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Usha Vance parece dispuesta a hacer con su marido lo que Melania Trump no consiguió con el suyo: humanizarle. O, al menos, intentarlo de cara a la galería. La mujer del candidato a vicepresidente de Estados Unidos por el Partido Republicano, y para muchos sucesor del magnate en una futura batalla por la Casa Blanca, ha pasado prácticamente del anonimato al foco de atención de todo un país tras subir este miércoles al escenario de la convención que celebra la formación conservadora en Milwaukee. Allí presumió de esposo: «Es difícil imaginar un ejemplo más fuerte del sueño americano». Pero las miradas estaban puestas en ella, la aspirante a 'segunda dama' de EE UU, quien hace unas semanas reconocía en la cadena Fox News no estar segura de que «alguien pueda prepararse para ser examinado con lupa».
A Usha, de 38 años, le han llovido las primeras críticas precisamente desde las filas republicanas, donde a más de uno le molesta su origen y su religión. La mujer del radical senador de Ohio es hija de inmigrantes hindúes y no profesa el cristianismo. Se crió en los suburbios de San Diego, en California, donde se establecieron sus padres (él ingeniero y ella microbióloga y rectora de la universidad) y sus amigos de la infancia la recuerdan como «un ratón de biblioteca». El propio Vance ha afirmado con admiración que tiene una enorme capacidad de síntesis y es capaz de devorar un libro de mil páginas en apenas unas horas. De niña ya daba pistas de tener madera de «líder», cuentan sus conocidos. Y su marido insiste en público: «La gente no se da cuenta de lo brillante que es».
La pareja se conoció siendo unos veinteañeros en un grupo de debate sobre el declive social en la América rural blanca durante su paso por la prestigiosa Universidad de Yale. Usha -entonces aún Chilikuri, su apellido de soltera- se graduó allí en Derecho y llegó con una beca Gates a Cambridge, donde se movía en ambientes liberales y de izquierdas. Fue en aquella época cuando se registró como demócrata, una mancha en su curriculum como aspirante a 'segunda dama' que muchos republicanos no le perdonarán. En la actualidad aparece registrada como votante conservadora y elogia la capacidad de su marido para abrazar desde el inicio de su relación las diferencias que les separaban hasta en la comida. El senador se adaptó a la dieta vegetariana de su mujer «aunque le gustan la carne y las patatas» y aprendió a cocinar platos indios con su suegra.
Sólo un año después de conocerse, en 2014, se dieron el 'sí quiero' en Kentucky, con la bendición de un gurú hindú en una ceremonia separada. Hoy viven en Cincinati y tienen tres hijos: dos niños (Ewan de 6 años y Vivek de 4, casualmente el nombre de uno de los antiguos rivales de Trump por la nominación republicana) y una niña (Mirabel, de 2). «Es una abogada increíble y una mejor madre», alaba el candidato a vicepresidente. Ella acaba de decidirse por lo segundo, «centrarse» en su familia, y presentar su renuncia en el despacho de abogados Munger, Tolles & Olson donde trabajaba. Usha llegó a este bufete de San Francisco, que cuenta con clientes tan poderosos como Bank of America o Google, tras colaborar con dos magistrados conservadores de la Corte Suprema (Brett Kavanaugh y Jon Roberts).
El diario 'The New York Times' retrata a esta mujer como «integrante de la élite estadounidense», pero ella mira con recelo su nuevo papel. En el escenario de la convención republicana lo disimuló bien, con sonrisas y gestos de cariño hacia su marido, muy lejos de la habitual pose distante de Melania Trump. «Creo en J. D. y lo amo realmente, así que veremos qué pasa en nuestras vidas. Estamos abiertos».
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