Óscar B. de Otálora
Jueves, 22 de junio 2023, 11:09
Grigory Klinishov, el científico que en los años 60 desarrolló el programa nuclear ruso que permitió cambiar la historia de la Guerra Fría, apareció ayer muerto Moscú. Este científico de 92 años -galardonado con la orden de Lenin, la máxima condecoración soviética- fue encontro ahorcado ... en su apartamento por su hija, donde la Policía también halló una nota de suicidio.
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La muerte de Klinishov se produce en un momento marcado por las amenazas nucleares de Rusia debido a los reveses que está recibiendo en la guerra de Ucrania. El uso de armas atómicas se ha convertido en el ariete que el Gobierno de Putin esgrime de forma periódica para intentar condicionar el apoyo de los países de la OTAN a Zelensky. De hecho, ya ha desplazado armas nucleares tácticas a Bielorusia, país aliado de Moscú.
Por el momento se desconoce el contexto del fallecimiento de Klinishov. Fuentes de la oposición rusa la han vinculado, sin pruebas y sin facilitar ninguna explicación, con las muertes de oligarcas rusos en extrañas circunstancias que se han registrado desde que comenzó la invasión de Ucrania.
El científico fallecido fue uno de los expertos que en los años 60 desarrolló el programa nuclear ruso, con el que pretendían equilibrar el poder entre potencias durante la Guerra Fría, después de que EEUU hubiera hecho estallar las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasiki. El artefacto que Klinishov consiguió desarrollar -denominada RDS37- detonó con éxito el 22 de noviembre de 1955 en Semipalatinsk, Siberia. Esta explosión cambiaría el equilibro de poder en el mundo de la posguerra. Con anterioridad, Rusia había conseguido probar una bomba atómica pero lo que hizo Klinishov y su equipo fue fabricar una bomba de hidrógeno, mucho más potente que las que se habían empleado hasta la fecha. Estos avances permitieron utilizar bombas termonucleares y aceleraron la carrera armamentística de la Guerra Fría.
El mentor de Klinishov era Andrei Sajarov. Este científico, el verdadero padre de la bomba atómica soviética, renegaría más tarde de sus desarrollos y se convertiría en uno de los grandes disidentes rusos, obsesionado en poner fin a la carrera nuclear. En 1975, cuando vivía acosado por el régimen soviético, recibió el Premio Nobel de la Paz.
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