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Las instituciones europeas reaccionaron con hermetismo ante el anuncio de la dimisión de Boris Johnson como jefe de Gobierno y líder del partido conservador británico. Ni comunicados, ni declaraciones, ni mensajes en las redes sociales. Silencio absoluto. Y significativo: es lógico pensar que la Unión ... Europea respira aliviada con la marcha de un antiguo socio incómodo, artífice del Brexit, que deja atrás muchos flecos sueltos. Entre ellos, la aplicación del Protocolo de Irlanda del Norte.
La Comisión Europea no brindará con champán en público por la espantada del 'premier. Al menos, así lo aseguró ayer su portavoz, Johannes Bahrke, ante la pregunta de un periodista. «No tenemos comentarios sobre lo ocurrido en Reino Unido», dijo tajante. Su homólogo responsable de las relaciones del bloque con Reino Unido, Daniel Ferrie, fue un poco más preciso y avanzó que la dimisión de Johnson «no cambia nada» en las negociaciones del Brexit. «Nuestra posición es buscar soluciones –declaró–. Los acontecimientos políticos no alteran nuestra posición sobre el protocolo, sobre nuestro trabajo con las autoridades británicas, con Irlanda del Norte».
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lourdes gómez
iñigo fernández de lucio
José M. De Areilza
Las relaciones de los Veintisiete con el Gobierno británico atraviesan una de sus horas más bajas desde que Londres intentara modificar el Protocolo de Irlanda del Norte de forma unilateral, lo que Bruselas interpreta como una ruptura del Derecho Internacional. En la campaña electoral que le condujo hasta Downing Street, en 2019, Johnson prometió llevar a cabo el Brexit. Y cumplió, pero no del todo. Durante meses, las negociaciones con la UE han permanecido encalladas, con el Protocolo de Irlanda como principal escollo para sellar el acuerdo. La ley que su Gabinete presentó para modificarlo en junio fue el último de una larga lista de desencuentros.
Ayer, el Ejecutivo europeo confirmó que los tres procedimientos de infracción contra Reino Unido continúan abiertos, a la espera de que las autoridades británicas den marcha atrás y cumplan lo pactado con la UE en un plazo de dos meses. De no ser así, enviará el caso al Tribunal de Justicia de la Unión Europea. A falta de saber quién será el próximo primer ministro, la Comisión mantiene una calma tensa, con la esperanza de que el nuevo 'premier' esté más dispuesto que su predecesor a alcanzar un compromiso firme.
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