mikel ayestarán
Jerusalén
Sábado, 18 de julio 2020, 21:11
El acuerdo nuclear firmado entre Irán y el grupo del 5+1, formado por EE UU, Rusia, China, Francia, Italia y Alemania, cumple ahora cinco años. Fue un momento histórico que rebajó la tensión entre Washington y Teherán tras varias décadas de enfrentamiento, y los iraníes ... se comprometieron a limitar su programa atómico a cambio del levantamiento de las sanciones. Robert Malley recuerda muy bien lo complicado que fue lograr ese pacto porque era el asistente especial de Barack Obama en la negociación y el coordinador de la Casa Blanca para Oriente Medio.
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Este abogado de 57 años, actual director del International Crisis Group (ICG), organización no gubernamental dirigida a la resolución de conflictos armados, tenía experiencia previa en negociaciones como las de Camp David entre israelíes y palestinos durante la Administración de Bill Clinton, pero admite que sentarse con los iraníes fue «diferente». Cinco años después recuerda aquellas sesiones maratonianas a múltiples bandas, lamenta la decisión de Donald Trump de salirse del pacto y alerta de que «los meses antes de las elecciones estadounidenses de noviembre serán críticos para la supervivencia del acuerdo».
-Hace unas semanas Donald Trump dijo que «Irán nunca ganó una guerra, pero tampoco perdió una negociación», ¿son tan duros negociadores?
-Yo tenía experiencia previa con sirios, israelíes y palestinos, y cada proceso es diferente. Los iraníes son duros en la mesa y culturalmente tienen una forma particular de negociar, pero debo decir que eran tan buenos antes como lo fueron después de la firma, es decir, negociaron hasta llegar a un texto que sabían podían cumplir. Y así lo comprobamos después en los informes elaborados por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
-¿Cómo era una jornada de trabajo en las semanas previas a la firma del pacto?
-El proceso era lento porque debíamos actuar a varias bandas. Empezábamos muy temprano con nuestra propia Administración, donde había diferentes sensibilidades, después había que aunar posturas con los europeos para llegar con un mensaje único a chinos y rusos, los más cercanos a Irán. Y si todo iba bien, el último paso eran los iraníes, pero había días en los que no llegábamos a verles porque no había consenso entre nosotros.
-¿Cómo influyó la presión de Israel en todo el proceso?
-Siempre fuimos transparentes con ellos y les informamos de cada paso. El problema surgió cuando el primer ministro, Benyamin Netanyahu, nos obligó a limitar esta cooperación con acciones como su viajé a Estados Unidos para criticar el acuerdo y a Obama ante una sesión conjunta del Congreso.
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-Y el 14 de julio de 2015, por fin, llegó a firma. ¿Qué sintió?
-Si una semana antes me dicen que íbamos a firmar en esa fecha no lo habría creído. Surgieron unos problemas de última hora -sobre las modalidades y amplitud de las inspecciones internacionales, y el ritmo al que se levantarían las sanciones- y los iraníes dieron un paso atrás. No sabíamos si volverían o no. pero lo hicieron. Fue un gran momento porque culminaba un largo trabajo diplomático de doce años.
-Tres años después, sin embargo, Trump cumple su promesa electoral, abandona el que considera «el peor pacto posible» y vuelve a imponer sanciones a la república islámica. ¿Qué le pareció la decisión?
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-Un error porque la salida del acuerdo minó la credibilidad y legitimidad de Estados Unidos.
-Trump defiende que a más presión, logrará mayores concesiones de los iraníes en una hipotética nueva negociación. ¿Es así?
-No lo creo. Desde el punto de vista de la seguridad es un paso atrás. Las medidas impuestas a Teherán garantizaban que el tiempo que iba a necesitar si quisiera adquirir material fisible suficiente para alimentar una bomba atómica pasaba de tres meses a un año. ahora ya no es así. Este pacto abrió la puerta también a la distensión regional y, además, era un primer paso para acuerdos más amplios en otros campos.
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-¿Está muerto el texto tras la salida de Estados Unidos, las sanciones y las medidas de alejamiento adoptadas por Irán en respuesta a Trump?
-Aún es posible que el texto aguante y espero que los europeos se esfuercen en mantenerlo vivo. Trump y Netanyahu harán todo lo posible por desbaratar cualquier opción de resucitarlo de aquí a enero, que es cuando Joe Biden entraría en la Casa Blanca si gana las elecciones de noviembre. Estos seis meses son críticos.
-Tras haber sido asesor de Clinton y Obama, ¿le gustaría formar parte del equipo de Biden?
-Eso no está en mis manos, de momento soy presidente del International Crisis Group.
-Irán ha sufrido diez explosiones en las últimas semanas, una de ellas en la planta atómica de Natanz, ¿accidente o «campaña israelí con consentimiento estadounidense», como escribió usted en las redes sociales?
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-Resulta extraño que tengamos de pronto tantos accidentes. no tengo pruebas para afirmarlo, pero solo conozco un país con la capacidad de hacer este tipo de operaciones y es Israel. Para Netanyahu es una táctica de «ganar o ganar» porque, si Irán responde, tiene la excusa para lanzar una operación a gran escala, y si no responde, sigue con los ataques y provoca daños a su enemigo.
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