Mercedes Gallego
Nueva York
Sábado, 19 de noviembre 2022, 13:45
Donald Trump está de vuelta y esta vez lo toman en serio. Paradójicamente, tiene menos atención que antes, pero solo porque Estados Unidos ya ha entendido que la atención mediática es su balón de oxígeno. Muchos no se atreven ni a decir su nombre. El ... presidente Joe Biden le llama 'el tipo de antes' y sus rivales potenciales prefieren ni mencionarlo.
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Los medios de comunicación han entendido que es su 'Frankenstein'. Ellos le crearon. Trump no hubiera sido presidente sin los 2.000 millones de publicidad gratuita que le proporcionaron haciéndose eco de sus escandalosas declaraciones. El dilema es cómo ignorar una nueva campaña del hombre que llegó a ser presidente y casi se carga la democracia con el intento de golpe de Estado más serio que haya sufrido el país norteamericano en su historia.
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«Solo tenemos que asegurarnos de que no vuelve al poder utilizando todos los medios legítimos de nuestra Constitución para impedirlo», dijo el presidente Biden cuando le preguntaron por ello. Sonaba simple, pero no lo es. Biden es un político chapado a la antigua, seguidor fiel de un país que ha dejado de existir. Uno en el que la gente cree en la democracia y pone a la nación por delante de sus intereses personales. En el que demócratas y republicanos pueden negociar juntos por el bien común y la mayoría respeta a los servidores públicos que dedican su vida a las instituciones.
El presidente está convencido de que si muchos estadounidenses no votaron por su partido en las elecciones legislativas de la semana pasada es porque no saben cuántas cosas ha hecho en estos dos años para mejorar la vida de sus ciudadanos. Con la firme convicción de que solo es un problema de comunicación, en una sociedad con tanto ruido de fondo, su equipo de asesores abordó la cuenta de Twitter horas antes de que Trump anunciase formalmente su decisión de presentarse por tercera vez a las elecciones. La estrategia, 'facts' contra bulos. Su premisa: la verdad siempre triunfa.
El primer video de su campaña para el 2024 se titulaba 'La diferencia entre hablar y ofrecer resultados'. Se trataba de 23 segundos que contraponían la imagen de Trump al micrófono, prometiendo grandes inversiones en infraestructura, a la de Biden firmando la inversión de mil millones de dólares. Más de dos millones de personas lo han visto en Twitter. Trump estaba aún a la mitad de su larguísimo discurso, de más de una hora, cuando el equipo de Biden lanzó otro éxito multimedia llamado 'Donald Trump falló a EE UU'. Con banda sonora de 'trailer' hollywoodense, la sucesión de imágenes y 'clips' televisivos recordaba su intención de desmontar la sanidad y la incitación a la violencia contra el Capitolio. «Si eso requiere indultos, los daremos», prometió. Más de 900 personas se enfrentan a los tribunales por los delitos cometidos durante la insurrección del 6 de enero. Si Trump vuelve a la Casa Blanca pueden contar con el perdón presidencial. Roma no paga traidores pero incentiva la lealtad y necesita a su ejército.
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Esta vez Trump no está solo. Le acompaña el movimiento maga de las gorras rojas con su 'Make America Great Again' (Vuelve a hacer a EE UU grande de nuevo). Seguidores acérrimos que suponen entre el 30 y 40% de la base del Partido Republicano. Con ellos puede ganar fácilmente las primarias de la formación conservadora, donde el resto de los votantes republicanos se dividirán entre varios candidatos, de entre los que destacan potencialmente el gobernador de Florida Ron DeSantis, el vicepresidente Mike Pence y el exdirector de la CIA y exsecretario de Estado Mike Pompeo. Cuántos más aspirantes, más probabilidades de alzarse con el título.
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Ganar las primarias será la parte fácil. Muchos conservadores temen que lo haga porque no creen que pueda ganar las elecciones generales. Por eso el martes vieron a un Trump mucho más comedido y soporífero, que evitó incluso azotar a la prensa. Hablaba del bien común, se burlaba de Biden y evitaba, a su manera, ser el centro del universo. Con eso espera llegar a quienes recuerdan su mandato como una época de prosperidad contrapuesta a la actual inflación galopante.
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La Casa Blanca de Joe Biden no es la única entidad que tenía preparados los anuncios para contraatacar. Allí Anita Dunn, una de las principales estrategas de comunicación del presidente, y la adjunta al jefe de gabinete, Jen O'Malley Dillon, se encargan de martillear su mensaje en las redes sociales. En el lado conservador, el Lincoln Project, surgido de las filas del Partido Republicano para impedir la reelección de Trump, utilizaba las mismas armas emocionales del expresidente en su primer anuncio: «Donald Trump está de vuelta. Cabreado, vengativo, listo para tomar otra vez la Casa Blanca y destrozar EE UU de nuevo», decía la voz en 'off' con música tétrica. «¿Y quién va a pararlo? ¿Estos pusilánimes? ¿Los hombres de negocios? Van a doblar las rodillas y escribirle un cheque. ¿Los medios de comunicación? Van a por el show». El minuto de publicidad al aire en FOX News es un llamado a aquellos estadounidenses que estén «listos para poner el país por encima del partido». ¿Cuántos quedan?
En los próximos dos años EE UU será el campo de batalla entre las dos facciones, entre el pueblo contra Washington y el 'establishment'. Trump planea hacer de Mar-a-Lago sede de campaña y presentarse como un 'outsider'. «EEUU o Trump», según el Lincoln Project. El ex presidente cuenta con los asesores más duros de su gobierno, como Steve Miller, Peter Navarro o Steve Bannon, y al estratega republicano Chris LaCivita, que dirigirá el Comité de Acción Política para recaudar fondos. Se anticipa que su campaña será más pequeña y más controlable por el único que puede decirle lo que tiene que hacer: él mismo. La posibilidad de librar una revancha contra Biden le motiva tanto como aburre a los estadounidenses.
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El 'rematch' está tan servido que hasta el propio fiscal general Merrick Garland lo ha dado por hecho al nombrar un fiscal especial para las investigaciones judiciales contra Trump. Quienes le acompañen en el viaje ya no podrán recurrir a su hija Ivanka o a su yerno Jared Kushner para controlar sus berrinches e impulsividad. «Haré todo lo que quise hacer desde el principio y no…», se frenó él mismo ante la Asociación Nacional del Rifle. «Pero esta vez no me va a importar».
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