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Miguel Pérez
Miércoles, 10 de julio 2024, 19:49
Los cimientos de la campaña presidencial de Joe Biden vuelven a temblar. El actor George Clooney, el hombre que con su activismo se ha convertido en uno de los principales recaudadores de fondos electorales del inquilino de la Casa Blanca, ha publicado un artículo donde declara su «amor» y adhesión al octogenario demócrata, pero le solicita que se retire de la carrera electoral, convencido de que el republicano Donald Trump puede ganar los comicios de noviembre.
Una decena de senadores le ha reclamado su abandona y Nancy Pelosi, la histórica dirigente de la Cámara de Representantes, le invitó ayer a pensarse su postulación sin entrar en consideraciones sobre su salud o si debe o no seguir como aspirante. Pero el anuncio de George Clooney resulta especialmente devastador. El intérprete es un conocido simpatizante demócrata e incluso Biden ha recurrido a él durante este mandato para consultarle sobre cuestiones culturales. Hace menos de un mes, patrocinó en Los Ángeles una gala repleta de estrellas de cine, entre ellas Julia Roberts y Barbra Streissand, donde se consiguieron 28 millones de dólares para la campaña.
«En los últimos cuatro años ha ganado muchas batallas, pero hay una que no puede ganar, la batalla contra el tiempo. Ninguno de nosotros podemos. Es devastador decirlo, pero el Joe Biden que vi hace tres semanas en un acto para recaudar fondos no es el Biden de 2010. Ni siquiera el Biden de 2020. Era el mismo hombre que todos pudimos ver en el debate», explica Clooney en un extenso artículo en 'The New York Times', donde además emplaza a otros líderes demócratas como Nancy Pelosi y Chuck Schumer a que le pidan «que se haga a un lado voluntariamente».
El actor, director y productor se autodefine como un «demócrata orgulloso», pero opina que los cargos de este partido «no pueden seguir diciendo que no vimos algo que todos pudimos observar». Y es más, justifica el deseo de mirar hacia otro lado: «Estamos todos tan aterrados de la idea de que Trump logre un segundo mandato que hemos optado por ignorar todos los síntomas que nos alertaban» de la situación personal de Biden.
Clooney remata con la idea de que resulta «justo» y no debe alarmar referirse a las distracciones y lagunas que ha sufrido el presidente estadounidense porque « esto tiene que ver con la edad, nada más». «No vamos a ganar en noviembre con este presidente», concluye de modo tajante el actor, quien piensa, al igual que otros destacados demócratas, que la formación corre el riesgo de perder el Senado y el Congreso. «Esta no es solo mi opinión, es la opinión de todos los senadores, congresistas y gobernadores con los que he hablado en privado; cada uno, independientemente de lo que diga públicamente», advierte, antes de una última reflexión en caso de materialiarse un relevo en la boleta electoral: «¿Sería complicado? Sí. La democracia es complicada. Pero el corto recorrido hasta el día de las elecciones sería un beneficio para nosotros, no un peligro».
Su nombre se suma así a las deserciones producidas en Hollywood en el último mes por parte de donantes que han retirado su contribución o anunciado que la trasladarán a otros terrenos. La heredera del imperio Disney, una filántropa de largo recorrido, fue la primera en posicionarse hace una semana y le han seguido figuras como el productor Damon Lindelof, el cofundador de Netflix, Reed Hastings, el célebre presentador Stephen Colber –»perdí un año de vida en el debate»– o el escritor Stephen King, entre otros. «Quzá la única manera de forzar un cambio es que deje de fluir el dinero».
¿Será George Clooney el referente social que pueda promover un cambio en las elecciones demócratas? Todavía es pronto. De momento, Biden no ha dado muestras depensárselo: en la cumbre de la OTAN, de la que es anfitrió en Washington, ha vuelto a repetir este miércoles que su intención será disputar a Trump la Casa Blanca.
Por agotamiento. La estrategia de Joe Biden para mantenerse como aspirante a la presidencia de Estados Unidos parece basarse en una insistencia rayana en la tozudez y en una técnica tan simple como dejar pasar el tiempo. Tanto él como sus asesores están seguros de que hay una doble ganancia: mientras se reduce el plazo para que el Partido Demócrata pueda armar otra candidatura crece la esperanza de que la polémica de su salud caiga en el olvido.
La táctica ha empezado a dar frutos. Decenas de demócratas cerraron filas con Biden este martes por la noche (miércoles en España), deseosos de pasar página y hartos de un espectáculo que da munición a los republicanos. Donald Trump se ha abonado a una espiral de mofas denigrantes que lanza día a día. La última: ha retado al líder demócrata a celebrar otro debate televisado «esta misma semana» y a jugar un partido de golf bajo la promesa de donar un millón de dólares si aquél le vence, Los canales y tertulianos más conservadores han comenzado además a atacarle por el lado de su mujer, Jill, con mensajes tan desagradables como que su afán de poder le lleva a «abusar de un anciano» convenciéndole de que siga en la carrera electoral.
«La necesidad urgente en este momento es que los demócratas se mantengan unidos y se concentren en el peligro de Trump y su agenda extremista», advirtió en la noche del martes la congresista de Colorado Diana DeGettes. Los referentes más liberales del partido, entre ellos Alexandria Ocasio-Cortez, y los integrantes del caucus afroamericano también apuesta por él. Han proporcionado un valioso espaldarazo al presidente. «Todavía está en condiciones de hacer el trabajo para un segundo mandato, Es una pérdida de tiempo y un peligro pasar los próximos meses lamentándonos tratando de encontrar un camino alternativo», defiende este grupo, que consideran al actual mandatario como un «presidente muy exitoso que ha defendido nuesta democracia» mientras Trump «es un autoritario loco y criminal»,
Se trata de la primera ocasión desde el terrible debate de la CNN en el que un bloque amplio de cargos se coordina para apoyar al candidato y, sobre todo, subrayar que no hay nadie mejor para postularse en este momento. Pero, a pesar de este torrente de manifestaciones, la división interna está lejos de cerrarse. Otros demócratas han considerado en las últimas horas la conveniencia de celebrar unas miniprimarias o grupos de debate que saquen a la luz a nuevos aspirantes. De este asunto huyen como comadrejas muchos cargos de alto nivel, posiblemente pensando en los siguientes comicios de 2028 y en la posibilidad de un adelanto electoral intermedio donde sí presentar su plataforma.
La prevención a terminar quemado ha subido enteros desde que Biden señalase a las «élites» del partido retándolas a enfrentarse con él. El debate interno no es suave ni una lección de esgrima. El martes, antes de entrar a la reunión de representantes, les quitaron los móviles para evitar vídeos comprometedores y filtraciones.
Un asunto pendiente para los detractores no es solo su salud, sino la falta de un plan B en caso de que finalmente deba retirarse y de un proyecto general de derribo de Donald Trump. De momento, ni el candidato ni su equipo han dado muestras de plantearse si es necesario un nuevo argumentario cuando el rival republicano lleva seis puntos de ventaja en intención de voto. Cincuenta millones de dólares gastados en anuncios anti-Trump no han servido de mucho hasta el momento.
Un aspecto que está inquietando a nivel interno es la aparente intención de los asesores de Biden de dejar que el tiempo pase hasta un punto de no.retorno; una maniobra que algunos cargos dicen no haber visto nunca en el Partido Demócrata y que consideran un mal gesto para el votante. La formación celebrará su convención nacional en la segunda mitad de agosto, pero quiere realizar una votación anticipada y virtual antes para garantizar la nominación de Biden. Los asesores justifican este hecho en la ley de Ohio que obliga a formalizar las papeletas para el 7 de agosto, aunque las autoridades del Estado han aprobado una medida temporal que permite alagar el plazo.
Muchos recuerdan estos días el caso de Lyndon B. Jonhson, quien se retiró de la campaña para la reelección en 1968. Todavía hoy se desconocen los motivos exactos; si se trató de una decisión empujada por la división que su candidatura causaba en el Partido Demócrata, su caída de popularidad, especialmente, por la guerra de Vietnam o una cuestión de salud. A sus 60 años temía sufrir una dolencia irreversible o fallecer en mitad deun mandato, como Woodrow Wilson o Franklin D. Roosevelt. Su mujer le apoyó en la retirada.
Por regla general, un presidente utiliza el privilegio de presentarse a la reeleción por empatía, ambición y competitividad. En el caso de Biden, algunos analistas creen que existe también un factor personal con Trump o el convencimiento de que solo él puede volver a derrotarle. A diferencia de Bill Clinton y Barack Obama, o de Jimmy Carte, anteriormente, que han disfrutado de largas y frucíferas carreras personales con fundaciones y giras de discursos, Biden, quizá tema verse abocado a sus 81 años a un futuro más tranquilo y reservado.
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