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Mercedes Gallego
Jueves, 21 de julio 2016, 07:44
La campaña presidencial de Ted Cruz para el 2020 empezó ayer. El senador de Texas que fuese el último hombre en pie frente a Donald Trump le asestó una puñalada en plena convención al pedir a los republicanos que voten con su conciencia, en lugar ... de pedir el voto para Trump, como necesita el partido.
Cruz, al que el anterior portavoz del Congreso John Boehner llamó Lucifer en carne y hueso, era el único de los oradores que acudía a la convención sin ofrecer su apoyo al candidato, pero las reglas más elementales indicaban que al aceptar la oferta utilizaría el micrófono para buscar la unidad, como hizo el senador Marco Rubio por vídeo. No fue el caso. Sus palabras se convirtieron en un discurso de campaña en el que incluso se atrevió a recordar que Iowa es muy diferente de Nueva York. Iowa es el estado de la América Profunda que abre las primarias y le dio la victoria en enero. Nueva York, el hogar de de Trump, Sodoma y Gomorra para los evangélicos que apoyaron a Cruz por todo el país.
El estado del nominado fue también la delegación que comenzó los gritos y abucheos, cuando quedó claro que Cruz no había ido a Cleveland a cerrar las heridas, sino a reabrirlas. Los trumpistas levantaron el puño amenazadores y le reclamaron a gritos que cumpliese con la promesa que todos los candidatos hicieron en marzo de apoyar a quien resultase nominado. Keep your pledge!, le gritaban indignados, en línea con lo que tuiteó el propio Trump. Por contra, quienes perdieron esta semana la última revuelta para evitar su nominación celebraban el desafío del texano. Para cuando el nominado entró en el palco familiar, con la cara hasta el suelo, el pabellón deportivo se parecía más a una batalla campal que a la hermandad prometida para ganar las elecciones.
Pitadas y abucheos
Cruz se fue entre pitadas y abucheos. A su esposa Heidi la tuvieron que escoltar porque algunos intentaron zarandearla. Hubo quienes les insultaron por los pasillos, los pesos pesados le retiraron la palabra y hasta le prohibieron la entrada a su suite, como hizo el multimillonario de Las Vegas Sheldon Adelson, que previamente le había invitado a unirse a él. No podemos permitir que nos utilice para su causa al convertir nuestra fiesta en la primera parada que hace después de negar su apoyo a Trump. Sería una ofensa para el nominado, explicó a CNN un ayudante del magnate de los casinos.
Trump, al que apuntaban todas las cámaras para recoger su reacción, se sentó en su palco con cara de pocos amigos y sin que le acompañase su esposa Melania, a la que no trajo ayer a Cleveland. El escándalo que se desató al conocerse que había plagiado un párrafo del discurso de Michelle Obama en 2008 opacó los primeros días de la convención y todo indica que el multimillonario, que según diversas fuentes estaba furioso, la castigó dejándola en casa. Para colmo, cuando su hijo mayor Eric salió anoche a defender el talento de su padre, las pantallas fallaron y se convirtió en un punto diminuto sobre el escenario al que ni siquiera se identificaba por su nombre.
Fue Newt Gingrich el que intentó arreglar la salida de tono de Cruz al explicar al público que le habían entendido mal al pedir que votasen de acuerdo a su conciencia arriba y abajo de la papeleta en alguien que defienda nuestra libertad y sea leal a la Constitución. Según el exportavoz del Congreso, sólo hay un candidato en esta contienda que defiende la Constitución y ese es Donald Trump.
La tercera vía
Ninguno de los presentes se planteaba siquiera votar por Hillary Clinton, a la que los republicanos detestan profundamente, pero según la última encuesta de CNN, la insatisfacción con los dos nominados ha dado fuerza a una tercera vía. El candidato del Partido Libertario Gary Johnson, que en las últimas elecciones sacó menos del 1%, tiene ahora un 13% de intención de voto. Si alcanza el 15% se le permitirá participar en los debates a tres bandas, algo que no ha ocurrido desde que en 1992 Ross Perot costó la Casa Blanca a George Bush padre. Esta vez el ex gobernador de Nuevo México podría arrancar a Clinton votantes del socialista Bernie Sanders y puede que también a Trump de Cruz, cuyo discurso de ayer fue una muestra de conservadurismo libertario.
A Trump le queda el consuelo de que su vicepresidente Mike Pence, al que acompañó anoche brevemente en el escenario, parece ser una buena opción para los republicanos de hueso colorado que buscan un verdadero conservador en la papeleta. Será una buena influencia, determinó Sondra Zielgler, una delegada de Texas que todavía no sabe si podrá votar por Trump en noviembre.
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