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El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, estrecha la mano al primer ministro británico, Rishi Sunak, antes de su reunión de este sábado en Kiev. AFP

La visita de Sunak zanja el desencuentro entre Ucrania y sus aliados por el misil caído en Polonia

El primer ministro británico anuncia a Zelenski una nueva ayuda militar de 60 millones de euros para reforzar la defensa aérea del país

mikel ayestaran

Enviado especial. Odesa

Sábado, 19 de noviembre 2022, 16:33

Al mismo tiempo que el recientemente nombrado primer ministro británico, Rishi Sunak, llegaba a la estación de Kiev, otro tren salía en dirección sur para unir por primera vez en nueve meses la capital de Ucrania con Jersón, capital a su vez de la provincia ... homónima ocupada por los rusos hasta hace una semana. Las buenas relaciones con los aliados son una de las claves en una guerra en la que Ucrania depende absolutamente de la ayuda exterior. Sunak recogió el testigo de Boris Johnson y realizó su primera visita oficial tras unas jornadas marcadas por el distanciamiento entre Ucrania y sus socios por culpa del misil caído en Polonia. Los ucranianos defienden que fue lanzado por Rusia; la investigación de la OTAN apunta a una batería antiaérea ucraniana.

El primer ministro británico anunció a Volodímir Zelenski que enviará un nuevo paquete de ayuda militar por un valor de casi 60 millones de euros para reforzar la defensa aérea del país, y su presencia en la capital ucraniana envió un mensaje de apoyo por parte de uno de sus aliados más importantes desde el inicio de la guerra.

«Durante la reunión discutimos los temas más importantes tanto para nuestros países como para la seguridad global. Juntos somos más fuertes y lograremos los resultados deseados», declaró un Zelenski con un ojo en la diplomacia y otro en la línea del frente. Sunak dijo que el objetivo de este nuevo material es «proteger a los civiles ucranianos y la infraestructura nacional crítica de un intenso bombardeo de ataques rusos». Para ello llegarán en breve 120 baterías antiaéreas y radares de última generación para hacer frente a los aviones no tripulados que Rusia compra a Irán, cada vez más utilizados en el campo de batalla. Las últimas oleadas de ataques rusos han causado daños severos al sistema energético y 10 millones de ucranianos viven sin luz.

Algunos analistas militares plantean la posibilidad de un alto el fuego en invierno y la cumbre de esta semana en Ankara entre los responsables de inteligencia de EE UU y Rusia ha servido para que este discurso gane fuerza, pero en los despachos de Kiev no quieren ni oírlo. «Rusia busca una tregua corta para rearmarse», aseguró Zelenski en un foro en el que participó tras su encuentro con Sunak. En opinión del presidente «los acuerdos inmorales solo traerán más sangre». Andriy Yerma, responsable de la oficina presidencial, añadió que «solo habrá paz cuando acabemos con el ejército ruso en Ucrania y volvamos a las fronteras de 1991». La guerra está a punto de cumplir nueve meses y ya deja más de 16.000 civiles muertos, según el último balance de Naciones Unidas.

Jersón liberado

La reunión con Sunak se celebró a 600 kilómetros de Jersón, pero el resultado de la misma tendrá un impacto directo en su defensa ya que existe un temor creciente a la venganza rusa. Se cumple una semana de la liberación de la única capital de provincia que había logrado conquistar Moscú desde febrero, y las autoridades tratan de devolver la normalidad lo antes posible a un lugar que, según el Kremlin, forma parte de la Federación Rusa tras el referéndum de anexión del 30 de septiembre.

Los campos están minados, la capital se ha quedado sin electricidad, gas y agua corriente y las explosiones suenan cada vez más fuertes y próximas. A esto hay que añadir informes como el recientemente publicado por el Observatorio de Conflictos, grupo de investigación dependiente de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale, que recopila la detención y desaparición forzosa de 226 personas.

«Están al otro lado del río y atacan con artillería convencional. Una vez que han retirado a sus tropas y a sus colaboradores nada les impide bombardear», aseguran fuentes militares que trabajan en la defensa de Jersón. Sus palabras coinciden con el estruendo de una nueva salva de cohetes. «Estos son nuestros, son de salida», indican con una sonrisa. La gente que hace cola en la plaza central ni levanta la cabeza, solo esperan que les llegue cuanto antes el turno para recoger a ayuda humanitaria que llega en camiones.

Los militares ucranianos consultados esperan además que se intensifique la actividad en el frente de Zaporiyia, otra de las provincias que anexionaron a la Federación Rusa, pero en la que nunca han llegado a la capital. El enésimo ataque contra esta capital provincial dejó en la madrugada del sábado a sus 300.000 habitantes sin calefacción. El invierno acaba de empezar, la nieve ya ha llegado al país y cada minuto que pasa resistir se hace más duro para los ucranianos.

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