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Zigor Aldama
Shánghai
Viernes, 4 de octubre 2019, 22:25
Carrie Lam, la gobernadora de Hong Kong, siguió ayer el guion que había pronosticado la prensa local y anunció la prohibición de cubrirse el rostro en concentraciones públicas. Haciendo uso de la Ordenanza de Regulaciones de Emergencia, que data de 1922 y otorga al ... Ejecutivo amplios poderes en caso de que sea necesario restablecer el orden público, Lam aseguró que la denominada Ley Antimáscara es imprescindible para reducir la violencia que sacude la excolonia británica desde hace casi cuatro meses.
«No es una decisión fácil, pero estamos en un estado de caos y de pánico», justificó la gobernadora. «Muchos de quienes propagan la violencia evitan ser identificados con el uso de máscaras, razón por la que consideramos que esta regulación es necesaria», añadió, haciendo hincapié en que se trata de una normativa existente en otros países. Francia la ha aprobado este año como respuesta al movimiento de los 'chalecos amarillos'.
Así, a partir de ahora, quien se tape el rostro con una máscara o cualquier otro material -incluida pintura- durante una manifestación de más de 30 participantes -independientemente de que sea legal o no-, será castigado con una multa de 2.900 euros y tendrá que hacer frente a una posible condena de cárcel. Además, si se niega a descubrirse la cara a petición de un policía, se añadirán 1.160 euros a la sanción económica y el agente podrá quitarle la máscara por la fuerza. Estarán exentos quienes puedan probar que su condición médica o que la labor que desempeñan les obliga a taparse el rostro. De esta forma, los periodistas que se protegen con máscaras del gas lacrimógeno no serán castigados.
A pesar de que la medida tomada es excepcional -y debería ser temporal-, Lam dejó claro durante una rueda de prensa que se alargó durante casi dos horas que el Gobierno no tiene intención de declarar el Estado de emergencia. No obstante, sí anunció que está considerando otras medidas, como el toque de queda. «Todo se hará siempre de acuerdo con los límites constitucionales, porque respetamos el Estado de Derecho», añadió. También trató de calmar los ánimos de los inversores, que ven con preocupación cómo el principal centro financiero de Asia se convierte en un campo de batalla. Según diferentes medios de comunicación, importantes cantidades de capital y de inversiones ya han abandonado Hong Kong para buscar refugio en Singapur.
Pero los manifestantes demostraron este viernes por la noche que no tienen ninguna intención de quitarse las máscaras ni de acabar con las protestas. Antes incluso de que Lam acabase la rueda de prensa, miles de personas comenzaron a concentrarse en diferentes puntos de la ciudad, y llovieron botes de gas lacrimógeno. «En el Estado policial en el que vivimos, no se me ocurriría manifestarme con el rostro descubierto. Ni siquiera cuando la marcha hubiese sido aprobada. Temería las repercusiones que ejercer un derecho fundamental podría tener», comentaba Linda Kew, una universitaria que lleva manifestándose desde junio.
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