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El desbloqueo del pacto de Migración y Asilo el pasado miércoles hacía presagiar que el debate sobre este asunto en la cumbre informal de líderes europeos en Granada se llevaría a cabo en un ambiente calmado y que esta cuestión quedaría apartada a un segundo ... plano. Nada más lejos de la realidad. Polonia y Hungría mostraron este viernes su enfado ante la adopción del reglamento migratorio –que salió adelante con sus votos en contra– y vetaron cualquier mención al desafío de la migración en la declaración final de los Veintisiete. El párrafo en cuestión se publicó, finalmente, en un texto del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. El documento conjunto incluye, por su parte, referencias a otros retos de los Veintisiete de cara al futuro, como su ampliación y la autonomía estratégica.
El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, dijo que como «responsable de la seguridad de Polonia, rechazo oficialmente todo el párrafo de las conclusiones de la cumbre sobre migración». Tanto Varsovia como Budapest votaron en contra de la herramienta de gestión de crisis, que establece medidas de solidaridad en caso de que un país reciba una oleada de llegadas irregulares. El dirigente húngaro, Viktor Orbán, aseguró que el visto bueno al mecanismo sin estos dos Estados es «una violación legal» por parte de Bruselas y hace que «sea imposible lograr un compromiso sobre migración hoy y en los próximos años».
El presidente español, Pedro Sánchez, restó importancia a la falta de acuerdo sobre este punto en la cumbre andaluza y defendió que, en su opinión, no empañaba otros logros de este cónclave. «Es un consejo informal. Lo más importante es la posición común dentro del Consejo Europeo y que podremos iniciar las negociaciones con la Eurocámara», destacó.
La presidencia española del Consejo Europeo aspira a avanzar en este expediente con el objetivo de que se apruebe antes del final de la legislatura europea, en junio de 2024, pero la falta de consenso del encuentro muestra que aún hay algunas costuras que coser en la postura sobre migración de los Veintisiete.
La declaración publicada por el presidente Michel se limita a afirmar que la migración es «un desafío que requiere una respuesta europea» y apunta a la necesidad de luchar contra su instrumentalización y las mafias de tráfico de personas. Apuesta, igualmente, por trabajar en la dimensión exterior de este fenómeno, cerrando acuerdos con los países de origen y tránsito.
Este es un punto en el que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afirmó que «todos los países coinciden». «Confío en encontrar soluciones buenas en materia de migración. Necesitamos un enfoque integral con países socios», subrayó.
Bruselas trata de cerrar uno de estos acuerdos con Túnez, país del que sale gran parte de las embarcaciones que llegan a Italia, a pesar de las dudas que genera en materia de respeto de los derechos humanos de las personas migrantes. El Ejecutivo comunitario prometió ayuda financiera por valor de 127 millones a la nación africana a cambio de un refuerzo de su guardia costera y del bloqueo de las salidas de ilegales hacia la UE.
Italia, uno de los países más afectados en los últimos meses por la oleada de entradas irregulares al continente, trata junto al Reino Unido de que se adopten medidas más contundentes a nivel europeo. Sus dos líderes, Giorgia Meloni y Rishi Sunak, celebraron este viernes que su alianza «ha cambiado el paso» del debate migratorio y ven necesario actuar «con urgencia» ante un problema que afecta a todo el bloque.
Otro de los debates se centró en las próximas prioridades de la UE, con la declaración en torno a la «agenda estratégica europea» que, «por primera vez en muchos años», permitirá mantener «un debate sobre la ampliación al máximo nivel», destacó Michel. El presidente del Consejo Europeo llamó a los Estados miembros a «estar preparados» para acoger a los países candidatos para 2030.
Von der Leyen, aunque evitó dar fechas, garantizó su firme voluntad de «trabajar desde Bruselas en la revisión de las políticas» para hacer frente a las «tareas pendientes» de la UE. Una de esas modificaciones tiene que ver con repensar el sistema de toma de decisiones. Hoy en día, las materias sensibles, como seguridad y defensa o energía, requieren de unanimidad y, en ocasiones, quedan bloqueadas por países pequeños que las usan como moneda de cambio. De hecho, Polonia y Hungría ya se valieron de esta estrategia para tratar de descongelar sus fondos europeos de recuperación.
Los líderes acordaron «reforzar su capacidad defensiva», con mayores inversiones en este sector, e impulsar las relaciones transatlánticas.
Prometen identificar vulnerabilidades y prepararse para reaccionar ante una crisis y diversificarán sus cadenas de suministro.
El bloque se concentrará en la descarbonización de su industria, la mejora de la eficiencia y el impulso de las energías renovables.
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