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Vísta aérea desde el helicóptero ruso que da escolta al convoy militar que se adentra en Ucrania. Reuters/Vídeo: Atlas

La falta de suministros y la baja moral lastran el avance ruso

El Pentágono asegura que algunos soldados enviados por Putin se amotinan e incluso sabotean sus propios carros de combate. Los invasores llevarían raciones de alimentos de combate caducadas o armas y material de comunicaciones obsoletos

Helena Rodríguez

Miércoles, 2 de marzo 2022

Es un hecho que el impetuoso avance inicial de las tropas rusas en Ucrania se ha ralentizado. Siguen los bombardeos, pero las imágenes por satélite confirman que la caravana de suministros de 64 kilómetros que el martes avanzaba hacia Kiev está prácticamente detenida. Algunos analistas ... apuntan a que Vladímir Putin estaría conteniendo los movimientos de tropas y los bombardeos para dar tiempos a que los civiles huyan de las ciudades. Otros, como el Pentágono, creen que en realidad se debe a problemas de suministros y baja moral entre las filas rusas

Un informador del Estado Mayor estadounidense cuenta en 'The New York Times' que existen pruebas de la «falta de alimentos en las filas rusas». Así lo confirma un vídeo, cuya veracidad ha sido contrastada, en el que se pude ver cómo milicianos ucranianos encuentran raciones de comida caducadas en 2015, en un tanque tomado a las fuerzas invasoras.

La inteligencia estadounidense apunta también hacia la escasez de combustible como explicación a la cantidad de vehículos de combate abandonados. La moral de la tropa enviada por el Kremlin –en muchos casos jóvenes de poco más de 18 años– estaría tan baja que en algunos casos optan por «amotinarse y sabotear sus vehículos haciendo agujeros en los depósitos», desvelan las mismas fuentes.

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La agencia de inteligencia británica ShadowBreak dispone de grabaciones de soldados rusos abandonado sus armas y retirándose. «Están completamente desordenados. No tienen idea de a dónde van o cómo hablar entresí», cuentan desde este organismo. Esta información enlaza con el hecho de que los primeros prisioneros tomados por los ucranianos llevasen encima emisoras de radio analógicas, con tecnología de comunicación militar obsoleta y fácil de interceptar al no estar encriptadas.

El uso de artillería del pasado tampoco estaría ayudando a que los planes de Vladímir Putin llegasen a buen fin. Los bombardeos no están siendo todo lo precisos que se esperaba en parte porque los cazas rusos han empleado munición de la época soviética, que obliga a los pilotos a volar muy bajo, es decir, a ser un blanco fácil para el enemigo. Eso explicaría el buen número de aeronaves derribadas por los ucranianos.

Lo cierto es que ni en el círculo más próximo a Putin tienen claro que la invasión vaya por el buen camino. Este miércoles Andrey Kortunov, alto asesor del Kremlin, en declaraciones a la cadena Sky News calificaba la invasión como «vergonzosa». «Muchos de nosotros estamos deprimidos», admitió.

«Mi hijo fue allí engañado»

La familia de Rafik Rakhmankulov, de 19 años, se enteró de que el joven participaba en la invasión de Ucrania cuando su imagen apareció en el Facebook de un general ucraniano. Había sido hecho prisionero. Su madre, Nadia, ha admitido en la BBC que «no sabía que lo iban a mandar allí».

El relato se repite en los casos de Pavel Abramov y de Evgeny Rostovtsev, ambos de 23 años. Sus progenitoras cuentan en el diario ruso 'Novaya Gazeta', dirigido por el premio Nobel de la Paz Dmitry Muratov, que ambos querían dejar la disciplina militar y que las últimas noticias que tuvieron de ellos confirmaban que estaban en Bielorrusia, cerca de la frontera. Algo totalmente inesperado. «Mi hijo fue engañado al frente», repite la madre de Abramov.

La Unión de Comités de Madres de Soldados, una ONG creada para sacar a la luz las violaciones de derechos humanos dentro del Ejército ruso, ha denunciado que muchos de los soldados que estos días luchan en Ucrania, no sabían a dónde iban. Según las mismas fuentes «algunos ni siquiera han completado el servicio militar» y se les «obligó a firmar documentos de alistamiento so pena de castigos».

Sus allegados denuncian que no saben de ellos y que las autoridades del Kremlim no les dan datos. El Gobierno ucraniano ha creado una línea de comunicación para que las madres rusas puedan saber de sus hijos y cuelgan vídeos con imágenes de los prisioneros. En uno de ellos, un joven herido, se identifica como Leonid Paktishev. «No tenía ni idea de que lo habían enviado allí. Tampoco creo que él lo supiera antes de ir», lamenta su hermana.

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