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Agentes montan guardia tras el asesinato del presidente Jovenel Moise hoy, en Puerto Príncipe (Haití) EFE
Asesinado en su mansión el presidente de Haití

Asesinado en su mansión el presidente de Haití

El país más pobre el hemisferio occidental vivía ya una de sus etapas más oscuras tras haber caído en una espiral de violencia

mercedes gallego

Miércoles, 7 de julio 2021, 21:42

Antes incluso de que el gobierno confirmase el miércoles por la noche el brutal asesinato del presidente Jovenel Mooïse en su propia casa, el rumor de su muerte ya había dejado desiertas las calles de Puerto Príncipe. Desde que los disparos rompieron el silencio de ... la madrugada, los teléfonos empezaron a sonar en cada casa. Durante el día algunos vídeos grabados por los vecinos del pudiente barrio de , sobre las colinas de Petionville, se hicieron virales y repartieron de teléfono en teléfono los peores presagios.

»¡Operativo de la DEA!», se oye gritar alguien con acento estadounidense en uno de los videos. No hay ningún otro indicio de que la agencia antidrogas estadounidense estuviera implicada en el asesinato del mandatario. Su nombre tan sólo habría sido utilizado por los pistoleros vestidos de negro como excusa para irrumpir a tiros en la mansión presidencial entre la 1 y la 1:30 de la madrugada del martes.

Garrie Pierre-Pierre, director del diario Hatian Times de Miami, no tiene dudas de que fue «un trabajo hecho desde adentro», declaró ayer, porque no se conoce a guardaespaldas fallecidos ni a asesores del presidente, aunque uno de los videos muestra un cuerpo en medio de la calle en la oscuridad de la noche. La única herida de la que se habla es la esposa del presidente, que tras haber recibido también un disparo de bala luchaba ayer por su vida en algún hospital, presuntamente de Miami.

Con todo, parece que desde dentro de la mansión les dieron la batalla. Ralph Chevry, miembro del Centro para Política Socioeconómica de Haití, aseguró al diario de Washington Post que los atacantes habían usado ametralladoras pesadas que podían oírse a más de 1 km a la redonda, con intensa ráfagas que se espaciaban cada diez o quince minutos durante aproximadamente una hora. De hecho, las autoridades aseguran que fue un trabajo de «profesionales», atribuido a mercenarios que hablaban inglés y español, en un país de habla francesa y criolla según los videos esparcidos por la redes sociales. Mooïse, de 52 años, viajaba con un fuerte séquito de seguridad y en febrero inició una limpieza dentro de su propio gobierno, convencido de haber desmantelado un plan para asesinarle y dar un golpe de estado, anunció.

El país más pobre el hemisferio occidental vivía ya una de sus etapas más oscuras, tras haber caído en una espiral de violencia salpicada de crímenes y violaciones que incluían a sacerdotes secuestrados en plena misa y niñas en las aulas de las escuelas. Al disolver el Parlamento en enero del año pasado y negarse a dejar el cargo, Mooïse parecía el último tirano latinoamericano aferrado al poder, pero en realidad no controlaba nada. El país estaba en manos de las bandas armadas que imponían su reino de terror.

Lo más paradójico es que por fin, después de cinco meses de presiones por parte de EEUU, el mandatario había aceptado convocar elecciones. Apenas el lunes había nombrado a un nuevo primer ministro, el prestigioso neurocirujano Ariel Henry, que lideró la lucha del país contra el cólera. Como todavía no había sido jurado en el cargo, no se espera que llegue a ocuparlo.

Quien hizo el anuncio del «odioso, inhumano y barbárico» asesinato del presidente tras un día de incertidumbre fue el primer ministro Claude Joseph, que dijo estar al frente el país. Según la constitución que Mooïse quería cambiar mediante un referéndum convocado para septiembre con objeto de perpetuarse en el cargo y masar el poder, el siguiente en línea sucesoria debería ser el presidente del Tribunal Supremo René Sylvestre, pero justo falleció la semana pasada de Covid-19. A Haití no ha llegado ni una vacuna y la pandemia que se ha llevado también a la madre del expresidente del Beltrand Aristide se suma a los muchos males que sufre el país desde el apocalíptico terremoto de 2010. Para que el primer ministro fuese declarado presidente interino tendría que ser aprobado por el Parlamento, inexistente desde hace año y medio.

Joseph confirmó la noticia tarde en la noche, al anunciar en un comunicado dos semanas de duelo nacional y toque de queda, con un llamado de calma a los haitianos. Pidió «a todas las fuerzas de la nación» que le acompañen en la batalla de dar continuidad al estado, «porque la democracia y la república deben ganar» y prometió dirigirse al pueblo más adelante. El presidente asesinado gobernaba por decreto, había sido designado por su antecesor, carecía de experiencia política y su legitimidad estaba enturbiada por acusaciones de fraude y corrupción.

Las abarrotadas calles de Puerto Príncipe amanecieron ayer desiertas y hasta la embajada de Estados Unidos había cerrado sus puertas. «Estamos listos para asistir y continuar trabajando por un Haití más seguro», dijo en un comunicado la Casa Blanca, en el que deseaba una rápida recuperación a la primera dama. El presidente Joe Biden calificó el ataque de «muy preocupante», pero dijo necesitar «mucha más información» antes de poder pronunciarse al respecto.

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