Boris Johnson decide elevar un 40% el arsenal británico de cabezas nucleares

El Gobierno de Boris Johnson pondrá fin a la establecida política de reducción del arsenal militar nuclear y elevará en un 40% la cantidad de ojivas que podrán almacenarse en Reino Unido. La controvertida medida forma parte de la visión del postBrexit reflejada en 'Global Britain in a competitive age' (Reino Unido en una era competitiva). El informe, de 114 páginas, recoge las conclusiones de una revisión conjunta en materia de Seguridad, Defensa y Política Exterior que se publicó este martes tras un retraso de varios trimestres debido a la pandemia del coronavirus.

«Pocas naciones están mejor situadas para navegar los desafíos que afrontamos, pero debemos tener la voluntad de alterar nuestro enfoque y adaptarnos al nuevo mundo que está emergiendo a nuestro alrededor», escribe el primer ministro en el prólogo. Un cambio fundamental se producirá en los silos nucleares, que se estaban reduciendo de 225 a 180 cabezas en los próximos años. Este objetivo, que se marcó en 2010, pasará ahora a «no más de 260 ojivas», al tiempo que se reafirma el calendario de la renovación de la flota de submarinos atómicos para principios de la década siguiente.

«El Gobierno anuncia la quiebra del objetivo de reducir el arsenal nuclear, pero no explica por qué, cuando ni cuál es su finalidad estratégica», protestó el líder laborista, Keir Starmer. Otros diputados y directores de organizaciones contra la proliferación de armas nucleares condenaron la nueva posición conservadora. El informe hace referencia a la amenaza de «algunos Estados» que «invierten en nuevas tecnologías nucleares y desarrollan nuevos sistemas de 'guerra' atómica que integran en sus estrategias y doctrinas nucleares».

La revisión de la coyuntura geopolítica apunta a Rusia como la «amenaza más directa» y menciona Irán y Corea del Norte entre los riesgos de seguridad. Reconoce a China como un «competidor sistémico» con el que Johnson quiere mantener una «relación positiva en comercio e inversión», además de cooperar en cambio climático y otros desafíos mundiales. El mandatario conservador resistió un aluvión de reproches de sus propias filas, que demandan una política más dura con Pekín mientras persistan las aparentes violaciones de los principios democráticos y derechos humanos en Hong Kong y entre las minorías étnicas y religiosas. «Debemos lograr un equilibro y establecer una relación clara con China», defendió.

Más irritado se mostró Johnson ante las persistentes denuncias de la reducción de la asistencia al desarrollo por debajo del 0,7% del Producto Nacional Bruto. Reino Unido alcanzó este objetivo internacional en 2013 y dos años después lo adoptó legislativamente, pero es otro compromiso al que ha renunciado el primer ministro. «Creo que corremos el riesgo de menospreciar al país», espetó tras reiterar que Londres está entre los mayores donantes a países en desarrollo.

El 'Global Britain' de Johnson contribuirá a la seguridad europea con su presencia en la OTAN y en relaciones bilaterales con Francia, Alemania o Irlanda. Pero dará un giro hacia el 'Indo-Pacífico', que identifica como motor y escenario del crecimiento económico. India será en abril el primer destino internacional del 'premier' desde la desconexión con el bloque comunitario.

La revisión interministerial identifica el terrorismo entre las grandes amenazas que persistirán en la década analizada. Afirma que habrá un abanico «más diverso de causas políticas, nuevas fuentes de radicalización y tácticas cambiantes», ya sea de grupos islamistas, anarquistas o radicales de la extrema izquierda y la ultraderecha. Advierte que se corre el riesgo de algunos elementos intenten explotar la «inestabilidad política» en Irlanda del Norte. Y alerta sobre la posibilidad de que «algún grupo terrorista lance con éxito un ataque con armas químicas, nucleares, biológicas o radiológicas para 2030».