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Nueva York
Jueves, 9 de abril 2020, 21:04
La justicia social y económica con la que soñaba Bernie Sanders puede ser más necesaria que nunca en los tiempos del coronavirus, pero a falta del sueño incumplido del primer socialista democrático en la Casa Blanca, demócratas –y algunos republicanos- se apresuran a cerrar filas ... en torno a la candidatura de un nuevo comandante en jefe.
La lluvia de apoyos le cayó a Joe Biden tan pronto como Sanders anunció su retirada, a la velocidad supersónica con la que se acumulan muertos en el país. EE UU se acercaba este jueves hacia la sombría marca de los 15.000, con casi medio millón de casos confirmados. Biden sumaba nombres de nuevos simpatizantes de cincuenta en cincuenta, ya fuera el padre de la adolescente asesinada en la masacre de Parkland y su prole de activistas o los líderes comunitarios de Alaska, seguidos del personal médico de Nuevo México.
Donald Trump - Presidente de EE UU. «Biden quería que la convención demócrata se postergara. Ahora quiere una 'virtual' en la que no deba presentarse»
Joe Biden - Candidato demócrata. «Señor presidente, que celebremos la convención dependerá de que usted haga lo necesario para manejar esta pandemia»
Es hora de cerrar filas, porque la batalla por la Casa Blanca no está nada clara. De hecho, las encuestas daban a Sanders una clara ventaja de dos dígitos en un posible duelo con Donald Trump en noviembre, pero en el caso de Biden la limitan a un solo dígito. Monmouth University le otorgaba cuatro puntos de ventaja, que prácticamente se los comía el margen de error del 3.6%. Más generosa era la encuesta de CNN, que elevaba esa ventaja hasta once puntos. Es el mayor margen que se le ha atribuido, porque la mayoría sitúan la diferencia entre 3 y 8 puntos.
Contra toda lógica, al presidente no le está yendo tan mal con la catastrófica gestión del coronavirus. El 36% de los encuestados están convencidos de que no afectará sus posibilidad de reelección en noviembre, frente al 27% que la cree ahora más difícil. Lo que sí tendrá impacto será el curso de la economía, en cuya salvación se ha enfocado la Casa Blanca, consciente de que con ella se hundiría su propio barco.
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este jueves las estadísticas añadieron 6.6 millones de nuevos parados a las listas de la epidemia, que en solo tres semanas han acumulado 14 millones. Hasta entonces el paro estaba en la cifra más baja del último medio siglo, pero todo en los tiempos de la pandemia parece vertiginoso.
Ahora seis de cada diez piensa que la economía va mal, y aunque todavía el 48% aprueba cómo la maneja Trump, el porcentaje supone seis puntos menos que el mes pasado. Para frenar esta caída y la del país, su gobierno intenta aprobar esta misma semana un nuevo paquete de emergencia por valor de 250.000 millones de dólares en préstamos para la pequeña y mediana empresa. Sus planes se han tropezado con la determinación de los demócratas, que se oponen si no incluye garantías de supervisión y una cantidad equivalente para hospitales, receptores de cupones de beneficencia y gobiernos locales y estatales.
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Biden es ahora un actor entre bambalinas. Los estadounidenses preferirían que en estos momentos Barack Obama fuese presidente, porque el 52% cree que hubiera manejado mejor la crisis, frente al 38% que prefiere a Trump, pero no su ex vicepresidente. Biden queda ocho puntos por debajo en una encuesta de Politico.
En las próximas semanas el escudero de Obama tendrá que alzar la voz por encima de la cacofonía mediática del momento y las sombrías cifras de muertos, si quiere ir haciéndose un hueco en la imaginación del país. Trump ni siquiera ha empezado con él, está demasiado ocupado con manejar personalmente la comunicación de esta crisis. Por eso crecen los llamados para que las televisiones dejen de dar en directo su conferencia de prensa diaria sobre la respuesta a la pandemia, «porque prácticamente cada vez que habla del coronavirus miente, exagera, ofrece falsas esperanzas o propaga la desinformación», publicaba Michael Cohen, un columnista del Boston Globe.
El coronavirus en cifras
«Esto no tiene que ver con la política, sino con la vida de la gente», añadía Daily Kos. La defensa de un medicamento indicado para la malaria como tratamiento sin estudiar ha provocado una fiebre consumista y dejado sin él a los enfermos de lupus o artritis reumática que lo necesitaban. El portal de izquierda había recolectado hasta este jueves 220.000 firmas para pedir a la prensa nacional que dejara «de hacer de antena repetidora a la falsa propaganda del presidente al permitir que les use de micrófono». Su consejo es que «si dice algo que sea verdad, siempre lo pueden dar después, pero transmitir en directo sus mentiras es muy peligroso».
Contra todo eso y mucho más tendrá que luchar Biden de aquí a noviembre, por lo que necesitará toda la ayuda que pueda obtener.
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