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Dos operarios trabajan junto a la boca del almacén subterráneo del estanque de Dethlinger.
El agujero más venenoso del mundo está en Alemania

El agujero más venenoso del mundo está en Alemania

El estanque de Dethlinger contiene toneladas de bombas y armas químicas de las dos guerras mundiales que serán retiradas a partir de este verano

Lunes, 3 de julio 2023, 00:09

Todo está listo para la limpieza del agujero más venenoso del mundo. Desde una nave hermética de 600 metros cuadrados para neutralizar decenas de miles de proyectiles y barriles con productos químicos bélicos, a varias naves más pequeñas con esclusas para evitar fugas de gases ... y facilitar el acceso de los expertos con trajes especiales. Incluso se ha construido un recinto médico especial completamente aislado para atender casos de contaminación y envenenamiento de quienes se encargarán de manipular los peligrosos restos de munición de la primera y segunda guerras mundiales.

En total, 10.000 metros cuadrados de superficie abarca el centro especial de desactivación de explosivos y armas químicas levantado a las afueras de la localidad alemana de Munster, en el norteño Estado federado de la Baja Sajonia, cuya construcción finalizó esta semana y que está listo para ser operativo este verano. En agosto comenzarán a trabajar los especialistas responsables de descontaminar el mayor depósito de bombas y productos químicos de la última gran guerra en suelo alemán.

El agujero más venenoso del mundo es el Dethlinger Teich, el estanque de Dethlinger, situado en el barrio de ese nombre en la periferia de la ciudad de Munster. Una antigua cantera de tierras de diatomeas que fue utilizada como basurero para armas químicas, proyectiles bélicos y bombas incendiarias, primero por los nazis y luego de manera masiva al término de la Segunda Guerra Mundial por las fuerzas de ocupación británicas.

Obuses de la última guerra mundial sobresalen entre los escombros en el depósito militar que ahora se pretende limpiar.

En 1952, el agujero, con un diámetro de 60 metros y una profundidad de 21, fue cubierto con escombros y una gruesa capa de tierra. Desde entonces el recinto se encuentra cerrado y es vigilado con cámaras por una empresa de seguridad. Para los vecinos y las organizaciones ecologistas se trata de un «retrete de armas químicas» sumamente peligroso, sobre todo después de que ya en 1990 se detectaran filtraciones de arsénico y otras sustancias contaminantes en las aguas subterráneas.

Desde entonces varias iniciativas ciudadanas han luchado incansablemente para conseguir que se vacíe y limpie completamente el venenoso agujero. El pasado año comenzó ya la operación con la puesta en marcha de una depuradora especial de aguas valorada en un millón de euros que procesa y limpia el agua subterránea contaminada por la basura militar. También para secar el subsuelo del estanque y facilitar la extracción este verano de las bombas, proyectiles y barriles con productos químicos altamente tóxicos.

El procedimiento es tan peligroso que el recinto con las instalaciones para procesar y neutralizar bombas y armas químicas se encuentra rodeado por una muralla de tierra, mientras en su interior se han levantado muros especiales para resistir las esquirlas de la posible detonación de una granada. Los artificieros y expertos encargados de manipular el material trabajarán con trajes especiales y máscaras de oxígeno completamente aislantes. Las estrictas normas de seguridad solo permiten que, durante las labores de neutralización, haya dos operarios simultáneamente en la gran carpa.

Sistema de disparo múltiple de proyectiles del ejército alemán en la II Guerra Mundial.

Cinco años se calcula que durará la limpieza del agujero, que cuenta con una financiación inicial de 60 millones de euros, aunque se espera que la cifra aumente con el paso del tiempo. Las labores de desactivación y neutralización son coordinadas por la Sociedad para la Eliminación de Productos Químicos y Munición Bélicos (GEKA), una institución federal especializada en retirar material de guerra contaminante, como en este caso, en el que bombas y barriles llevan décadas descomponiéndose y envenenando su entorno.

El agujero puede ser, sin embargo, una caja de sorpresas. No existen registros precisos sobre el material que fue depositado en el mismo durante la llamada 'Operation Davy Jone's Locker', llevada a cabo entre 1946 y 1948 por los ejércitos aliados de Estados Unidos y el Reino Unido en Alemania para eliminar munición y armas químicas nazis. La mayor parte fue vertida en los mares del Norte y Báltico, pero aquellos productos que no pudieron ser transportados entonces al mar, acabaron llenando el estanque de Dethlinger.

Se presumen en su interior al menos 300 barriles con 250 litros de fosgeno líquido y otros 100 barriles de 100 litros con gas mostaza, así como cientos de bombas incendiarias, miles de granadas químicas y más de 100.000 cargas detonantes, entre otros materiales y productos peligrosos. En un primer sondeo y prospección realizados entre septiembre de 2019 y abril de 2020 se retiraron ya 33 toneladas de munición, 2,8 toneladas de productos químicos y 780 kilos de explosivos. Una mínima parte de lo que se debe extraer aún hasta vaciar completamente el agujero y dejarlo absolutamente limpio con la eliminación también de toda la tierra contaminada.

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