Los ecologistas planean bloquear a diario la City de Londres

La campaña comenzó con la congregación de unos dos mil activistas en Trafalgar Square. Banderas de múltiples colores, música reggae entre los discursos. «¡Esta es la rebelión! ¡Esta es la resistencia! ¡Este es el último momento! ¡Esta es la última oportunidad!». El lema en la gran pancarta de los organizadores de la «rebelión imposible» iba más lejos: «Actúa ahora porque ya es demasiado tarde».

El objetivo de ER es presionar a bancos y fondos que se concentran en las calles del mercado financiero para que cancelen inmediatamente las inversiones en empresas vinculadas a la producción de combustibles fósiles. Este tipo de combustibles influirían negativamente en el cambio climático, considerado también como factor de la extinción de numerosas especies.

Con presencia abundante de la Policía Metropolitana, que afirma que las protestas anteriores de ER costaron unos 55 millones de euros, los activistas se sumaron al mediodía a bandas de tambores e invadieron las carreteras de la plaza de Trafalgar, con mucho tráfico habitual, pero más relajado en estas fechas estivales. Policía y organizadores fracasaron en la negociación de un acuerdo sobre las protestas.

La organización emergió en octubre de 2018, cuando un centenar de profesores universitarios publicó una artículo en el diario 'The Guardian' en el que respaldaban el lanzamiento del nuevo grupo, y su propuesta de que «asambleas ciudadanas trabajen con científicos para elaborar urgentemente un plan creíble para la rápida y total descarbonización del planeta».

Lo habían formado un agricultor orgánico de Gales que achaca la ruina de su negocio a fenómenos extremos del tiempo, una biofísica molecular y un instructor sobre la supervivencia en la naturaleza, entre otros. Sus tácticas se inspiran en el bloqueo de espacios y vías públicas que desplegó el movimiento de derechos civiles en Estados Unidos, en los años sesenta, o más recientemente Occupy.

En los primeros meses tras su presentación, ER llamó la atención bloqueando temporalmente cinco puentes sobre el Támesis en Londres, provocando así una gran congestión del tráfico. Ese tipo de acciones se han repetido en Reino Unido y la organización se ha extendido por el mundo. Pero sus objetivos y formas de protesta han sido también duramente criticados.

También había presencia policial en la City, pero no había manifestantes ni empleados. El paisaje era digno de los tiempo de confinamiento. El factor sorpresa es habitual en las protestas de ER, Los congregados marcharon hacia el turístico barrio de Covent Garden, ocuparon un cruce de carreteras e instalaron una gran mesa de color rosa, invitando a transeúntes a conversar sobre el cambio climático.