Encarni Hinojosa
Sábado, 28 de mayo 2016, 00:11
Si un despistado pasea por las calles de Hiroshima, jamás pensaría que en esa ciudad, hace 71 años, cayó la primera bomba nuclear de la historia. Si ese paseo desembocara en el llamado Parque de la Paz, se obtendrían más pistas al observar la ... cúpula 'Genbaku', el único edificio que quedó en pie tras el ataque atómico y el mayor símbolo del hecho. La Hiroshima de 2016 poco tiene que ver con la del 6 de agosto de 1945, cuando la bomba 'Little Boy' lanzada por el avión norteamericano 'Enola Gay' destruyó todos los edificios de la ciudad, construidos con madera. Actualmente, esta localidad japonesa con más de un millón de habitantes, a pesar de tener un urbanismo nuevo y levantado desde los cimientos, es una de las ciudades más grandes y prósperas del archipiélago nipón.
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Sin embargo algunas heridas siguen abiertas, como la eterna espera por una disculpa del otro bando de la Segunda Guerra Mundial. Este anhelo tuvo algo de consuelo, ayer, con la visita a Hiroshima de Barack Obama, el primer presidente estadounidense en activo que pisa el suelo de uno de los objetivos de los ataques atómicos de 1945. El máximo mandatario norteamericano realizó una ofrenda en el Parque Memorial de la Paz, en compañía del primer ministro nipón Shinzo Abe y otros representantes públicos. Pero Obama se resistió a pedir disculpas por el daño causado en nombre de EE UU, a pesar de que, entre los presentes, se encontraban los 'hibakusha', los ancianos supervivientes de las bombas atómicas.
Una ciudad joven
Esas heridas ya están curadas para las nuevas generaciones que habitan Hiroshima, aunque son conscientes de la triste historia de su ciudad. De hecho, la localidad tiene una importante vida universitaria y juvenil, con zonas de bares, restaurantes, karaokes y tiendas muy ambientadas y con una vida nocturna activa. La cultura y el béisbol soportan el mayor peso del ocio del lugar y el 'okonomiyaki', conocido como la pizza japonesa, tiene algunos de sus mejores restaurantes en Hiroshima.
Pero este espíritu joven, tanto de sus habitantes como de sus edificios, no cae en la intensidad de Tokio y muestra una faceta más relajada, tranquila e, incluso, espiritual. Precisamente, la cercanía con la capital del país -cinco horas en tren-, la convierte en uno de los destinos turísticos más demandados. Los que visitan Hiroshima buscan los restos de esa parte de la historia que hizo tristemente famosa a la ciudad, pero también descubrir un milagro urbano que, además, es puerta de entrada a uno de los tres paisajes más bellos de Japón: la puerta o 'torii' roja bañada por las olas del mar de la isla de Miyajima.
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