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Rafael M. Mañueco
Corresponsal. Moscú
Viernes, 9 de noviembre 2018, 11:58
La capital rusa acogió este viernes un nuevo intento de sentar en la misma mesa a representantes del Gobierno afgano y a los talibanes con la idea de que algún día pongan fin a las hostilidades y firmen la paz. La tarea se ... presenta ingente y ni siquiera hay plena certeza de que en Moscú se logre un diálogo directo entre las dos partes enfrentadas.
Los mediadores rusos recalcan que esta conferencia, que se celebra en el hotel Prezident y que finalizará este sábado, tiene carácter exclusivamente consultivo y no habrá probablemente acuerdos ni tampoco declaración final. El ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, abrió el encuentro con un breve discurso asegurando que en su país «estamos comprometidos a hacer todo lo posible conjuntamente para ayudar a Afganistán a abrir un nuevo capítulo en su historia».
La reunión prosiguió después a puerta cerrada. Las autoridades afganas están representadas por el Alto Consejo para la Paz de Afganistán y los talibanes por emisarios llegados desde Doha, la capital de Catar. Las conversaciones tienen lugar a través de mediadores y el solo hecho de que las partes llegaran en algún momento a un contacto directo se consideraría un éxito significativo.
Asisten también a la conferencia diplomáticos y viceministros de Exteriores de Pakistán, EE UU, India, China y algunos países del Asia Central exsoviética. Se da la circunstancia de que el movimiento talibán en Rusia está catalogado como grupo terrorista. Pese a ello, Moscú lleva tiempo llamando a un diálogo con ellos como único medio de posibilitar un acuerdo de paz.
Los talibanes y el Gobierno afgano mantuvieron su primera y única reunión en julio de 2015, pero los esfuerzos de acercamiento se frustraron y no ha habido forma de reanudar las conversaciones. También fracasaron el denominado Grupo a Cuatro (Afganistán, EE UU, Pakistán y China) y las reuniones a seis bandas organizadas por Rusia.
La conferencia que se inició este viernes debería haberse celebrado el 4 de septiembre, pero se supendió al negarse Kabul a acudir. Se argumentó que este proceso «debe estar dirigido por afganos». El Kremlin, no obstante, puso toda la carne en el asador para relanzar los preparativos y llegar a la actual convocatoria.
Esta nueva mediación de Rusia en el conflicto afgano se inscribe dentro de un esfuerzo pacificador más del presidente, Vladímir Putin, acusado de atizar conflictos, envenenar a «traidores» y desestabilizar las democracias occidentales. Adquiere para el Kremlin una especial importancia, ya que se produce en la víspera del aniversario de la intervención de la URSS en Afganistán. En febrero de 2019 se cumplirán 30 años de la retirada de las tropas soviéticas del país centroasiático y en diciembre, también del año que viene, 40 del inicio de la contienda.
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