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Joe Biden, en el Congreso. Reuters
Biden une al Congreso en torno a Ucrania

Biden une al Congreso en torno a Ucrania

Estados Unidos cierra el espacio aéreo para aviones rusos y se compromete a liberar 60 millones de barriles de crudo de sus reservas para estabilizar el precio

Mercedes Gallego

Corresponsal en Nueva York

Miércoles, 2 de marzo 2022, 07:10

La pandemia ha muerto, larga vida a Ucrania. El elemento galvanizador de los discursos con que la derecha estadounidense piensa torpedear al partido de Joe Biden en las elecciones legislativas de noviembre pierde fuerza a medida que caen las mascarillas y se alzan las banderas ... ucranianas, porque ese es el punto fuerte del presidente estadounidense, que ha venido alertando al mundo de los planes de Rusia con una precisión inusitada para la inteligencia nacional.

Putin proporcionó este martes a Biden un dulce momento de bipartidismo, que se suma a los inesperados efectos de la invasión de Ucrania, desde el fortalecimiento de la OTAN a la militarización de sus fronteras. Durante los primeros veinte minutos de su primer discurso sobre el Estado de la Unión, el Congreso en pleno se levantó en aplausos para secundar que «la libertad siempre triunfará sobre la tiranía», como sentenció Biden en uno de esos discursos de Hollywood que tanto gustan en EE UU.

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Nadie podía objetar nada a la celebración de «la valentía y el coraje» del presidente Zelenski, convertido en héroe por su resistencia a la embestida rusa y su habilidad para combatir la propaganda con vídeos en las redes sociales. Las banderas ucranianas salpicaban por igual las solapas de los congresistas a izquierda y derecha. Nada más entrar en su palco, la primera dama, Jill Biden, se tiró a los brazos de la embajadora ucraniana en Washington.

Era el «fallo de cálculo» de Putin al que se refirió Biden en su discurso, animado por ovaciones unánimes de la Cámara inusitadas en un discurso tan político como el del Estado de la Unión en año electoral. El anuncio de que EE UU cerrará su espacio aéreo a los aviones comerciales rusos, perseguirá las fortunas de los oligarcas de Moscú para arrebatarles sus yates y apartamentos de lujo y liberará 60 millones de barriles de sus reservas petroleras no podía desatar objeciones. Ni aunque viniera unido al aviso de que el país pagará en las gasolineras el precio de esa factura, porque incluso esa advertencia finalizaba con un «quiero que sepáis que todo acabará bien», prometió.

La unidad de los aliados es el gran logro que se apunta el mandatario, al que la oposición acusó en el discurso pregrabado para la respuesta de la gobernadora de Iowa, Kimberly Reynolds, en nombre del Partido Republicano, de haber «reaccionado en vez de liderado». Con todo, Biden resquebrajó de un puñetazo esa unidad al defender los efectos del plan de rescate americano que impulsó al principio de su presidencia y que, «a diferencia de los dos millones de dólares en descuentos fiscales que aprobó el partido conservador durante el gobierno de Donald Trump para beneficiar al 1% de los estadounidenses, no dejó a nadie atrás», comparó.

Podía presumir de que, bajo su tutela, se han creado en un año «más empleos que en ningún otro momento de la historia» –6.5 millones– y la economía creció el año pasado al ritmo del 5.7 %. Decepcionó a las bases al rechazar no solo el eslogan de Black Lives Matter de retirar fondos a la Policía, sino al prometer reforzar su papel con más financiación. Pero toca reconquistar a los moderados de cara a las legislativas.

Biden mencionó a Putin o a Rusia 30 veces, pero solo tres a China o Xi Jinping, y apenas una o ninguna a Afganistán, de cuya desastrosa retirada se encargará de recordar la oposición. Prueba de que la solidaridad con Kiev no se contagia a otras áreas de desencuentros es que la congresista de Colorado

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