Biden y Obama, en un acto reciente de recogida de fondos. AFP

Biden se enfada con Obama y los demócratas temen una gran crisis interna

El candidato, que ha abierto una nueva recaudación de fondos, se sentiría muy molesto con el expresidente por aconsejarle la retirada y habría roto vínculos también con la histórica dirigente Nancy Pelosi

M. Pérez

Sábado, 20 de julio 2024, 14:55

El Partido Demócrata necesita retomar el control de su candidatura electoral antes de que el debate sobre la sucesión de Joe Biden se convierta en un drama interno. La cúpula observa con creciente alarma el enfado y la frustración del presidente frente a lo que él y su familia entienden como una campaña organizada con el propósito de sacarle de la carrera electoral.

Publicidad

Cuarenta miembros del Senado y de la Cámara de Representantes ya se han manifestado públicamente a favor de su relevo, pero al mandatario le enerva con mayor rotundidad lo que se habla a sus espaldas a un nivel más doméstico. Culpa directamente a Nancy Pelosi de calentar el ambiente gracias a su poderosa influencia interna, pero lo peor es que amenaza tormenta con Barack Obama, a quien vería como un traidor por recomendar su sustitución. Los dos llegaron a la Casa Blanca en 2009 sin apenas conocerse y los dos protagonizaron, como presidente y vicepresidente, un cambio histórico en la gobernanza de Estados Unidos, posiblemente tan ilusionante como el de la llegada al poder de John Fitzgerald Kennedy en 1961. Su liderazgo acabó en enero de 2017 cuando dieron el relevo al primer Ejecutivo de Donald Trump

Nunca los demócratas se han visto sumergidos en una crisis política y personal como esta en mitad de una campaña electoral. Y menos con los tres grandes símbolos contemporáneos del partido. Solo se salva el expresidente Bill Clinton, que mantiene un perfil bajo y se ha dedicado a convencer a los donantes de que mantengan su confianza en Biden.

Juntos en las peores batallas

Pelosi, de 84 años, expresidenta de la Cámara de Representantes, pertenece a la misma generación política del candidato. Por eso, los dos se han entendido siempre tan bien, Al comienzo de la campaña, cuando en algunos sectores ya había dudas sobre la edad de Biden, Pelosi actuó como un firme respaldo a su candidatura y esa actitud sirvió de garantía para muchos delegados de que un nuevo duelo con Donald Trump sería posible y, sobre todo, factible. Todo ha cambiado desde el debate de finales de junio con el líder republicano. El octogenario mandatario cree que la mujer con la que se ha enfrentado a las peores batallas con el republicanismo durante cuatro años de gobierno, que le ha ayudado a aprobar sus proyectos legislativos y a sacar adelante su política internacional, es la misma que maniobra ahora para apartarle de las elecciones.

Pelosi ha repetido públicamente que es Biden quien debe tomar una decisión sobre la candidatura, pero intermamente su mantra resulta otro. A su juicio, el veterano aspirante puede laminar todas las opciones demócratas de conquistar la Casa Blanca y las principales instituciones de Estados Unidos. Lo mismo que opinan decenas de legisladores. Sostiene que es necesario convencer a Biden. Su influencia es notable. Los californianos Adam Schiff y Jim Costa se han sumado estos dos últimos días a la petición de renuncia de Biden, al igual que los senadores Sherrod Brown (Ohio), Jon Tester (Montana), Peter Welch (Vermont) y Martin Heinrich (Nuevo México). Hasta ahora los miembros de la Cámara Alta se habían mostrado en un prudente tempo, a la espera, pero ya están movilizándose como sus compañeros de la Cámara de Representantes,

Publicidad

Es muy posible que el punto de inflexión entre los dos históricos veteranos demócratas se produjera hace unos días. El clima de confianza que Pelosi siempre ha tenido con el presidente condujo a ambos a una conversación radical y la más sincera que ha escuchado el candidato desde su nefasto debate teelvisado con Trump. La lideresa le instó a retirarse convencida de que su continuidad solo empeorará los resultados del partido en las urnas. Le presentó los datos a la baja de las encuestas. Biden le presentó los suyos, mucho mejores. Pelosi llamó incluso a un asesor de la campaña electoral para que le pusiera las estadísticas reales delante. Desde esa aspera conversación, los lazos entre ambos parecen haberse roto. Y las constantes filtraciones de noticias empujando hacia su salida no hacen más que aumentar la tensión.

Lucha de titanes

Con Obama, la colisión tiene los visos de una confrontación entre titanes con un alto potencial para convulsionar a todo el partido. Biden fue el vicepresidente de Obama durante ocho años; dos mandatos complicados, encabezados por la responsabilidad de mantener la ilusión entre el electorado progresista y la encomienda de demostrar cómo era posible dejar el país en manos de un presidente afroamericano. Ahora, el candidato considera que su antiguo jefe le ha soltado la mano. No es que los dos hayan mantenido un estrecho contacto en los últimos años, pero sí se trata de la primera ocasion en que Obama se pronuncia para decir que, con Biden, las opciones demócratas se estrechan. La última ocasión en la que estuvieron juntos fue el 15 de junio en Los Angeles para recaudar fondos durante una gala. Compartieron escenario con Julia Roberts y George Clooney, quien también le ha pedido la renuncia porque «la única abatalla que no puede ganar es la lucha contra el tiempo».

Publicidad

Nunca mejor dicho, el tiempo corre a favor de Trump. Por eso, los cargos demócratas ven imperioso acelerar todos los plazos para nombrar un nuevo candidato. Y más, desde la velada reacción de Biden sobre Obama que, tras su apreciación, guarda silencio, En su entorno se dice que el presidente ha entendido mal a su predecesor. Que éste no ha pretendido minusvalorarle sino que su propósito último es conservar el legado legislativo de Biden. Si le pide apartarse es, precisamente, para que los republicanos no tomen el control de la Administración y fulminen todas las leyes progresistas aprobadas por el último Gobierno, y proyectos como la mejora de la sanidad pública, un mayor blindaje del aborto o el control de armas.

Biden, aislado en su casa de Delaware como consecuencia de una inoportuna infección de coronavirus, se siente impotente en el momento más importante y dramático de su carrera política. Al menos, él parece pensarlo así mientras sus allegados intentan que se centre en la labor que ha realizado hasta ahora. Su familia se siente muy enfadada con el partido. Piensa que le está dando la espalda. Y que le está machacando con tantas críticas por su edad dibujándole como un hombre inútil y decrépito cuando todavía lidia cotidianamente con las responsabilidades del Despacho Oval.

Publicidad

Este fin de semana su equipo ha anunciado que el presidente no abandonara. Él mismo ha lanzado una serie de tuits donde dirige los dardos a su rival republicano e incluso anuncia la apertura de una fase de captación de fondos para «derrotar a Trump», al que ve con ansías de «ser un dictador». Todo, con la naturalidad de quien sigue en campaña.

Sin embargo, en su entorno creen que comienza a ver la realidad de otra manera e incluso existe ya una estrategia en marcha para organizar su proceso de relevo. Nadie sabe cuándo se producira. Frente a los pronósticos de una dimisión inmediata este fin de semana, una teoría al alza es que el partido aguardará a que se recupere del covid por una elemental muestra de respeto y cortesía. Cunde también la idea de que su marcha no se producirá antes del miércoles, cuando el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, visite Washington para ofrecer una conferencia en el Congreso.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad