Un hombre trabaja en una mina de Afganistán. Reuters

El régimen talibán con acceso a 2,5 billones de euros en minerales

China se posiciona como la nación preferida para explotar la enorme riqueza del subsuelo afgano

M. P.

Martes, 24 de agosto 2021, 22:49

Desde este fin de semana, en que el mulá Baradar, jefe político de los talibanes, llegó a Kabul, se han comenzado a suceder los nombramientos de altos cargos en la nueva Administración afgana. En esta ágil configuración del Gobierno, y también en la decisión de ... limpiar el país de militares extranjeros a partir del próximo día 31, no solo pesan razones políticas, sino también económicas. Una vez estabilizado el nuevo Ejecutivo, el Emirato podrá comenzar a administrar la 'Arabia Saudí del litio', tal y como se conoce a las inmensas reservas existentes en el país de este mineral, indispensable en la industria tecnológica del futuro.

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«Afganistán tiene reservas de bauxita, cobre, hierro, litio y tierras raras». La frase pertenece al informe publicado en 2021 por el Servicio Geológico de Estados Unidos y revela un gran tesoro. Solo esos depósitos y los de oro estaban valorados en 2020 en tres billones de dólares (2,5 convertidos en euros), según la revista 'The Diplomat'. Estados Unidos calcula que únicamente en litio el nuevo régimen se asienta sobre un subsuelo de un billón de dólares.

Evidentemente, los talibanes tienen prisa. Las arcas nacionales se vacían a gran velocidad y no parece que vayan a recibir nuevos flujos en breve plazo. El Banco Central afgano tiene guardados fuera del país 8.100 millones de euros, principalmente en Estados Unidos. Se trata de una páctica habitual en naciones inestables o con una seguridad insuficiente. Los fondos se trasladan a entidades bancarias del exterior -por ejemplo, EE UU y Reino Unido- que garantizan su protección absoluta. Aunque siempre existe un riesgo. En este caso, Estados Unidos mantiene bloqueados todos esos millones con el fin de que no los pueda usar la milicia fundamentalista. Además. países como Alemania, que suministraban ayudas regulares al país, han cerrado el grifo, igual que el FMI bloqueó la semana pasada otra partida de 390 millones de euros.

En ese interín aparece China. El lunes, su Gobierno reiteró que no intervendrá en cuestiones políticas internas de Afganistán. Su Embajada sigue abierta en Kabul. Le interesa una buena relación geopolítica con el Emirato por motivos de seguridad y como blindaje ante el terrorismo. Pero también le interesa su litio. Y no existe mejor momento para negociar que cuando la billetera del contrario está vacía y empiezan a surgir las deudas.

Oferta y demanda

El gigante asiático necesita ingentes cantidades de este mineral, clave en la economía verde que será fundamental de aquí a mediados de siglo para evitar que el cambio climático fulmine el planeta. Clave en la fabricación de baterías para la industria del automóvil, donde Pekín genera el 50% de la producción mundial.

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Según las publicaciones financieras del sector, Tianqui Lithium, empresa con sede en Sichuan, era propietaria en 2018 del 48% de las reservas de litio en el planeta y ahora supera ligeramente el 50%. Esta poderosa compañía china es la segunda accionista de las minas de Chile y del 51% de las australianas. Argentina y Bolivía reúnen también importantes depósitos de mineral, pero la ventaja de Afganistán radica en que no hay competencia.

Los filones están ahí desde antes del nacimiento del país. La falta de medios económicos y tecnológicos, unido a la inseguridad, la burocracia y la galopante corrupción, se han coordinado para que apenas haya habido un pequeño número de explotaciones y ninguna importante. Parece además poco probable, al menos de momento, que Occidente vaya a tener alguna posibilidad remota de hacerse minera en la nación centroasiática. Aparte de las reticencias del nuevo régimen -un factor que quizá se diluyera ante la perspectiva de recibir notables ingresos-, los gobiernos no están dispuestos ahora mismo a suministrar dinero a un sistema que en su día dio cobijo a Al-Qaida y cuyas intenciones futuras se desconocen. Bastante duro es para Estados Unidos contemplar cómo Afganistán ha sido conquistado con su propio equipo militar, el que destinaron a las fuerzas de seguridad locales y que éstas dejaron abandonado en su derrota. Bofetada parecida es comprobar que sus posibles intereses mineros en el territorio se acaban de evaporar en una semana.

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Para los chinos, el subsuelo afgano no es un desconocido. A principios de este siglo, una compañía de esa nacionalidad consiguió el permiso para abrir una mina de cobre a cuarenta kilómetros de Kabul. Las empresas originarias del gigante asiático también han explotado -o siguen haciéndolo- otros proyectos extractivos de mineral y petroleo.

En realidad, Pekín siempre ha estado allí. Es el principal inversor extranejro en el país y segun muchas opiniones, su verdaedepor onjetivo en Afganista consiste en montar una industria minera global que llegue a las tierras raras, las más complicadas de extraer. Asi s ellamana elemnentos lantanidos como el cerio, el lantano, el samario y europio, que son la base para crear microchips cada vez más pequeños y veloces y otros aparstos vincilados a la telefonía móvil, los ordenadores, la medicina o la automoción. China detenta el 40% de todas las tierras raras del mundo -Rusia, Brasil, Canada e India tienen otra parte- y produce el 80% de productos. es facil suponer su poderío con todas las resevar afganas.

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