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Mercedes Gallego
Nueva Nuevo
Martes, 19 de noviembre 2019, 22:52
Millones de estadounidenses se pegaron este martes a las televisiones para seguir el tercer capítulo de las audiencias del 'impeachment', que dejan cada día más claro cómo chantajeó Trump a Ucrania para que investigase por corrupción al hijo de su enemigo político Joe ... Biden, su rival potencial en las próximas elecciones.
La coartada de que el presidente sólo intentaba promover la lucha contra la corrupción en ese país se viene abajo. De hecho, el embajador ante la Unión Europea, Gordon Sondland, dijo claramente al consejero político de la Embajada estadounidense en Kiev, David Holmes, que «a Trump le importa una mierda Ucrania». El diplomático recuerda vívidamente ese almuerzo en la capital ucraniana por la conmoción que le produjo no solo ese exabrupto, sino el que Sondland llamase al presidente por su teléfono móvil en un local público, sin mayor medida de seguridad para garantizar la discreción de la comunicación.
«Nunca había visto nada igual», confesó en la declaración jurada que hizo pública el Comité de Inteligencia del Congreso. Todos los diplomáticos en Kiev eran conscientes de que Rusia monitorea sus llamadas, pero a ni a Trump ni a su amigo Sondland, un empresario hotelero que obtuvo el cargo tras donar un millón de dólares para su ceremonia de investidura, parecía importarles. Holmes le preguntó por qué no le interesaba Ucrania, con ese lenguaje «colorido» del que el diplomático dice ahora «no estar orgulloso». Sondland le respondió que al mandatario «sólo le importan las cosas gordas» que tienen que ver con sus intereses personales.
Prueba de ello es que Alexander Vindman, experto en Ucrania del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, incluyó la lucha contra la corrupción entre lo que el presidente tenía que decir a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, durante la polémica llamada del 25 de julio que desató la investigación del 'impeachment', pero Trump no lo mencionó. En su lugar, pidió a Zelenski «un favor»: que investigase las teorías de la conspiración propagadas por Rusia sobre la supuesta interferencia de Ucrania en las elecciones de 2016 y reabriese la investigación contra la empresa energética Burisma, en la que Hunter Biden había sido miembro del Consejo de Dirección.
El nombre de Burisma no aparece en la transcripción de la llamada hecha pública por la Casa Blanca en septiembre, pese a que los dos altos funcionarios que declararon recuerdan haberlo oído. Trump sostiene que no hubo 'quid pro quo', pero retuvo la ayuda militar a Ucrania hasta que el presidente de este país accedió a anunciar esa investigación en una entrevista con CNN que no llegó a producirse. Como tampoco tuvo lugar el ansiado encuentro en la Casa Blanca que Zelensky llegó a pedirle públicamente en septiembre delante de las cámaras durante la Asamblea General de la ONU, con la esperanza de ponerle en un aprieto público.
Vindman, con su uniforme militar y con la medalla púrpura ganada en combate, fue un testigo formidable al que los republicanos intentaron minar sin éxito, como la asesora para Ucrania del vicepresidente Mike Pence, Jennifer Williams, que consideró la petición «inapropiada». Nada de eso cambiará significativamente la percepción de los estadounidenses, según la encuesta de NPR, en la que dos de cada tres dicen que sólo reforzarán su punto de vista.
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