Monetario Internacional, argumentó en abril que los gobiernos deben preocuparse sobre todo de un bucle de deflación. Oferta y demanda saldrían debilitadas de la pandemia, la caída de los precios del petróleo añade peso al descenso de precios, la acumulación de deuda incita a los gobiernos a mantener bajos tipos de interés…

Para monetaristas como Tim Congdon o Charles Goodhart, las medidas de los gobiernos durante la crisis han aumentado el dinero en circulación, a diferencia de lo ocurrido con las inyecciones de capital como respuesta a la crisis financiera, que quedó en las reservas de los bancos. Más dinero cuando la oferta ha sufrido un colapso de la producción de muchos bienes es una receta de inflación.

Para Goodhart y Manoj Pradhan, escribiendo en voxeu.org, hay otros factores añadidos para contemplar subidas de precios de 5% o 10%. China ha dejado de exportar deflación y la reducción de la globalización tras la pandemia sumará a ese fenómeno. Creen también que la capacidad de negociación colectiva de los empleados está aumentando tras tres décadas de estancamiento de sus rentas reales.

Buiter, jefe economista de Citi, y el principal comentarista económico del Financial Times, Martin Wolf, creen que hay un riesgo de inflación, y una tentación de devaluar por esa vía la deuda acumulada, pero que es más probable que los gobiernos se enfrenten al golpe a la actividad y al aumento de la deuda con medidas fiscales.

Ha aumentando el dinero en circulación pero quizás ha variado la velocidad, sugiere Wolf. Las poblaciones pueden guardarlo y no gastarlo. «Privados de la posibilidad de gastar dinero en restaurantes, los consumidores no se lo gastan comprando automóviles», escribió Gavyn Davies. El expresidente de la BBC y ahora de Fulcrum Asset Management puntualizaba que esa timidez de la demanda puede ocurrir y por un largo tiempo, y que los datos apuntan por el momento hacia el riesgo de deflación.

Las manifestaciones para protestar contra las restricciones dictadas en Alemania para combatir la epidemia del virus Sars-Covid-19 registraron este sábado menor afluencia que en semanas anteriores y fueron mayoritariamente pacíficas, también por el hecho de que las autoridades han aliviado entre tanto una gran parte de las normas que limitan las libertades de las personas. En Berlín las distintas manifestaciones tuvieron una asistencia bastante menor que la anunciada por sus organizadores. La policía habló este domingo de «una mezcla colorida» de actos de los que muchos no tuvieron más allá de 50 asistentes. A las convocatorias en Fráncfort no acudieron más allá de 550 personas en total, señaló la policía local, mientras en Múnich llegaron a concentrarse unas 700 personas para criticar los recortes a sus libertades personales por la pandemia. Las distintas protestas en numerosas ciudades del país fueron organizadas por grupos de extrema derecha e izquierda, críticos con las vacunaciones y seguidores de teorías conspirativas.

La flota mundial de cruceros se encuentra completamente paralizada, al igual que una buena parte de los buques portacontenedores que habitualmente surcan los océanos, según datos de la Asociación de Armadores Alemanes (VDR). La totalidad de los 400 grandes cruceros que forman la flota turística mundial se encuentran atracados y no hay perspectivas de que el negocio en ese sector se reactive en los próximos meses, señala la VDR en un informe publicado este domingo. En cuanto a la flota de grandes portacontenedores, un 11,3% de las naves tampoco navega actualmente por la falta de demanda en el transporte de mercancías. Se trata de 524 buques con una capacidad de 2.650.000 contenedores. Todos ellos se encuentran atracados y en muchos casos con sus tripulaciones a bordo a la espera de nuevos encargos. La VDR subraya que la pandemia ha provocado graves alteraciones en el transporte mundial de mercancías y pasajeros por mar y que para este mes de junio se espera que la situación se agrave aún más.

El brote de coronavirus registrado en una iglesia baptista en la ciudad alemana de Fráncfort hace una semana ha dado lugar ya a más de 200 infecciones, según el epidemiólogo Udo Götsch, de la oficina de sanidad en la capital financiera de Alemania y Europa. La tercera parte de los afectados reside en la misma ciudad y el resto en localidades cercanas. Todos se encuentran en cuarentena domiciliaria y tan solo una persona ha tenido que se ingresada en una unidad de cuidados intensivos por la virulencia del contagio. La infección masiva se produjo durante un oficio religioso en el que no se respetaron las normas de distancia física. Los especialistas alemanes presumen que entre los fieles había al menos un «supercontagiador», un infectado con una capacidad de transmitir el virus muy superior a la media.

La tercera parte de los alemanes es partidaria de abolir, un 19%, o por lo menos aliviar, un 14%, la obligación de llevar mascarillas a la hora de hacer compras, al entrar en lugares públicos cerrados o al utilizar los transportes públicos, según un sondeo del instituto demoscópico YouGov. Una clara mayoría del 49% defiende que se mantenga esa norma y un 13% que se amplíe a otros campos. Un 81% de los consultados asegura atenerse a las reglas dictadas sobre el uso de mascarillas para evitar la extensión de la epidemia de coronavirus, mientras un 13% reconoce hacerlo solo en parte. Solo un 2% admite que incumple sistemáticamente esa normativa en Alemania.

Otro sondeo de la Universidad de Tréveris revela que la gran mayoría de los alemanes no se siente limitado en su vida diaria por las restricciones dictadas por las autoridades para combatir la pandemia. Tan solo un 24% afirma sentirse frustrado por sufrir recortes en sus libertades personales. «El resultado nos ha sorprendido porque contábamos con una frustración mucho mayor», dijo Michaela Brohm-Badry, responsable del estudio y presidenta de la Sociedad Alemana de Investigaciones Psicológicas Positivas. La experta considera que la aceptación masiva de los recortes a las libertades individuales se debe a que la mayoría de la población considera las medidas adoptadas como necesarias.

Tras recibir la aprobación del Ministerio de Sanidad, el registro estatal ruso de medicamentos ha incluido en su lista el primer fármaco elaborado en el país para tratar la Covid-19. «El nombre comercial del medicamento es Avifavir», reza la anotación efectuada en el registro. Su denominación internacional no patentada o nombre químico es Favipiravir.

Este preparado se ha utilizado en Japón desde 2014 contra casos graves de gripe. Pero los ensayos clínicos efectuados por médicos chinos en Wuhán han demostrado la posibilidad de su empleo para el tratamiento también del coronavirus. El medicamento es capaz de cohibir los mecanismos de reproducción del virus y su elaboración en Rusia ha sido posible gracias la creación de una empresa mixta de los laboratorios JimRar y el Fondo de Inversión Directa de Rusia (RFPI en sus siglas en ruso).

A juicio del director del RFPI, Kirill Dmítriev, «Avifavir no es solo el primer medicamento antiviral registrado contra el coronavirus en Rusia, sino también quizás el fármaco anti-COVID-19 más prometedor del mundo ». En declaraciones a la agencia RIA-Nóvosti, Dmítriev señaló que el compuesto «fue desarrollado y probado durante ensayos clínicos en un tiempo récord, lo que le permitió convertirse en el primer medicamento registrado en el mundo sobre la base de Favipiravir». Según sus palabras, está todavía en curso la fase final de la experimentación clínica con 330 pacientes infectados por el coronavirus.

Rusia ocupa, por detrás de Brasil, el tercer puesto en la lista mundial de la pandemia en número de contagios y alcanza hoy la cifra de 405.843 infectados. Desde ayer se han registrado 9.268 nuevos casos de coronavirus, 316 más que el sábado. Los decesos, sin embargo, siguen disminuyendo y, en las últimas 24 horas, se ha producido 138 nuevas muertes, lo que eleva el total en todo el país desde el comienzo de la pandemia a 4.693 fallecidos.