mercedes gallego
Corresponsal. Nueva York
Jueves, 17 de noviembre 2022, 21:22
Hay mujeres que saben ponerse del lado correcto de la historia. En octubre de 2002 Nancy Pelosi fue uno de las 126 diputados demócratas que votaron en contra de la guerra de Irak, seis meses antes de que se produjera la invasión. Solo seis republicanos ... y un independiente se le unieron. A medida que pasaron los meses y la mayoría se fue cuadrando ante las falsas pruebas de armas de destrucción masiva, mientras que ella se ratificó en que con esa violación de la legalidad internacional solo se demostraría «poder militar», advirtió. «Si podemos eliminar la amenaza sin invadir, demostraremos nuestra fuerza».
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En los años que siguieron se convirtió en una de las más severas críticas del presidente George W. Bush, que pese al desgaste ganó la reelección. Este jueves ella ganó la batalla de la historia. Al despedirse del cargo de portavoz del Congreso en el que haya estado más años que ninguno de sus predecesores, Pelosi recibió una ovación de su partido en la Cámara de Representantes y un comunicado a enmarcar de la Casa Blanca. «Cuando pienso en Nancy Pelosi, pienso en dignidad», escribió el presidente, Joe Biden. «La historia la recordará como la portavoz más determinante de la Cámara de Representantes en toda nuestra historia».
Al convertirse en diputada en 1987 solo había otras once mujeres en la Cámara, que ni siquiera tenían un baño propio. Hoy hay más de 90, «¡y queremos más!», reclamó en su despedida, ante el cuerpo de 435 diputados. La primera mujer en golpear el mazo portavoz del Congreso -y tercera en línea de sucesión a la presidencia- podía haberse marchado en desgracia tras la derrota electoral que deja la Cámara Baja en manos de la oposición. Sin embargo, la victoria republicana por la mínima se siente como una derrota en el partido conservador y ha devuelto la ilusión a los demócratas. El ataque que sufrió su marido apenas diez días antes de las elecciones, a manos de un trumpista enajenado por las teorías de la conspiración, fue la puntilla para que la congresista de 82 años que lleva dos décadas en la mira de la ultraderecha decidiera «pasar el testigo a una nueva generación», aunque mantendrá su escaño.
Ese violento ataque a martillazos fue también un recordatorio para el electorado de que lo que se jugaba en las urnas el pasado día 8: la democracia misma. «Las cuestiones que se presentan antes que ninguna otra frente a este Congreso son urgentes y tratan de los ideales que la Constitución encargó a esta Cámara», recordó en su discurso. El asalto a su marido fue sin duda el momento más escalofriante que haya sufrido desde que los insurrectos del 6 de enero entraron al asalto en el Capitolio al grito de «¿dónde está Nancy?», lo mismo que preguntaba el hombre de 42 años que la buscaba en su casa para romperle las rodillas a martillazos «si no le decía la verdad», declaró a la policía de San Francisco.
Su delfín, Hakeem Jeffries, se perfila como el más probable sucesor, tras presidir el caucus negro del Congreso y destacarse como recaudador de fondos. La portavoz deja aprobada una ley que blindar a los matrimonios homosexuales de las decisiones que tome el Supremo. Apenas la víspera, el Senado tomó un voto de prueba que obtuvo el apoyo de doce republicanos, todo un logro en los tiempos de radicalización que vive la política de Estados Unidos.
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