Mikel Ayestaran
Jerusalén
Sábado, 12 de septiembre 2020, 21:19
Por primera vez después de diecinueve años de guerra, las delegaciones del Gobierno de Kabul y de los talibanes se sentaron ayer cara a cara en una misma sala y realizaron un primer contacto para poner en marcha mañana el proceso de paz. Este momento ... tan esperado por los afganos se produjo en Doha, la capital en el exilio de unos insurgentes que dejaron claro desde el primer instante que su objetivo final es reinstaurar el «sistema islámico en el que todos los afganos vivan sin ninguna discriminación y en armonía» en un país «independiente, unido y próspero», apuntó el mulá Abdul Ghani Baradar.
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La vuelta del Emirato que pusieron en marcha entre 1996 y 2001 se dibuja en el horizonte de una negociación que se presenta complicada por la falta de confianza y por la violencia, que un día más sacudió Afganistán con ataques insurgentes contra las fuerzas de seguridad en dieciocho provincias. Por este motivo, el presidente del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional, Abdulá Abdulá, reclamó un «alto el fuego humanitario» y aseguró a los talibanes que «hemos venido aquí con la buena voluntad y la buena intención de acabar con 40 años de derramamiento de sangre y lograr una paz duradera y para todo el país».
El mando militar insurgente lanzó ataques en 18 provincias mientras el equipo negociador hablaba de «paz» en Doha. El gesto de buena voluntad se produjo con la liberación de 22 miembros de las fuerzas de seguridad que estaban en su poder en Helmand, al sur del país. En los últimos siete meses, el Gobierno ha liberado a 5.000 presos de la insurgencia.
El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, tomó parte en la ceremonia inaugural y dijo a las dos partes que «estamos preparados para apoyar esta negociación si nos lo pedís. Este es vuestro momento, rezo para que lo aprovechéis». Preguntado sobre la posible vuelta del Emirato, el enviado de Donald Trump declaró que su país «no está buscando imponer su sistema a otros» y consideró que las conversaciones deben concluir con «un acuerdo político que acomode todos los puntos de vista en competición».
Durante esta jornada se trataron aspectos técnicos de un proceso que pretende lograr un cambio en Afganistán por la vía pacífica y no a base de tiros, como ha ocurrido con cada cambio desde la invasión de la Unión Soviética en 1979. Allí empezó una guerra que ha ido cambiando de actores internacionales, pero que llega hasta nuestros días con los civiles afganos como principales víctimas. «Es una ventana única para la paz, es la guerra más larga de la historia contemporánea y por fin parece que todos tienen muy claro que no hay una solución militar», escribió en su artículo de opinión para el canal Tolo el director del Consejo Superior para la Reconciliación Nacional, Mustafa Aryan.
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Esta ventana se ha podido abrir gracias a que Estados Unidos accedió a la exigencia talibán de empezar a negociar de manera bilateral, sin presencia del Gobierno afgano. Ese diálogo concluyó el 29 de febrero con el anuncio de una retirada de las fuerzas internacionales como paso previo al diálogo directo entre afganos. Los talibanes lograron así su exigencia número uno: el final de la presencia militar estadounidense.
Uno de los puntos que mayor preocupación despierta es la situación de la mujer en un futuro Afganistán gobernado de nuevo por un régimen islámico radical. La delegación del Gobierno de Kabul está formada finalmente por 20 miembros, no 21, y de ellos tres son mujeres, no cinco, como se anunció en un primer momento. Habiba Sarabi, Fawzia Koofi y Sharifa Zurmati son las tres voces femeninas frente a los enviados del movimiento islamista.
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La ministra de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, Arancha González Laya, pidió este sábado a los talibanes que accedan a un alto el fuego en Afganistán y confió en que las conversaciones de paz iniciadas en Doha entre el Gobierno afgano y los insurgentes preserven los avances logrados en las dos últimas décadas, en particular los relativos a los derechos de las mujeres.
La jefa de la diplomacia española participó por vía telemática, junto con una decena de gobernantes y ministros de todo el mundo, en la ceremonia de apertura de las conversaciones de Doha. En su mensaje, González Laya expresó el deseo de España de que el diálogo entre ambas partes constituya «el punto de inflexión para los afganos» y que el resultado de las negociaciones sea un país «en paz y próspero».
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