david s. olabarri
Enviado especial a Ucrania
Lunes, 31 de enero 2022, 00:11
El cartel que da la bienvenida a la ciudad de Svaliansk está lleno de agujeros de bala. Desde lejos parecen flores rojas dibujadas sobre los colores de la bandera de Ucrania. Pero de cerca se observa que lo único que han hecho es pintar una ... flor en cada impacto de proyectil. En la parte inferior del letrero destaca una fecha: 12 de abril de 2014.
Publicidad
Viktor Ivanovitch Butko espera apoyado en un pared cercana. Nieva y hace bastante viento en el corazón del Donbass. Viktor lleva una gruesa chamarra y con un gorro con orejeras de lana. Tiene 74 años, 5 hijos, 7 nietos y 3 biznietos. Le sobra energía. Sigue trabajando como editor en su pequeña rotativa. Pero de lo que tiene ganas de hablar es de otra cosa. Lo primero que hace es señalar un edificio semiderruido, a unos 200 metros de allí. Es un antiguo centro sanitario. «Allí establecieron su base de operaciones los fascistas rusos. Los bombardeamos hasta que se fueron», explica.
Dos jóvenes de Svaliansk que salen de una cafetería han escuchado a Viktor, que no habla precisamente bajo. A uno de ellos no le ha gustado nada lo que ha oído. Se acerca y le dice varias cosas, visiblemente enfadado. Discuten. En ruso. Aquí, en el Donbass, todo el mundo habla en ruso. El joven le suelta que los «únicos fascitas aquí son los ucranianos». Siguen discutiendo un par de minutos hasta que el chico se monta en el coche y se marcha de allí.
Han pasado casi 8 años desde que las balas impactaron en ese cartel. Pero las heridas siguen muy abiertas en Svaliansk.
Esta ciudad de la estepa ucraniana, situada a unos 200 kilómetros de la frontera con Rusia y plagada de viviendas de estilo soviético, es la 'zona cero' de la guerra del Donbass. Fue aquí donde, un 12 de julio de 2014, los separatistas prorusos tomaron por primera vez las armas y se hicieron con el control de la ciudad. El Gobierno de Ucrania, todavía en estado de shock por la reciente ocupación rusa de Crimea, necesitó casi tres meses para recuperar el control del municipio después de duras batallas. Los insurgentes huyeron de la ciudad y se marcharon hacia Donetsk, la capital del Donbass.
Lo que pareció un gran éxito no lo fue tanto. Allí, en Donetsk, el ejército ucraniano no tuvo tanto éxito. Esa zona –y el 30% del Donbass– sigue hoy en poder de los separatistas. Y, además, para añadir presión a un territorio que en los últimos 8 años ha visto morir en combate a más de 14.000 personas, Vladimir Putin ha despleagado en las últimas semanas unos 100.000 soldados rusos en la frontera preparados para actuar en cuanto reciban la orden.
Publicidad
Viktor, a sus 74 años, tiene claro que si Putin invade Ucrania se presentará voluntario para volver a combatir. Dice que está preparado y que tiene «armas oficiales» en casa. Lo haría por los cientos de personas que murieron en su ciudad, por su patria y por su hija, que huyó a Polonia al comienzo de la guerra y a la que no ha vuelto a ver.
Para Viktor, los sucesos de aquel 12 de julio no hubiesen sido posibles sin una preparación anterior y el apoyo de Rusia. Tiene numerosas «pruebas». Por ejemplo, después del levantamiento descubrieron que agentes de los servicios secretos rusos llevaban meses trabajando en la ciudad. También supieron que los insurgentes tenían armas ya guardadas en una iglesia rusa de la localidad.
Publicidad
Volodimir Rudaklin, de 44 años, añade otro dato que avala esta tesis: la Policía se rindió sin ofrecer ningún tipo de resistencia ante el grupo de asaltantes, que inicialmente estaba compuesto por sólo 50 militares que cruzaron la frontera de Rusia.
Volodimir era profesor de un orfanato cuando se dispararon las primeras balas en Donbass. Recuerda que los separatistas ocuparon el Ayuntamiento y fueron ofreciendo armas a todos los vecinos. A los abiertamente proucranianos les mataban, les torturaban o les encarcelaban hasta que alguien pagase por su liberación. Al resto les decían que lo mejor que podían hacer era coger una metralleta porque los «fascistas de la revuelta de Maidan» iban a matar a todos los que hablaban ruso. «Muchos les creyeron porque era lo que llevavamos oyendo en canales de la televisión rusa (hoy censurada en Ucrania) los últimos meses», explica.
Publicidad
Muchos ciudadanos cogieron las armas. Hay un dato que es revelador. A Svaliansk llegaron 50 individuos. Cuando los insurgentes huyeron de allí el 5 de julio el grupo estaba compuesto por unas 2.000 personas.
Meses después, el Gobierno permitió el regreso a la ciudad de todos los huidos que no hubiesen matado a nadie. Volvieron unas 200 personas, que pudieron volver a sus vidas con una serie de restricciones. A Viktor le parece bien porque «necesitamos perdonar» y seguir adelante. Cree que podría volverse a producirse una ocupación en Svaliansk por Rusia, pero está convencido de que está vez los vecinos que le dieron apoyo no lo harían.
Publicidad
Volodomir también cree que la convivencia ha mejorado en la ciudad. «Nos saludamos por la calle y eso en 2014 era imposible».
– ¿Pero sois amigos?
– Eso no. Eso es todavía más imposible.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.