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Donald Trump y Elon Musk en el inicio del 'mitin de la victoria' en Washington. EFE
Trump se prepara para la investidura con ataques a la inmigración y el cambio climático

Trump se prepara para la investidura con ataques a la inmigración y el cambio climático

Afirma que ha hecho más que Biden en su presidencia y promete una «velocidad histórica» para recobrar el «orgullo americano» ante 20.000 fieles

Lunes, 20 de enero 2025, 00:23

Donald Trump celebró anoche su último discurso como expresidente. Lo hizo ante algo más de 20.000 personas que desafiaron las gélidas temperaturas del exterior y una larga cola para acceder al Capital One Arena de Washington. Lo llamó el mitin de la victoria, en lo que algunos analistas interpretaron como la reafirmación del triunfo absoluto: volverá a ser el máximo mandatario de Esatdos Unidos y con el saldo suficiente para controlar el Senado y la Cámara de Representantes.

El 47º presidente que hoy jura su cargo enel Capitolio llevó teloneros. El cantante Kid Rock, fiel seguidor suyo, interpretó varias canciones para calentar al auditorio. No faltó 'We the People', donde el roquero estadounidense descalifica a Joe Biden y al exasesor médico presidencial Anthony Fauci, además de soltar frases del estilo «el Covid está viniendo a la ciudad». Entre los ponentes que abrieron la noche también estuvo el enviado especial a Oriente Medio de Trump, Steve Witkoff, jaleado como una pieza clave para el alto el fuego en Gaza decretado ayer, quien enseñó al público la pantalla de su móvil, donde aparentemente aparecía la fotografía de las tres primeras rehenes liberadas por Hamás,

La familia del magnate acompañó al nuevo presidente al escenario. Él, su esposa Melania y el vicepresidente J.D. Vance habían visitado horas antes el Cementerio Nacional de Arlington en Virginia para asistir a un homenaje a los soldados caídos. En el Capital One, sus hijos, Eric y Don Jr., junto con su nuera Lara, que tuvo un importante papel en la campaña electoral republicano, agradecieron el apoyo de los votantes y prometieron que el magnate «recuperará nuestro país».

Una intervención importante, de las de tomar nota, fue la del nuevo subdirector del gabinete, Stephen Miller, quien adelantó uno de los ejes seguros de esta legislatura trumpista en ciernes. Anunció que hoy uno de sus primeros decretos presidenciales abordará la inmigración. La orden pondrá «fin a la invasión de la frontera, envía a los ilegales a casa y trae de regreso a Estados Unidos», sentenció entre aplausos.

Y tras la larga entrada –hubo invitados que no pudieron hacer su discurso porque apretaba el tiempo–, Trump apareció en el mitin de una forma desacostumbrada en alguien que ha sufrido un atentado frustrado y una intentona hace apenas unos meses. Debía tener mucha confianza en que estaba entre amigos porque descendió por un pasillo entre las gradas, rodeado de un público enaltecido al son del himno de Lee Greenwold 'Dios bendiga a los Estados Unidos', interpretado por éste desde el escenario.

«¡Ganamos! ¡Québien se siente! Vamos a hacer el país grande de nuevo», fueron sus primeras palabras mientras la audiencia coreaba su grito más popular: «U-S-A». El presidente, en un singular comienzo, aseguró que pudo haber sido víctima de un engaño en estas últimas elecciones. «Lo intentaron», advirtió, pero no pudo ser porque su triunfo en las urnas «era demasiado grande», No acusó a nadie, pero sus palabras no parecen sintonizar demasiado con el discurso alentando a la «unidad» que pretende hacer hoy tras su investidura en el Capitolio, según el mismo avanzó recientemente. Tampoco contribuyen a ese espíritu otras fases como la que dijo recogiendo el guante lanzado por su subordinado Miller sobre la inmigración. «Vamos a parar la invasión de nuestras fronteras»,

El líder republicano se jactó además indirectamente de la consecución del alto el fuego en Gaza y atribuyó la vertiginosa materialización del acuerdo a su gestión. «Hemos conseguido más que la Administración Biden» en estos cuatro años «sin ser presidente» y prometió que su gabinete «actuará con una velocidad y una fuerza históricas» para restaurar la «ley el orden» y fortalecer el «orgullo americano».

Divide y conquistarás. La vieja fórmula, aplicada a fuerza de incendiar la indignación colectiva, con los inmigrantes como cabezas de turco, le ha servido bien a Donald Trump para conquistar la Casa Blanca, pero ahora que ha llegado al poder necesita unir a sus seguidores.

«Se comió una bala»

«Unidad, fuerza y justicia», avanzó el mandatario. Sus seguidores estaban de acuerdo. «¡Ya nos ha unido! ¿Es que no lo ves? Mira lo tranquilos que estamos todos», explicaba Tom Chappo, un motero de Pensacola (Florida) que tuvo que renunciar al viaje en moto con otras 200 Harley-Davidson debido al mal tiempo. Ni el frío polar ni el aguanieve que ayer caía inclemente sobre la capital fueron capaces de disuadir a los seguidores del presidente, que le han aupado hasta esta victoria.

«Él se comió una bala por nosotros. ¿Crees que el frío nos va a parar?», justificaba Patricia Lars, que a esas alturas llevaba ya casi cuatro horas en cola para entrar al pabellón del Capital One Arena.

Sus asesores reconocen que ese es el motor del mandatario: competir y ganar. Los detalles del Gobierno le aburren, prefiere los grandes brochazos. Con esos quiere rematar un legado de unidad en el que todo el país se rinda ante él. «Eso no creo que lo consiga hasta que muestre lo que hace», concedió Tom Chappo. «Si la gente ve que bajan los precios de la gasolina y vuelve la industria nacional, se rendirá», añadió.

Como eso llevará más tiempo, empezará por perdonar a los imputados por el asalto al Capitolio, con el que sus seguidores intentaron impedir la certificación de los resultados electorales que en 2020 dieron la victoria a Joe Biden. «A esa gente se le ha tratado muy injustamente», ha dicho estos días en varias entrevistas, sin querer avanzar quiénes se beneficiarán de esa clemencia.

El ambiente de esta investidura es muy distinto al de la anterior. En medio de la pandemia y con un país conmocionado por aquella insurrección, el presidente Biden limitó en 2021 la asistencia y hasta el tamaño de las donaciones a su comité de investidura, que recibió 65 millones de dólares en comparación a los 170 de Trump. Google, Meta, Apple, YouTube, Boeing… Todas las grandes empresas de EEUU se han apresurado a donar un millón cada una como prueba de su lealtad al nuevo Ejecutivo, el más unipersonal que se recuerda. «Antes todos se enfrentaban a mí, ahora todo el mundo quiere ser mi amigo», ha dicho Trump.

Ayer anunció que una de sus primeras medidas será prorrogar la vida de TikTok. «Tengo el derecho a hacerlo, soy el que va a tomar todas las decisiones», dijo a la cadena ABC. Para sus seguidores, la tendencia absolutista del nuevo mandatario es una señal de confianza, porque muchos están convencidos de que, a sus 82 años, «Joe Biden no era el que tomaba las decisiones».

Una ministra evangélica de California que llevaba cuatro horas en cola para acceder al mitin es muy consciente de que, a los 78, Trump «puede morirse mañana». Por eso su credo es «tener fe en Dios, luego en Trump y después en cada uno de nosotros, para que si Trump falta, Dios nos ayude a completar su tarea». Amén.

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