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Iñigo Gurruchaga
Miércoles, 15 de septiembre 2021, 20:53
El primer ministro británico, Boris Johnson, ha remodelado su Gabinete para refrescar la imagen de un Gobierno gastado según las encuestas, en las que su ventaja sobre la oposición laborista se ha reducido en las últimas semanas. Los cambios son más un movimiento de sillas ... que un giro en la orientación, en un momento en el que el líder británico se enfrenta a retos importantes.
El relevo más espectacular afecta al Ministerio de Asuntos Exteriores y de Ayuda al Desarrollo. Dominic Raab es sustituido por Liz Truss. El hasta ahora ministro de Educación, Gavin Williamson, que ha tropezado en múltiples piedras durante su mandato, ha sido relegado a los escaños, y le sucede Nadhim Zahawi. Los purgados han sido los ministros menos populares con la militancia conservadora.
Los gobiernos británicos suelen fracturarse cuando hay tensiones agudas entre los ocupantes de los números 10 y 11 de Downing Street, el primer ministro y el ministro de Hacienda. La discordia entre Boris Johnson y Rishi Sunak en los últimos meses se ha apaciguado y da estabilidad, tras el acuerdo entre ambos sobre el aumento de los impuestos para financiar la recuperación del servicio de salud tras la pandemia.
Los estragos del coronavirus provocaron una caída vertiginosa en la popularidad de Johnson, asociados al desorden en la oficina del primer ministro. La marcha de su principal asesor, Dominic Cummings, calmó el barullo en la cima del Gobierno y el éxito del programa de vacunación restauró el prestigio del Ejecutivo; aunque aún son más quienes tienen, en las encuestas, una impresión desfavorable del líder.
La incertidumbre sobre la evolución de la pandemia en el invierno es un nubarrón en el horizonte, pero Johnson quiere pasar la página de ese episodio extraordinario y concentrarse en las promesas de reforma nacional que, junto a la ejecución del 'brexit', le dieron una victoria sonada en las elecciones de diciembre de 2019.
El aumento de impuestos ha quebrado una de aquellas promesas, pero además de ofrecer los fondos que permitan al Servicio Nacional de Salud reducir la enorme lista de espera, Johnson incluyó en el paquete fiscal la dotación de fondos para la asistencia social a los mayores. Es, según sus publicistas, su legado a la nación. Será, según sus críticos, otra promesa que no se cumplirá.
El líder conservador se comprometió en 2019 a igualar la economía rica del sur de Inglaterra con las empobrecidas comarcas del norte. Es una división política que se remonta a los tiempos de las invasiones danesas o normandas y que ha atravesado la historia de Inglaterra, pero la conquista de circunscripciones laboristas en el norte dio vuelo a las ambiciones de Johnson.
Michael Gove, experiodista como Johnson, ha sido el ministro con más influencia y el encargado de resolver las cuestiones más difíciles, como los preparativos del 'brexit'. Seguirá siéndolo. Será ahora ministro de Vivienda, Comunidades y Autoridades Municipales. Debe resolver la lacerante falta de viviendas asequibles, y se le encomienda también la política de igualación y preservar la unión del reino.
Las consecuencias de la política exterior en las circunstancias domésticas no suele ser percibida como determinante en las conciencias de la mayoría de los votantes, salvo en situaciones de guerra. Pero la marcha de Raab es la más destacada por los medios británicos. Movimientos y signos del ir y venir en Downing Street sugieren que el hasta ahora jefe de la diplomacia se resistió a perder su rango.
Su pasividad durante la crisis de Afganistán, el malestar del personal del Foreign Office con un ministro rígido en las formas y con estrictas costumbres de ocio y gimnasio, la grisura de su diplomacia en la ambición de la Britania Global,… le han costado el puesto. Tras su protesta, Johnson le dio la cartera de Justicia y le mantiene el título espumoso de viceprimer ministro.
Su sustituta, Liz Truss, ha ganado reputación por cerrar numerosos tratados al frente del departamento de Comercio Internacional. Casi todos son meras prolongaciones de los que los socios firmantes ya tienen con la Unión Europea. La ambición de Truss no es la diplomacia, sino ocupar el número 11 de Downing Street. No lo logra, pero está más cerca de ser futura candidata a ocupar el número 10.
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