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Pablo M. Díez
Corresponsal en Pekín
Sábado, 30 de octubre 2021, 22:23
Con el coronavirus marcando el mínimo de contagios, la mayoría de las restricciones levantadas y el 71% de la población ya vacunada, Japón acude este domingo a las urnas. En juego no solo están los 465 escaños de la Cámara Baja de la Dieta (Parlamento), ... sino la estabilidad política de la que ha disfrutado el país desde 2012 y la recuperación económica tras la pandemia.
Todas las encuestas dan por ganador al gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) de Fumio Kishida, quien a principios de este mes reemplazó como primer ministro a Yoshihide Suga, desgastado por el coronavirus. A su vez, Suga había relevado el verano del año pasado a Shinzo Abe, quien llevaba en el poder desde 2012 pero tuvo que dimitir por problemas de salud como en 2006.
Elegido hace un mes por votación interna de su partido, Kishida aspira a acabar con esa vieja costumbre de la política nipona para llevar a cabo su programa. Pero está por ver si el conservador PLD logra la mayoría de 233 escaños en la Cámara Baja, donde ahora tiene 276 diputados. Si no lo consigue y tiene que depender de su socio de gobierno, el partido budista Komeito, Kishida se verá debilitado y puede que no acabe durando más de un año, ya que en julio del 2022 habrá elecciones a la Cámara Alta.
Con el fin de ganarse a los votantes, el primer ministro ha prometido un «nuevo capitalismo» que redistribuya mejor la riqueza para atajar las crecientes desigualdades. Como tercera potencia económica, Japón disfruta de uno de los niveles de vida más altos y la mayoría de sus 125 millones de habitantes se encuadran en la clase media. Pero dos décadas y media de estancamiento tras la Crisis Asiática de 1997 y el coronavirus han sacado a relucir las debilidades de su modelo de desarrollo, que parece haber tocado techo. Por primera vez en 40 años, Save the Children ha tenido que repartir este verano bolsas de alimentos en más de 3.000 hogares, de los que el 40% no tenían ingresos o eran la mitad que antes del Covid.
Aunque los estímulos económicos de Abe han doblado el índice bursátil nipón y elevado los beneficios de las grandes empresas hasta un 30%, el salario medio solo ha subido 1.106 yenes (8,40 euros) en una década, según informa Bloomberg. Cuando llegó la pandemia y obligó a cerrar los negocios y las fronteras, los nueve millones de japoneses con las rentas más bajas perdieron el doble de ingresos que los dos millones más adinerados.
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