Trump entra en la sala de su rascacielos neoyorquino donde ha dado su primera rueda de prensa como convicto. Reuters

Trump proclama que su juicio es una «estafa» y llama «enfermos» a los fiscales

El expresidente, ahora ya convicto, anuncia que apelará el veredicto mientras recauda casi 35 millones de dólares de sus 'trumpers' en las primeras 12 horas posteriores su condena

M. Pérez

Viernes, 31 de mayo 2024, 18:28

Donald Trump considera que su juicio es una «estafa», ha sido «amañado» y los fiscales que le han acusado están «enfermos». Para un convicto que está a la espera de conocer su condena en un país donde el comportamiento del procesado puede atenuar la pena, el líder repúblicano no parece interesado en mostrar arrepentimiento alguna. En su primera declaración tras el veredicto, el magnate ha anunciado este viernes que apelará la sentencia, se ha autocatalogado una vez más como un «preso político» y ha realizado el correspondiente intento de agitar a las masas al exclamar que «si pueden hacerme esto a mí, pueden hacerle esto a todos».

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Al hablar de masas quizá habrá que precisar el concepto. Porque quienes asistieron desde la calle a la rueda de prensa convocada en la Torre Trump fueron únicamente un puñado de simpatizantes acérrimos. Unas pocas decenas de personas que lanzaban proclamas a su líder desde la acera en medio de un cordón policial y delante de las miradas curiosas de los neoyorquinos que pasaban por delante de su edificio. Eran sencillo localizarles. Los 'trumpers' enarbolan banderas con la tela al revés, las estrellas de los Estados en el extremo alejado del mástil, una metáfora radical para expresar el rechazo a esta América que condena a sus ídolos.

No importaba demasiado en esta concentración que el multimillonario haya sido considerado culpable de los 34 cargos por falsificación mercantil que afrontaba. Ni que todo partiera de una sórdida operación de compra del silencio de una exactriz porno, Stormy Daniels, con el fin de no revelar un antiguo 'affaire' sexual con el poderoso aspirante conservador del pelo naranja en plena campaña de las presidenciales de 2016. Nada de ese fango –aquí sí es aplicable el término– ha impedido, por ejemplo, que Trump haya recaudado 34,8 millones de dólares en las 12 horas posteriores a su condena. Se trata de una recaudación récord en la historia del Partido Republicano y una señal de cómo los militantes han comenzado ya a movilizarse, pues muchos son ingresos de cuantía moderada. El equipo del líder conservador ha precisado que tres de cada diez son nuevos donantes.

En su primera rueda de prensa post-veredicto, el condenado se ha explayado a gusto contra el «Estado fascista» y repetido en varias ocasiones que «esto es una persecución, una pantomima de juicio». Se ha centradp expresamente en su antiguo abogado, Michael Cohen, que, como avalaban todos los pronóstico,s ha sido el testigo clave de la declaración de culpabilidad. Su bestia negra. Ha dicho de él que era un letrado «eficaz», pero que se reveló como un ser «sórdido». A los fiscales los ha tratado de individuos «malos» y «enfermos» y luego ha proclamado que él no lucha por sí mismo, sino por el conjunto de los estadounidenses. Finalmente volcó su discurso en la inmigración; no hay momento malo para seguir haciendo campaña.

En la planta noble de la Torre se reunieron decenas de invitados para seguir su discurso. Entre ellos, su hijo, Donald Trump Jr; su nuera, Lara, ascendida como motor y su principal soporte dentro de la maquinaria republicana, así como diferentes cargos conservadores que han permanecido sentados en la zona del público del tribunal de Manhattan durante el juicio. El magnate llegó, ni siquiera saludó, hizo su discurso y descendió del atril sin atender las preguntas de los periodistas; un clásico gesto de los políticos intolerantes.

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El expresidente debe acostumbrarse ahora a hacer vida como convicto. Los analistas coinciden en que no pisará probablemente la cárcel. La envergadura de la pena depende en gran medida del juez Merchan y del comportamiento de Trump. De mantener su discurso, cabe presumir un castigo alto. El máximo serían cuatro años de cárcel. Pero debido a su edad, 77 años, y que solo cumpliría alrededor de un tercio, posiblemente seguirá en la calle. Dado que las condenas en el Estado de Nueva York solo prohíben el voto a aquellos delincuentes que están entre rejas, el candidato podría votar en Florida, su lugar de residencia.

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