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M. Pérez
Jueves, 3 de agosto 2023, 20:00
«Los presidentes no son reyes y el demandante no es presidente». La jueza Tanya S. Chutkan, encargada de dirimir si Donald Trump es culpable de cuatro acusaciones resumibles en su intento de revocar mediante mentiras las elecciones de 2020, ya tuvo un agrio desencuentro ... con el exmandatario en 2021 cuando éste intento evitar la entrega de registros gubernamentales al comité investigador del asalto al Capitolio. A esta mujer de 61 años, nacida en Jamaica, jurista y licenciada en Economía, le correspondió pararle los pies entonces y ahora el azar ha querido que a su sala del tribunal de Columbia le toque juzgar la acusación más grave que pesa sobre el presumible candidato republicano a la Casa Blanca en 2024.
La anécdota anterior demuestra que Chutkan es una magistrada inflexible. Fue la primera en rechazar los privilegios ejecutivos que teóricamente disfrutaba el exmandatario para retener las comunicaciones de la Casa Blanca cuando él era su inquilino –y, por lo tanto, las llamadas que hubiera hecho durante la insurrección del 6 de enero– y ha destacado por imponer las penas más duras a los implicados en esta revuelta que han pasado por su juzgado, Incluso, por encima de las peticiones del Departamento de Justicia. Una comparativa realizada por los medios sobre estos procesos revela que la jueza ha sentenciado a prisión a los 31 acusados que le ha correspondido procesar. En 14 de sus fallos ha coincidido con la petición fiscal y en otros 9 ha sido más dura. El resto de jueces han sido más benignos en un 80% de las ocasiones que las solicitudes del Ministerio Público.
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En las decisiones de esta veterana magistrada pesan sobremanera dos elementos. Considera el ataque al Capitolio como un mal superior contra el orden institucional. Defiende que una insurreción se paga con la cárcel. «Debe quedar claro que tratar de derrocar violentamente al Gobierno, tratar de detener la transición pacífica del poder y agredir a los agentes del orden público en ese esfuerzo, es enfrentarse a un castigo absolutamente seguro», afirma. Es famoso cómo a una pareja que transmitió con sus móviles el asalto la condenó a entre dos y tres semanas de prisión frente a la solicitud del Departamento de Justicia de arresto domiciliario. A pesar de que los acusados no tomaron parte en los hechos, la magistrada los envió a prisión porque «no entraron simplemente por una puerta. Atravesaron una ventana rota. Eran perfectamente conscientes de la violencia que había precedido a su entrada»,
El otro elemento que la guía es la ejemplaridad, especialmente de cara a las generaciones futuras. «Los jóvenes me inspiran en su apertura, en su tolerancia y en su deseo de luchar contra la injusticia. No puedo decepcionarlos. Tengo que ser un ejemplo para ellos».
A Chutkan muchos republicanos la encuadran en la «extrema izquierda». Criada en Kingston ( Jamaica), se trasladó a Estados Unidos para estudiar en la Universidad George Washington y en la de Pennsilvania. En el ámbito público permaneció once años en el Servicio de Defensoría Pública de DC. Conoció a aquellos acusados incapaces de poder pagarse un abogado. Los que quedan prendidos en los márgenes del sistema judicial. Allí se acrecentó su cultura social. Hace una década cada defensor público en EE UU podía tener a su cargo entre 50 y 590 casos, según un informe del Departamento de Justicia, Pero no todo fue áspero. En la Defensoría Pública conoció a su marido, que más tarde se convertiría en juez de lo penal de Columbia DC y con el que tiene dos hijos.
En el sector privado, ha intervenido en casos de violencia contra la mujer y durante tres años perteneció al bufete de abogados, Boies, Schiller & Flexner, una firma internacional especializada en casos complejos, entre cuyos principios figuran la igualdad y la inclusión racial y de género. Chutkan se especializó en el frente económico y las demandas colectivas antimonopolio.
En 2014, Barack Obama la llamó. Ya se había fijado en ella como jurista progresista con un historial profesional más que notable y voluntaria para las candidaturas demócratas, entre ellas la de Walter Mondale en 1984. También ha sido directiva de la ONG que promueve la independencia económica de las mujeres. La designó juez de Distrito para Columbia.
La congresista demócrata Eleanor Holmes Norton dijo de ella durante la ratificación de su cargo en la Cámara: «Tanya Chutkan ha ganado elogios uniformes tanto de sus colegas como de los abogados y jueces opuestos», «La recomiendo encarecidamente por su intelecto, su carácter, sus habilidades, su diligencia, su temperamento y su imparcialidad». Chutkan fue refrendada por unanimidad del Senado.
Otra prueba de su carácter: desde su nuevo puesto ordenó al Departamento de Defensa la difusión de un informe datado en 1987 sobre el desarrollo de la industria militar nuclear de Israel, que ponía en evidencia a este país como patrocinador del desarrollo clandestino de armas atómicas en la región frente a Irán. Los medios destacaron la valentía de la magistrada para forzar esta publicación mientras el conservador 'Weekly Standard' lo consideró una «violación impactante» que implicaba un desafío del Gobierno de Obama a Israel.
Durante el Gobierno de Donald Trump tuvo varios encontronazos con quien ahora se sentará frente a ella en el banquillo. Así, en 2017 logró que un ciudadano estadounidense detenido en Irak por su posible relación con el la organización terrorista ISIS pudiera disponer de abogado. Dos años más tarde también bloqueó los planes de Trump de recuperar la pena de muerte a nivel federal y abrió el acceso de las jóvenes migrantes indocumentadas a los servicios de interrupción del embarazo, una demanda insistente de las ONG ante el infierno de abusos y violaciones que sufren numerosas mujeres en su travesía hacia Estados Unidos.
La fanatización, y lo que en EE UU empieza a conocerse como el terrorismo doméstico que protagonizan los grupos extremistas, es la gran preocupación de Chutkan «Todos los días escuchamos sobre informes de facciones antidemocráticas de personas que traman violencia, la amenaza potencial de violencia», ha declarado. La cárcel es la mejor «disuasión», añade convencida esta jueza, fiel seguidora de Constance Baker Motley, activista antisegregacionista y la primera mujer negra que ascendió al Senado y más tarde desempeñó el cargo de juez federal. «Arriesgaban sus vidas cada vez que hacían su trabajo y tenían que aguantar mucho más que yo», afirma la juez del 'caso Trump', aunque reconoce que ella ha debido lidiar con los 'condicionantes' de ser «inmigrante, mujer y negra. Siendo así, todo lo que consigas siempre estará sujeto a críticas. Tienes que desarrollar una piel dura», señala en un perfil del Poder Judicial federal editado en 2022
La jueza de instrucción Moxila Upadhyaya ha sido la designada para la lectura de los cargos criminales contra Trump en su comparecencia en Washington. El proceso recaerá posteriormente en Chutkan. Sin embargo, los abogados del republicano tratarán de evitarlo a toda costa. «Podemos anticipar un juez que será implacablemente hostil con Donald Trump», ha escrito el senador conservador Ted Cruz en su red social. John Lauro, defensor del magnate, ha declarado a CBS News que buscará la fórmula para llevar el proceso judicial a Virginia Occidental, donde la mayoría de electores es republicana, ya que Washington registra una acusada tendencia demócrata.
El equipo legal de Trump intenta forjar en Chutkan una imagen de predisposición contra su defendido. Hay farses de la jueza que, en su opinión, así lo demostrarían, como la contenida en una sentencia contra un imputado por el asalto al Capitolio donde expresa: «Él no fue al Capitolio de los Estados Unidos por amor a nuestro país. Fue por un hombre», en referencia al líder republicano.
Las oportunidad de un cambio son mínimas. Las dudas que intentan sembrar los abogados chocan contra el muro de consistencia profesional de la jueza. La Administración difícilmente hará caso omiso a una demanda en este sentido, y menos en un asunto tan sensible políticamente. Todo ello no es óbice para que el trumpismo haya sacado ya sus furias a pasear y en el entorno más conservador se hable de de la magistrada como «un juez de Obama» y se aireén sus donaciones a las campañas demócratas de 2008 y 2012 o su pertenecia al grupo de abogados que apoyó la última reelección del primer presidente negro de la historia del país.
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