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mercedes gallego
Miércoles, 20 de julio 2016, 00:29
No hubo mayores dramas. Uno por uno, estado por estado, los presidentes de cada delegación leyeron por el micrófono el resultado de su votación, con gran fanfarria. A Nueva York se lo saltaron, pese a ir por orden alfabético, porque querían darle el honor de ... ser el que inclinase la balanza de la nominación sobre su hijo favorito, Donald Trump, el multimillonario que el próximo 8 de noviembre frente a Hillary Clinton por el Partido Republicano en la contienda para suceder a Barack Obama en la Casa Blanca.
Aparentemente todo eran clamores y vítores, pero un escrutinio más ajustado revelaba el pesar de muchos conservadores al ver convertido en representante de su partido a un personaje que contradice los valores que han defendido. Era el caso del congresista de Long Island Peter King, sentado en primera fila de la delegación de Nueva York, con la pancarta de Trump enrollada en un canuto que acabó tirando al suelo con disimulo. Trump, Trump, Trump, gritaba el pabellón deportivo como en un canto de guerra. Mientras los delegados de su estado aplaudían cada vez que otro estado sumaba votos por el millonario, el congresista agachaba la cabeza y evitaba hasta aplaudir. ¿Le ha costado aceptar a Trump como nominado?, le preguntó suavemente El Correo. Bueno, no era mi candidato, concedió diplomáticamente con una sonrisa forzada. Así es la democracia.
Los hijos de Trump aseguraron estar igual de perplejos, en particular Ivanka Trump, ojito de su padre y mano derecha de su campaña, que confesó a CNN que verle nominado para presidente todavía le parece surrealista.
Recuperar la Casa Blanca
Sin duda no estaba sola. Los pesos pesados del partido hicieron una apasionada defensa en pro de la unidad que necesitan para recuperar la Casa Blanca, pero a Reince Priebus le salía la voz gangosa cuando tuvo que explicar a los delegados de Alaska las reglas por las que su voto se ha asignado íntegramente a Trump, en lugar de repartirlo entre los tres candidatos por los que votaron.
No hay vuelta atrás. Un personaje que podría ser el anticristo de Lincoln y Reagan representará al Partido Conservador con la promesa de Volver a Hacer Grande a EE UU, aunque eso incluya mentiras, plagios y decisiones caprichosas y poco ortodoxas que incluso contravengan la normativa vigente. La víspera Trump aseguró que fue él quien presionó para que la convención se celebrara en Ohio, con objeto de dar un empujón económico al depauperado estado, pero Trump ni siquiera se había presentado como candidato cuando en 2014 se eligió Cleveland como sede de la convención.
Estados Unidos empieza a acostumbrarse a que nada afecta a la reputación del candidato teflón que, en palabras suyas, podría pararme en la Quinta Avenida y ponerme a pegar tiros que la gente seguiría votándome, llegó a decir, embriagado de éxito. New York, New York, tocaba la orquesta del Quick Loans Arena, tras alcanzar la nominación, pero de forma instrumental. Frank Sinatra se había quedado mudo.
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