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JUAN CARLOS BARRENA
CORRESPONSAL. BERLÍN
Domingo, 16 de octubre 2022, 12:56
El general de tres estrellas estadounidense en la reserva, Ben Hodges, se ha mostrado convencido de que Ucrania ganará a lo largo de 2023 la guerra contra Rusia y de que recuperará la totalidad de sus territorios actualmente ocupados. «Creo que Crimea será liberada lo ... más tarde el próximo verano», afirma en declaraciones al rotativo 'Frankfurter Allgemeine' el que fuera comandante en jefe de las fuerzas del ejército de Estados Unidos en Europa entre 2024 y 2017 en su cuartel general de Wiesbaden.
«Si contemplo el momento actual veo que la situación de los rusos empeora cada semana. Se dice que la guerra es una prueba de voluntad y logística, y en ambos puntos Ucrania es muy superior», declara el militar con experiencia en Afganistán e Irak, para el que «los rusos deben perder o volverán a intentarlo en dos o tres años de nuevo».
Hodges asegura que las fuerzas ucranianas tienen intención de avanzar hacia el mar de Azov. «Cuentan con el tiempo de su parte. No tienen que precipitarse. Los rusos se encuentran ahí contra la pared», señala el experto, quien destaca que las fuerzas del país invadido tienen puesta su vista en las líneas de abastecimiento del Ejército ruso en el puente de Kertsch, que une Rusia con Crimea y fue recientemente objeto de un sabotaje, y la región de Mariúpol.
«Creo que el Ejército ucraniano ha alcanzado un momento irreversible. Es altamente imposible que los rusos puedan dar la vuelta a esa dinámica. Por ese motivo es más importante que Occidente mantenga su apoyo a Ucrania», comenta el general estadounidense, quien reconoce haberse visto sorprendido «por lo poco preparados que estaban los rusos para la contraofensiva de los ucranianos en la región de Járkov».
Asegura que Rusia comenzó esta guerra con cuatro graves errores de cálculo: el convencimiento de una superioridad militar que les permitiría tomar Kiev en poco días con sus tanques, la idea de que Occidente no respondería y a la agresión, el alto precio en bajas, aislamiento y sanciones que están pagando y por último la creencia de que serían capaces de «matar dos moscas de un golpe, borrando a Ucrania del mapa y rompiendo» la Alianza Atlántica.
«Nada de eso ha sucedido», comenta Hodges, para el que la mejor prueba de «las dificultades y frustraciones» de la dirección rusa está en el hecho de que «Putin haya nombrado a un nuevo comandante en jefe para la guerra», que, afirma, no podrá resolver los problemas fundamentales del Ejército ruso, entre las que cuenta «la estructura de comando centralista, la corrupción desde hace décadas, el deficitario sistema logístico y la incapacidad clara de coordinar las operaciones de las fuerzas de tierra, mar y aire».
«Desde la invasión en febrero los rusos no han sido capaces de llevar a cabo una sola operación integrada, por suerte. La fuerza aérea rusa no resulta prácticamente ayuda alguna para las tropas de tierra y la flota del Mar Negro se esconde desde que los ucranianos hundieron en abril el crucero Moskva», comenta Hodges.
Pese a todo, advierte de que el Kremlin «hará lo posible por prolongar la guerra y sembrar miedo e inseguridad en Occidente. Le valen todos los medios: llamar a filas a jóvenes para que sirvan de carne de cañón y cometer atentados contra infraestructuras en Occidente. Creo que por eso en las próximas semanas y meses viviremos más actos de sabotaje de ese tipo o por lo menos intentos de cometerlos».
Igualmente se muestra convencido de que Moscú en ningún caso desea que Occidente se implique directamente en la guerra: «es lo último que quieren los rusos. Saben exactamente que no sobrevivirían militarmente».
Y también descarta que la amenaza del régimen del presidente ruso, Vladímir Putin, de echar mano de su arsenal nuclear llegue a hacerse realidad. «Es muy improbable, porque en el campo de batalla no tendría efecto alguno», asegura Hodges para el que «el uso de armas nucleares tácticas no ofrecería ventaja militar alguna, pero tendría enormes consecuencias políticas para Rusia. ç
Lo mismo puede decirse de las armas químicas y otras armas proscritas». Además advierte de que, para la eventualidad de que «los rusos cometan ese error fatal», Occidente tiene preparada ya una respuesta «proporcionada y dolorosa».
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