salvador arroyo
Miércoles, 27 de abril 2022, 10:45
Moscú cumple su amenaza y tira del arsenal energético. Lo avisó hace un mes, cuando colocó a la Unión Europea ante la disyuntiva de pagar en rublos o verse privada de su gas, como respuesta a la batería de sanciones internacionales. La cuestión es que ... este miércoles Polonia y Bulgaria sufrieron el primer envite. Gazprom interrumpía «por completo» a primera hora el suministro a ambos países aduciendo que no había recibido en plazo, en la divisa rusa, el pago por los servicios prestados. Un cierre de válvulas que provocó la inmediata escalada de los precios del combustible azul y que obligó a la UE a movilizarse para responder a lo que considera un «chantaje».
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La parada llegaba cuando Bruselas se encuentra ultimando un nuevo paquete de castigo que incorporará el veto a la importación del petróleo. Y apenas unas horas después de que Varsovia activase medidas coercitivas a medio centenar de individuos y entidades entre las que se encontraba el coloso gasístico ruso. Todo concatenado. Con el trasfondo ya conocido: la vulnerabilidad energética de Europa.
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En Bruselas, reunión de urgencia del grupo de coordinación del gas; mensajes de sosiego de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen -«estamos preparados para este escenario (...) los Estados han puesto en marcha planes de contingencia»-. Y una reacción rápida que se daba a conocer por la tarde. «Hoy (Vladímir) Putin volvió a fracasar en este intento de sembrar división entre los europeos», se congratulaba la alemana. A medias.
En trazo grueso, ésta era la contraréplica al Kremlin: Gas garantizado para Polonia y Hungría de sus vecinos a través de interconectores y otras infraestructuras comunes; intensificación de las importaciones adicionales. Y para mayo, el plan que acelerará la transición verde. Todo ello confluía en lo ya sabido: hay que mejorar las reservas -algo en lo que se viene insistiendo desde antes de la guerra- y garantizar entregas alternativas.
1 de abril. Ese día entró en vigor el decreto de Putin que obliga a los «países inamistosos» a pagar el gas en rublos.
Mecanismo complejo. Cuentas especiales en divisas extranjera y propia en Gazprombank. Euros o dólares se convierten a rublos en subastas en la bolsa de Moscú.
800 millones de euros cuesta cada día el suministro de gas ruso a Europa que cubre el 40% de sus necesidades.
15.000 millones de metros cúbicos de entregas de gas licuado desde Estados Unidos quedarían garantizados para finales de año. Es la gran referencia de los acuerdos internacionales de la UE para eliminar su dependencia energética de Rusia. El 'colchón' de abastecimiento se movería en los 50.000 millones de metros cúbicos hasta 2030.
Alemania y el petróleo. Berlín ha asegurado que está ya listo para vetar la importación de crudo ruso, lo que anticipa el siguiente paso de la UE. Eso sí, aún no puede prescindir del gas.
Así que tanto Varsovia como Sofía 'vendieron' tranquilidad. «Los ciudadanos no lo notarán, la economía no sufrirá», subrayaba el primer ministro polaco Mateusz Morawiecki tras incidir en que su red de almacenamiento se encuentra al 76% de capacidad. Y para cuando vuelvan los meses más duros del invierno, añadía, habrá otras opciones. En octubre se abrirá para el país un nuevo grifo con gas noruego llegado a través de Dinamarca.
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El caso búlgaro parece algo más apurado. Dependiente del 90% de las entregas rusas, tendría reservas para aguantar no más de un mes. Así que Sofía se apresuró a contactar con la vecina Grecia para acelerar la interconexión entre ambos países; un enlace entre la ciudad griega de Komotini y la búlgara de Stara Zagora, que (defiende) llegaría a aportar alrededor de 3.000 millones de metros cúbicos de gas, lo que permitiría colmar el consumo anual de Bulgaria. El proyecto estaría funcionando «después del verano», precisó su primer ministro, Kiril Petkov.
Así que, a priori, los dos países defienden que la interrupción del suministro ruso en este momento tendrá como único efecto «acalerar» una transición que ambos países ya daban por descontada. De hecho, sus gobiernos ya habían anunciado que no iban a renovar sus contratos con Gazprom. Firmados, como todos los demás, en dólares o euros. Y por supuesto, ninguno tendrá la tentación de renegociar con Moscú. «Nosotros no no rendimos ante una estorsión así», apostillaba el mandatario búlgaro. Nada de rublos.
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Esa es la consigna de Bruselas: no abonar transferencias en la divisa rusa. Porque abrirían una vía de escape a la eficacia de las sanciones o, lo que es lo mismo, contribuirían a revalorizar una moneda a la que se quiere hundir. Y más aún cuando hablamos de cifras tan astronómicas como los 800 millones de euros diarios que se pagan a Moscú por su gas. Pero, lo dicho, unidad europea a medias. Porque la Hungría de Víktor Orbán, condenada por el ultranacionalista al desmarque permanente, ya avisó a principios de mes que «si los rusos nos lo piden, pagaremos en rublos. No tenemos ninguna dificultad para hacerlo».
Solo Hungría. Aunque este miércoles la agencia pro gubernamental rusa Tass también señaló a Austria. «Antes de que se difundan aquí más noticias falsas de propaganda rusa. OMV (la empresa energética estatal) seguirá pagando las entregas de gas de Rusia en euros. Austria cumple al pie de la letra las sanciones acordadas conjuntamente por la UE», marcaba su gobierno. Moscú amenazaba este miércoles (una vez más) con cortar el suministro a otros «países inamistosos». Eslovaquia -otro cliente 'menor' en el mismo rango que Polonia o Bulgaria- podría ser el siguiente. La incógnita es si se atreverá con Alemania. Y con el latigazo (casi definitivo) que supondría este movimiento para su economía hostigada.
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El repunte de precios se advirtió ya el martes, cuando trascendía la intención de Grazpom; pero escaló hasta el 20% una vez se confirmaba el cerrojazo y se fue moderando con el paso de las horas. El TTF holandés, la referencia europea que marca la evolución de los contratos en el mercado mayorista y que, en este caso, determina el precio de entrega en mayo, evolucionaba ayer con sobresaltos hasta estabilizarse a media mañana.El pico del 20% se traducía en unos 117 euros por megavatio hora en las primeras operaciones. Y ya entonces se destacaba que esta referencia suponía multiplicar por siete la que existía hace un año. Antes del mediodía el precio para los contratos de mayo se fue acomodando a los 108 euros. La noticia contribuyó también a que el euro se situara en mínimos respecto al dólar y a que el precio del petróleo subiera un 3% (a los 105 dólares el barril).
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