Mercedes Gallego
Nueva York
Viernes, 5 de junio 2020, 22:32
Donald Trump era este viernes «un hombre asustado», en palabras de la alcaldesa de Washington, Muriel Browser, que intenta esconderse «solo, detrás de una valla». La que se erigía a toda velocidad en torno a la mansión que desde 1976 se ha considerado ' ... La Casa del Pueblo', ahora rodeada de policía militar, tanquetas del Ejército y perros guardianes. El temor era que el fin de semana agudizase las protestas, por lo que había cancelado la decisión del Pentágono de devolver a sus Estados de origen las tropas prestadas a la capital federal.
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Física y emocionalmente, el presidente es cada vez más un hombre aislado de su pueblo, al que solo conoce por la pequeña pantalla que tiene conectada día y noche, mayoritariamente con Fox News. Mientras Laura Bush quiso abrir la mansión a los visitantes y Michelle Obama a los colegios, Melania Trump se dedica a decorar los salones para los vídeos que produce y compartió con él la visita al búnker donde se escondieron la semana pasada durante una hora.
A diferencia de sus predecesores, Trump no visita esporádicamente los restaurantes de la ciudad ni atiende Iglesia alguna que no sirva para la foto. La próxima vez que salga se encontrará con que la plaza de la calle 16 ha sido bautizada con un nuevo nombre por órdenes de la alcaldesa: Black Lives Matter Plaza, dice el cartel que instalaron ayer los funcionarios de mantenimiento de la ciudad. Sobre el asfalto han pintado con los activistas el nombre de Black Lives Matter en amarillo a lo largo de dos manzanas en letras enormes, pintadas a cepillo, que se ven desde el aire.
Sobre esos cielos sobrevolaron muy bajo el lunes helicópteros Lakota que aumentaron la sensación de guerra que se vive en algunas ciudades del país. La imagen de estos pájaros de hierro era parte de la demostración de fuerza con la que el mandatario quería combatir la filtración de que se había escondido en el búnker cuando arreciaron las protestas, como reconoció, dejando así en mal lugar a su secretario de Defensa Mark Esper, que lo había negado repetidamente. La intención, según el Pentágono, era supervisar el despliegue de la Guardia Nacional llegada de otros Estados.
El famoso parque de Lafayette Square, que ha servido de escenario de protestas desde la Guerra de Vietnam, es ahora parte del perímetro de seguridad de la Casa Blanca. Oficialmente las medidas de aislamiento sólo durarán una semana, pero muchos se preguntan si la ciudad lo recuperará algún día.
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Los disturbios que siguieron al brutal asesinato de George Floyd han ido cediendo paso poco a poco a intensas manifestaciones de carácter pacífico a las que se ha sumado la sociedad de forma trasversal con comunicados de apoyo y gestos como el de la alcaldesa de Washington. En Nueva York, el alcalde, Bill de Blasio, intentó ponerse del lado de los manifestantes el jueves al tomar el megáfono durante una protesta en Brooklyn, pero los asistentes le abuchearon recriminándole el estricto toque de queda que cada noche sella Manhattan a partir de las 8 pm y le dieron físicamente la espalda.
«Hay que defender la propiedad, sí, ¿y qué pasa con las vidas de los negros y nuestro derecho a pedir que se respeten?», preguntaba el activista que le siguió en el escenario de Brooklyn. De Blasio, que tiene un matrimonio mixto y ha pagado la fianza de su hija, detenida en las protestas, agoniza para mantener el control de las calles sin perder la confianza del pueblo. Este viernes calificó de «inaceptable» la conducta de la policía que arrastró por el suelo a un repartidor de comida al filo del toque de queda. El toque de queda, que se mantendrá hasta el domingo, «sirve de pretexto a la Policía para enfrentar agresivamente a los manifestantes», tuiteó el concejal Mark Levine.
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Cada vez hay más personal médico y trabajadores esenciales que salen de hospitales y restaurantes al paso de las protestas para arrodillarse ante ellos como saludo, en apoyo de una causa que, ni el propio Trump niega, es de justicia. Eso sí, el mandatario y su Gobierno difieren en la solución. Mientras alcaldes como De Blasio han prometido una reforma policial, siguiendo los consejos del expresidente Barack Obama, en el círculo de Trump se pide que sea comedida, porque si no «desmoralizaría a los agentes», ha dicho su ex fiscal general Jeff Sessions. Trump celebraba este viernes la mejora del paro con la desescalada con la seguridad de que «Floyd se estará alegrando».
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, ha ordenado este viernes que todos los efectivos trasladados a la ciudad de Washington de forma preventiva a causa de las protestas por la muerte de George Floyd a manos de la Policía de Mineápolis sean retirados de la base en la que se encuentran.
La decisión ha tenido lugar después de que el Pentágono ordenara el jueves el regreso de 700 militares de un total de 1.600 que fueron trasladados desde las bases de Fort y Drum. Ahora, Esper ha pedido que los 900 restantes sean trasladados de vuelta a sus bases de origen, según ha informado el secretario de la Armada, Ryan McCarthy, en declaraciones a la cadena de noticias CNN.
No obstante, tal y como ha explicado McCarthy, un pequeño grupo de militares que se encontraban ya en una base de Arlington permanecerán «alerta» por si fuera necesaria su intervención. La regreso de estos efectivos se produce en medio de las diferencias entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y el Pentágono, que ha dicho no estar de acuerdo con los comentarios del mandatario sobre el despliegue del Ejército para hacer frente a las protestas.
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