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lourdes gómez
Londres
Sábado, 22 de mayo 2021, 22:28
El miércoles fue el gran día. El restaurante Sabor, de la chef vizcaína Nieves Barragán Mohacho, reabrió al público tras más de cinco meses de parón. «Se agotaron las reservas. Llenamos con los regulares. La gente quiere volver, y eso es muy bonito» dice entusiasmada. « ... El ser humano necesita la hostelería. Es el espacio y el momento en que te juntas con los amigos, te desfogas y despejas. La gente quiere volver a la normalidad, a reír, a pasarlo bien», añade.
Sabor se esconde en una callejuela que sale de Regent Street. Es el «sueño londinense» de Barragán, «un viaje por España, del sur al norte, pasando por Segovia y otros focos castellanos» degustando pescaíto frito, croquetas de piquillo, pulpo o cochinillo. Ganó una estrella Michelín en su debú, en 2018. «He abierto seis restaurantes en Londres, pero la reapertura después de cinco meses y medio de cuarentena es como empezar de menos diez», explica.
Fue necesario revisar cada plato y bandeja, desinfectar las superficies y reajustar mesas, sillas y taburetes a la distancia social. También hubo que modificar el plan de negocio original ante el explosivo combinado del 'brexit' y el coronavirus. «Perdí al 70% del personal entre los que regresaron a sus países por cuestiones de migración y los que decidieron pasar la pandemia con sus familias. Todo el mundo actúa con mucha cautela», comenta. Y recomienda: «Es importante que el comensal se sienta seguro, que nos vea desinfectando las superficies, lavándonos las manos y limpiando las barandillas».
Precisamente, la desconfianza en el cumplimiento de los protocolos de higiene impide a la académica Jennifer Smith sacar partido de la relajación de las restricciones. Y eso que desde el lunes se permite visitar museos, ir al teatro, meter horas en el gimnasio y compartir mesa con hasta seis personas en un espacio cerrado. «En la universidad, el sistema de higiene es muy estricto y, cuando estoy en el despacho, el personal de limpieza entra cada media hora y lo desinfecta todo, desde manillas a la fotocopiadora. En la biblioteca no permiten acercarse a las estanterías y dejan los libros en cuarentena».
«Voy con confianza al campus, aunque pasé miedo inicialmente y muchas semanas de trepidación. Pero no sabes si en las tiendas o los bares ejecutan bien los protocolos y mucha gente ni se pone la mascarilla en los espacios cerrados. De momento, prefiero quedar al aire libre·, dice la profesora.
Adam Wright, diseñador de 'animatronics', también opta por las terrazas o los jardines. «Lo malo es el tiempo, no para de llover y hace frío. Una amiga acaba de cancelar su fiesta de cumpleaños en el parque. Aún no he tomado una caña dentro de un pub. Hay que planificarlo de antemano, acordarlo con un colega que no se sienta incomodo en un espacio cerrado, y mis amigos prefieren quedar a la intemperie», señala.
Todos los entrevistados se han vacunado al menos con una dosis y, aunque el temor a enfermar se ha mitigado, algunos sienten ansiedad al salir de sus burbujas sociales. «La cepa india, con los nuevos rebrotes, nos recuerda que todavía hay que ser cautelosos, que no podemos arriesgarlo todo», subraya Wright. La industria del cine ha despertado con fuerza esta primavera. «Se están haciendo muchas películas para los servicios de 'streaming'. Hay muchas ofertas de trabajo. A los productores quizá les preocupa que si no terminan a tiempo podría pillarles otra cuarentena en invierno», explica de un sector que se apoya fundamentalmente en profesionales autónomos.
Los contagios a causa de la cepa india han crecido un 160% esta semana (3.424 casos), aunque el primer ministro, Boris Johnson, confía aún en levantar todas las restricciones el 21 de junio. Kathryn Bell, directora de Gallery 2020, se alarma ante esa posibilidad. «Ninguna de las restricciones tiene sentido. Han decidido arbitrariamente lo que debe cerrar y lo que puede permanecer abierto. El desconfinamiento ha de progresar lo más rápido posible», señala la asesora en arte británico y japonés de Fine Arts Consultancy.
En la entrada de su galería, en el rico y bohemio barrio de Belsize, ha colocado un contenedor de plástico invitando al vecindario a donar productos para el banco de comida local. «A corta distancia de aquí, entre Cha lk Farm y Camden Town, el panorama es devastador. Tiendas, bares, restaurantes que nunca más volvieron a abrir. A los que acuden a los bancos de comida, no les preocupa el virus, sino cómo alimentarán a su familia», denuncia, aunque está segura de que muchos adultos tardarán en salir de su burbuja y retornar a la vida urbana.
El nordeste de Inglaterra y algunos barrios de Londres son las aéreas más afectadas por la variante india, que se estima más contagiosa que las anteriores. La preocupación no solo cunde dentro del país, sino también en el exterior. El Instituto Robert Koch de Alemania clasificó el viernes a Reino Unido como 'zona de variantes del virus', lo que automáticamente obliga a los viajeros procedentes de suelo británico a ponerse en cuarentena durante dos semanas. La orden se aplica desde hoy en las terminales de transporte y fronteras germanas. El instituto entiende que «este movimiento es difícil para Reino Unido, pero es necesario para evitar la rápida propagación de la variante india» por el territorio alemán.
Alrededor del 70% de la población adulta británica ha recibido la primera dosis de la vacuna y más de 21 millones habían completado el programa a mediados de esta semana. Los mayores de 30 años comienzan ya a recibir citas para acudir a los centros de inoculación y parece asegurado que la gran mayoría de adultos estará inmunizado bastante antes del objetivo inicial, fijado a finales de julio.
Discotecas y grandes espectáculos están pendientes de la luz verde para reabrir las puertas. La adopción de un pasaporte de vacunación o un certificado de inmunidad vírica, que el Gobierno continúa estudiando, podría facilitar la reactivación de estos aforos de masas. El plan «irreversible» de Johnson incluye eliminar las distancias en el contacto humano o del uso de mascarillas en espacios cerrados.
De un modo u otro, una parte sustancial de la población considera que la pandemia ha traído cambios que serán permanentes. La profesora Jennifer Smith intuye que las clases 'online' en asignaturas de Humanidades continuarán en el otoño, aunque el coronavirus esté bajo control, mientras Kathryn Bell augura que «a la gente le será difícil salir de su zona de confort». La restauradora de Santurtzi prepara una nueva versión de su oferta 'Sabor en casa' y el técnico de efectos piensa que la dispersión geográfica se impondrá y «desaparecerá el estigma» de mudarse fuera de Londres u otras urbes por miedo a perder la oportunidad de trabajar.
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