Keir Starmer y Victoria, su mujer, llegan a su nueva residencia en el 10 de Downing Street. AFP

Las elecciones sacuden por completo el sistema político británico

Los conservadores terminan el ciclo de su gobernación con problemas más graves que los que quisieron extirpar en el inicio

Iñigo Gurruchaga

Corresponsal. Londres

Viernes, 5 de julio 2024, 18:37

El nuevo primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, ha prometido un Gobierno de estabilidad y moderación en su discurso en Downing Street, tras recibir del rey la invitación a formar Gobierno. Aspira a una «renovación nacional sin espectáculo ruidoso», «luchar hasta que la población recupere la confianza en la política» y «tratar a cada persona con respeto».

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Tras advertir que la reconstrucción del país no puede ser inmediata, que se «hará ladrillo a ladrillo», entró con su esposa, Victoria, en la residencia oficial del jefe de Gobierno para poner el primer ladrillo de su mandato, la formación de un gabinete que tendrá que gestionar la política británica con una holgada mayoría absoluta en el Parlamento de unos 175 escaños.

En una jornada típica de las tradiciones de la política británica, el primer ministro cesante, Rishi Sunak, deseo éxito a Starmer, a quien describió como «un hombre respetable y generoso por el que siento respeto». Su sustituto inició su discurso elogiando el mérito de Sunak por haber logrado ser el primer jefe de Gobierno de origen asiático y «la dedicación y laboriosidad de su liderazgo».

El remate fue el recibimiento de Starmer en Downing Street por el secretario del Gabinete, sir Simon Case, que ha trabajado con Boris Johnson, Liz Truss y Rishi Sunak, y facilitará ahora el asentamiento del nuevo Ejecutivo. A diferencia de Tony Blair, que no tenía experiencia de Gobierno, Starmer la tuvo como Fiscal del Estado y tiene en su equipo personal familiarizado con la Administración pública.

Los rituales de la transición han sido ordenados, pero los resultados de las elecciones celebradas el jueves son una sacudida al sistema política británico. El Partido Laborista ha obtenido 412 escaños, pero el porcentaje nacional de votos fue de 33,7%. El Partido Conservador fue apoyado por el 23,7% de los electores. La ventaja de diez puntos es menor que lo previsto por las firmas de encuestas.

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Los laboristas se han beneficiado del sistema mayoritario, que ha dejado a los conservadores con 121 escaños. Han perdido los suyos la exprimera ministra, Liz Truss; el titular de Defensa y el de Justicia, las responsables de Educación y de Ciencia en el último gabinete de Sunak, la ministra para la Cámara de los Comunes, Penny Mordaunt , persistente aspirante al liderazgo, y diputados influyentes en el Parlamento.

El rechazo a los conservadores tras catorce años de Gobierno le ha dejado sin ningún escaño en Gales. El voto táctico ha causado enormes pérdidas a los 'tories', en beneficio de los laboristas y de los Liberal Demócratas, estos especialmente en circunscripciones tradicionalmente conservadoras en el sur de Inglaterra. Han obtenido 71 escaños, el mayor número desde 1923. Debilita el bipartidismo.

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Sorpresas en Escocia y Ulster

Pero la causa principal de la derrota en el día decisivo han sido los más de cuatro millones de votantes del partido Reform UK, liderado por Nigel Farage. Consiguiendo cuatro escaños con un porcentaje nacional de votos del 14,3% , esos millones emergían en la noche del recuento de papeletas como desplazamientos al Reform de votantes 'tories' en 2019. También les ha ocurrido a los laboristas, pero el efecto con los conservadores es de otra escala.

Los catorce años de gobernación conservadora comenzaron en 2010, con un Gobierno de coalición entre éstos y los liberal-demócratas. Mostraba las dificultades para lograr mayorías del partido que por más tiempo ha gobernado el Reino Unido. Un obstáculo era el desvío de votos 'tories' al Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) que lideraba Farage.

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Miembros y votantes conservadores, también diputados en el grupo parlamentario, se identificaban con el euroescepticismo radical. El primer ministro, David Cameron, quiso acabar con el lastre de esa división interna convocando el referéndum del Brexit en 2016. El ciclo de 14 años termina con el partido en una posición más comprometida que aquella.

Los miembros reclaman un mayor papel y, cuando han tenido opciones para elegir al líder, han rechazado siempre a los partidarios de la corriente moderada y europeísta. El grupo parlamentario está roto con ambiciones y enemistades. Entre las primeras voces conservadoras, ha sido común abogar por un cambio que «escuche a lo que quiere el pueblo», tras conocerse los resultados.

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Sunak ha prometido permanecer hasta que el partido organice la sucesión. Las próximas semanas indicarán la dirección de una fuerza política dividida y a la que Farage quiere destruir con victorias en elecciones municipales o para sustituir a diputados. Quiere ser la oposición de los laboristas y ganar las elecciones en 2029. «Habéis visto el primer paso de algo que os asombrará», ha anunciado tras ganar cuatro escaños.

La situación del Partido Nacional Escocés no es mejor. Ha perdido 38 escaños en Westminster. Es un gran golpe para la formación independentista .

En Irlanda del Norte, la sacudida al sistema es la pérdida de tres escaños por el Partido Democrático Unionista (DUP), que queda con cinco escaños, por debajo de los siete del Sinn Féin, que se abstiene en el Parlamento de Londres. El DUP queda también por debajo en votos. Un unionista que es crítico radical del Acuerdo de Paz de 1998 les ha arrebatado el escaño de Antrim, que la familia Paisley, fundadora del partido, había mantenido durante décadas.

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