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mercedes gallego
Corresponsal. Nueva York
Lunes, 31 de enero 2022, 00:12
Su intento de abortar la reunión había fracasado, pese a tener el apoyo de China, que no cree que sea el momento de «diplomacia de micrófono» si no de una diplomacia silenciosa que sirva para rebajar la tensión y de respuesta a las preocupaciones rusas. «¿ ... De qué sirve repetir que habrá una guerra?», se preguntaba su representante ante la ONU, Zhang Jun. Ambos países tienen derecho a veto en el Consejo de Seguridad, el órgano que pone los dientes a la organización multilateral.
Estados Unidos podría llevar una resolución hasta la Asamblea General, pero carecería del poder coercitivo y el peso moral que tienen las del Consejo de Seguridad, pensado precisamente para evitar conflictos internacionales. Es, sin embargo, un instrumento creado para la Guerra Fría, como recordó el gigante asiático.
China, por supuesto, tiene su propio conflicto silencioso que esconder, ya que sus aviones acosan a Taiwán desde la costa. «¿Se imaginan lo que significaría para el mundo si los antiguos imperios tuvieron licencia para empezar a reclamar territorios por la fuerza?», preguntó la embajadora estadounidense Linda Thomas-Greenfield. «Imagínense lo incómodos que se sentirían ustedes si tuvieran 100.000 tropas en su frontera».
175.000 pares de botas distribuídas en 50 países tiene EE UU, reprocha al país americano el embajador ruso Vassily Nebenzia.
Todos callaron, salvo el embajador ruso. Lo suyo era un duelo con Thomas-Greenfield, de esos que pasan a la historia, como el de Susan Rice en 2011 al defender la intervención en Libia o el de Powell en 2003 para defender la de Irak. Ninguno esos precedentes hacía ningún favor a Estados Unidos, y Rusia no perdió la oportunidad de denunciar «la hipocresía» de que convocase la reunión precisamente el miembro de la ONU que más tropas tiene desplegadas en otros países y ha llevado a cabo numerosas intervenciones por la fuerza sin contar con la autorización del Consejo de Seguridad. En total, 175.000 pares de botas en más de 50 países, según sus cuentas.
Puestos a hacer cuentas, «¿de dónde sacan la cifra de 100.000 soldados (en la frontera con Ucrania), si nosotros nunca la hemos confirmado ni anunciado?», cuestionó Nebenzia. Por supuesto, recordó el representante británico, la historia también recuerda que en 2014 el difunto embajador ruso Vitaly Churkin le aseguraba al Consejo de Seguridad que Rusia no tenía tropas en Crimea, ni intenciones de anexionarse esa península.
Febrero ha sido tradicionalmente un mes crítico para la seguridad del mundo en la ONU y, según Thomas-Greenfield, Washington ha visto «evidencias de que Rusia pretende expandir su presencia cerca de la frontera de Ucrania con otras 30.000 tropas, a sólo dos horas de Kiev», contó este lunes al Consejo. «Si Rusia invade Ucrania, ninguno de nosotros podrá decir que no lo vio venir», advirtió.
En su cita con la historia, la embajadora estadounidense admitió que «nuestro orden internacional no es perfecto», pero insistió en que se basa en el respeto a que todo los pueblos y países se gobiernen y defiendan por sí mismos, asociándose con quién elijan. Toda una declaración de principios que se contradice con la propia historia de su país.
Amenaza. Washington advierte que Moscú ampliará su poder en la frontera con Kiev con 30.000 soldados más
La reunión terminó sin resolución, como se esperaba, porque el único objetivo era dejar constancia en los anales la declaración rusa de que el mayor movimiento de tropas que se haya visto en Europa en décadas sólo responde a maniobras militares, por desestabilizante que resulte, y no a la intención de invadir Ucrania. «Hablan como si ya hubiera ocurrido», se quejó Nebenzia. Es más, «como si quisieran que se materializase el peor escenario posible».
Tanto es así que varios senadores del gigante americano de ambos partidos han negociado ya las sanciones que impondrán al Gobierno de Vladímir Putin, de hacerse realidad. Ucrania, por su parte, insistió este lunes en que no necesita intérpretes para hablar con Rusia. Si este país tiene algo que objetar a su política internacional, «mejor reunirse y hablar, que traer tropas a la frontera para intimidar al pueblo ucraniano».
La ministra de Exteriores de Reino Unido, Liz Truss, anunció este lunes que el Parlamento tiene «lista» una legislación que permitirá a Londres ampliar el régimen de sanciones contra Rusia si invade Ucrania. En concreto, se ampliarían a un rango de individuos y empresas vinculadas al Kremlin. «Tanto si apoya los agresivos actos de Moscú contra Kiev o si es importante para el Kremlin, tendremos el poder de sancionarle», aseguró Truss.
Mientras tanto, la llamada que el primer ministro, Boris Johnson, y el presidente ruso, Vladímir Putin, habían programado ha sido cancelada. Johnson anunció el fin de semana que visitará Ucrania en los próximos días con el objetivo de disuadir a Rusia de invadir este país y para «evitar un derramamiento de sangre».
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