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Pablo M. Díez
corresponsal en Pekín
Sábado, 2 de octubre 2021, 20:17
Además de con un puente de una semana, China está celebrando desde el viernes las vacaciones por el Día Nacional con un creciente, y más que preocupante, espíritu militar. Por si no bastara con el aluvión de películas bélicas de estos días para inflamar el ... orgullo patrio, cada vez se repiten con más frecuencia sus amenazas y provocaciones sobre la isla de Taiwán, que es independiente pero cuya soberanía reclama.
El viernes, coincidiendo con la fiesta nacional, Pekín llevó a cabo su mayor incursión en la denominada Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ, en sus siglas en inglés) de Taiwán. Dicha zona es más amplia que su espacio aéreo y se solapa con la que tiene China continental e incluso con parte de su territorio, por lo que Pekín considera que le pertenece y tiene derecho a patrullarla con sus aviones de combate.
Según denuncian las autoridades de la isla, durante el día detectaron 22 cazas, dos bombarderos y un avión antisubmarinos, mientras que horas después localizaron otros 13 aparatos en una inusual incursión nocturna. En total, el Ministerio de Defensa taiwanés contó 38 aeronaves, el mayor número hasta ahora desde los 28 aviones detectados el 15 de junio. Según informa Reuters, el año pasado hubo 380 incursiones de este tipo y en estos primeros nueve meses ya van más de 500, lo que indica la creciente tensión en el estrecho de Formosa.
Sus 130 kilómetros dividen a las dos Chinas desde el final de la guerra civil en 1949, cuando en la isla se refugió el Gobierno del Kuomintang dirigido por el Generalísimo Chiang Kai-shek tras la victoria de Mao Zedong. Desde entonces, el autoritario régimen del Partido Comunista se ha propuesto, por la fuerza si es necesario, la reunificación de Taiwán, que es independiente y tiene su propio Gobierno elegido democráticamente.
A esta rivalidad histórica, que sube de tono cuando alcanzan el poder soberanistas como la presidenta Tsai Ing-wen, se suma la creciente tensión entre China y Occidente y sus aliados en la región. Junto a las disputas territoriales que Pekín tiene con Japón y sus vecinos del Mar del Sur de China, en las últimas semanas ha visto con inquietud cómo aumentaba la presencia occidental. Tras el reciente pacto militar AUKUS entre Estados Unidos, el Reino Unido y Australia, que dotará a este último país de submarinos de propulsión nuclear, un buque de guerra británico ha navegado por el estrecho de Taiwán por primera vez desde 2008. Una travesía que Pekín ha criticado con dureza por su «mala intención para sabotear la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán».
Pero, en realidad, al régimen chino le hacen falta pocas excusas para enviar sus fuerzas aéreas a Taiwán. La semana pasada, mandó allí 24 aviones después de que el Gobierno de Taipéi solicitara su anexión al tratado transpacífico de comercio al que también se quiere unir Pekín.
Debido a las constantes amenazas de China, Taiwán comprará armamento por valor de 9.000 millones de dólares, sobre todo de EE.UU., y alerta a la comunidad internacional de una posible invasión. En una entrevista con este periódico, el ministro de Exteriores taiwanés, Joseph Wu, advertía el año pasado de que «hay riesgo de guerra con China, pero tratamos de evitarla y, a modo de disuasión, nos preparamos militarmente».
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