Secciones
Servicios
Destacamos
Mercedes Gallego
Corresponsal en Nueva York
Miércoles, 4 de marzo 2020
No fue un 'supermartes', sino un tsunami. Al amanecer, los demócratas se encontraron con los cadáveres de la noche. El primero en aparecer fue el de Michael Bloomberg. Como buen hombre de negocios, el financiero sabe cuándo toca atajar las pérdidas de una mala inversión. ... Otros caminaban desorientados sobre los restos del huracán Biden, como Elizabeth Warren, que después de haber quedado tercera en su propio Estado de Massachusetts pedía dinero a sus seguidores para continuar en la competición. Y a otros más ni se les veía, como a Tulsi Gabbard.
Parecían haber ido a morir al cementerio de los elefantes, o a la American Samoa, la isla del Pacífico bombardeada por los anuncios de Bloomberg y cautivada por la congresista hawaiana que sirvió en Irak. Ese territorio no incorporado a la Unión proporcionó a Bloomberg su única victoria y a Gabbard su único delegado.
La pírrica victoria le ha costado a Bloomberg 600 millones de dólares (538 millones de euros) y no está dispuesto a dejarse ni uno más, para que encima se le culpe de haber impedido que Biden reúna el número de delegados necesarios para coronarse en la Convención del partido en Milwaukee. Llegó la hora de congraciarse con quien puede ser el próximo presidente de EE UU.
«Siempre he pensando que derrotar a Donald Trump comienza por unirse en torno al candidato que más posibilidades tenga», dijo en un comunicado a sus seguidores. «Desde las votaciones de ayer está claro que ese candidato es mi buen amigo y gran patriota Joe Biden». Nadie se lo hubiera esperado el día antes. Su campaña había firmado contratos y alquileres de largo plazo con el convencimiento de que saldría del 'supermartes' como uno de los grandes contendientes, pero el tsunami de Biden, que ganó incluso en Estados donde no tenía ni una sola oficina, dejaba pocas esperanzas.
Más allá de las cuentas, el 'supermartes' de este año ha sido una radiografía de la política americana. Bloomberg entró tarde en la contienda y apostó por saltarse los primeros cuatro Estados para ganar un buen número de delegados en el 'supermartes', que puso en juego 1.357, en comparación a los 155 que se disputaron entre Iowa, New Hampshire, Nevada y Carolina del Sur.
Noticia Relacionada
Esa estrategia también le falló a otro exalcalde neoyorquino, Rudy Giuliani, pero Bloomberg pensó que podía triunfar donde otros fracasaron al disponer de un presupuesto casi ilimitado para bombardear de anuncios al electorado -su fortuna se estima en 61.500 millones de dólares, así que los 600 invertidos suponen una mínima parte-.
Resultó que, pese a todo, no se pueden comprar las elecciones tan directamente. Tampoco con el entusiasmo de los millones de jóvenes que Sanders había prometido llevar a las urnas (1 de cada 8 votantes tenía menos de 30 años, pero 3 de cada diez tenía más de 65). Lo que funciona es la fórmula clásica de la política: una mezcla de dinero, contactos, nombre conocido y el ansiado 'momentum' de una victoria contundente, como la de Biden en Carolina del Sur.
Perfiles
Alfonso Fernández (Efe)
Albert Traver (Efe)
El ex vicepresidente de Obama ya tenía la marca, sobre todo en los Estados sureños, donde nadie olvida su lealtad hacia el primer presidente afroamericano de la historia. Mientras que la etiqueta socialista del senador independiente de Vermont vende poco. A pesar del varapalo, Sanders no está dispuesto a tirar la toalla. El martes dijo a sus seguidores «con absoluta confianza» que ganará la nominación, para la que se necesitan 1.991 delegados (tiene 486, frente a los 550 de Biden).
Quedan casi 2.500 delegados por repartir, pero los Estados que votarán este mes no son tan progresistas como California o Colorado, que el martes le dieron las mayores satisfacciones de la noche. En Florida, sus halagos a la revolución cubana no han sentado bien y en los Estados del sur la población afroamericana se cuadra ante el legado de Obama. Sólo el Estado de Washington le augura buenos resultados. Sanders tendría que ganar como mínimo los industriales Michigan, Illinois y Ohio para demostrar que puede crear la coalición ganadora que promete.
La fórmula que ha elegido es la de presentar «un contraste de ideas». La guerra de Irak, la sanidad universal, y los tratados comerciales son los temas que importaban en 2016. Cuatro años después lo único que importa a los demócratas es vencer a Trump en noviembre. Si Sanders no logra demostrar que puede provocar un tsunami que le deje temblando, tanto como a él anoche, la contienda está decidida.
Noticia Relacionada
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.