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M. Pérez
Lunes, 31 de julio 2023, 19:57
«Estúpido hijo de puta». Un micrófono que todos creían apagado captó en enero de 2022 esta frase del presidente de Estados Unidos durante una rueda de prensa. La dijo para referirse al corresponsal en la Casa Blanca de Fox News, el bastión informativo del ... republicanismo. La sala quedó helada. Sobrecogida. Joe Biden, el afable 'tío Joe', acababa de insultar presa de un ataque de ira a un periodista que simplemente le había incomodado con una pregunta. Para muchos, fue una sopresa. Para bastantes empleados de la Casa Blanca, no tanto.
Alex Thompson, reportero del portal de noticias Axios, ha recogido testimonios sobre el mal humor del mandatario estadounidense durante una investigación que prepara sobre su mandato para su posterior publicación en un libro. En busca de esa parte personal que no deja ver la política, el periodista ha podido comprobar que numerosos funcionarios temen tratar con él a solas debido a su furibundo carácter. «Detrás de puertas cerradas, Biden tiene un temperamento tan rápido que algunos asistentes intentan evitar reunirse a solas con él. Algunos toman a un colega, casi como un escudo contra una explosión en solitario», escribe el reportero.
«Maldita sea», «no me jodas» o «lárgate de aquí» son algunos de los epítetos que los empleados del Despacho Oval han recibido del presidente, según cuenta Axios. Lo de su malestar con los periodistas es casi legendario, pese a los esfuerzos que hace para quedar como un líder asequible (le ayudan las notas que le pasan sus ayudantes con los nombres de cada reportero que le va a preguntar y así tratarles de tú a tú). Es uno de los mandatarios que menos ruedas de prensa ha convocado. Para colmo, Biden se hizo cargo hace unos meses de un perro, 'Commander', cuya afición a perseguir y morder a los funcionarios de la Casa Blanca ha generado ya un centenar de informes de los agentes de seguridad.
En realidad, la mayoría de los trabajadores de toda la vida del edificio más poderoso del mundo –con excepción del Kremlin– habían dado por hecho que sus muros dejarían de temblar con la marcha de Donald Trump, un individuo acostumbrado a gritar por los pasillos o estrellar objetos –incluido un plato de pasta– contra las paredes. Una cosa buena ha tenido la llegada de su sucesor demócrata: la desactivación del botón del Despacho Oval con el que el republicano pedía que le fueran servidas coca-colas a todas horas del día.
Biden no solo ha mostrado su perfil más duro o inconveniente en privada, Ha tenido salidas capaces de poner en peligro la geoestrategia mundial. Desató la cólera del presidene ucraniano Volodímir Zelenski cuando le dijo que había hecho oídos sordos a la dvertencia norteamericana de que seavecinaba la invasión rusa. Tampoco ha tenido el don de la oportunidad cuando hace unas semanas llamó «dictador» a Xi Jinping justo un día después de que una delegación de alto nivel estadounidense intentara recomponen las maltrechas relaciones con China. Hasta Emmanuel Macron ordenó retirar al embajador francés en Washington cuando se enteró de que Biden le había hecho la cobra con unos contratos para construir submarinos en favor de la coalición con el Reino Unido, Nueva Zelanda y Australia. Más tarde reconoció que, al menos, podria haberle dado un golpe de teléfono al líder galo para comunicarle su cambio de postura.
«Sal de mi puto coche», le espetó a un asesor de 23 años cuando aún su carrera política no había llegado a la Casa Blanca. Él ayudante le había recomendado tan solo iniciar una campaña de recogida de fondos. Y acabó yéndose a pie. En su libro «'The Payoff: Why Wall Street Wins', otro antiguo asistente, Jeff Connaughton, calificó a Biden durante su época de senador como un «autócrata ególatra, decidido a dirigir a su personal a través del miedo». «Nadie está a salvo», dijo a Axios un funcionario de la Administración.
Sus dfensores aseguran que tales desplantes obedecen a menudo a su propia autoexigencia y a un profundo enervamiento cuando alguien se presenta ante él sin tener los deberes hechos. Jeff Zients, director de la estrategia contra el Covid-19 en 2021, recibió una sonora bronca del 'tío Joe' que todavía resuena en Washington porque no había suficientes test en el país para detectar la variante Omicron.
Lo mismo ha sucedido con otros colaboradores, directores y jefes de departamento cuando no encuentra en sus análisis los datos que él busca. Y da lo mismo a la agencia a la que pertenezca. En las últimas semanas, al parecer, su actitud se ha visto tensada por los problemas legales de su hijo Hunter. En una demostración más de su talante, quizá el más humano, ha hecho saber al Partido Demócrata y a sus asesores más cercanos que no dejará tirado a su vástago y le protegerá hasta el final.
Tiene 80 años. Más allá del genio de un veterano que luchó en la guerra, ha sufrido graves tragedias familiares y ha jugado siempre en las grandes ligas, algunos expertos achacan parte de su mal humor a la autonecesidad de quitarse de encima el estigma de la edad. Ya Donald Trump y su hijo se encargaron de atacarle en la campaña electoral de 2020, y luego en la presidencia, con el recurso repugnante de sufrir una demencia senil y él ha combatido a conciencia las 'fake news' derivadas de aquellas insinuaciones.
Aunque ha sobrellevado con humor públicamente las preguntas al respecto, e incluso las dudas sobre su idoneidad para seguir en la presidencia siendo un octogenario, en privado «se siente puesto a prueba continuamente», han dicho algunos de sus exempleados. Alguna vez, es cierto, se le ha visto un gesto de contrariedad iracunda cuando ha cometido un error, por ejemplo, al equivocarse de salida en un estrado. También a Carlos III se le pudo apreciar airado cuando una pluma no funcionó debidamente el día de su coronación. Pero a Biden también se le han visto actitudes en las que parece reirse de sí mismo: últimamente ha calzado una especie de cómodas deportivas cuando sube o baja por la escalerilla del Air Force One después de haber sufrido más de un percance.
«Su mal genio es el secreto peor guardado en Washington», asevera Chris Whipple, autor de 'The Fight of His Life: Inside Joe Biden's White House'. Y a pesar de ello, se trata de uno de los escasos políticos que han mantenido durante más tiempo al personal a su lado. ¿El motivo? Dicen que sus virtudes son mayores que sus defectos y que es necesario «conocerle a fondo para diferenciar a la persona del presidente que tiene un sentido de la responsabilidad fuera de lo común y unas exigencias para las que solo unos pocos están preparados». Lo curioso es que, nada más tomar posesión de la presidencia, Biden prometio despedir «en el acto» al personal e la Casa Blanca que mostrara «falta de respeto» por sus colegas.
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